Macron busca aplacar la crisis política con la elección del conservador Sébastien Lecornu

Marine Le Pen, líder de Agrupación Nacional (AN, extrema derecha), el primer partido parlamentario, reaccionó con esta sentencia severísima: «El presidente ha tirado el último cartucho de su presidencia. Es imprescindible y urgente convocar elecciones anticipadas. Y el primer ministro será el presidente de mi partido, Jordan Bardella».

Jean-Luc Mélenchon, presidente de La Francia Insumisa (LFI, extrema izquierda), segundo partido parlamentario lanzó estos anatemas al nombramiento de Lecornu: «Solo la dimisión de Macron permitirá poner fin a esta triste comedia, este desprecio a la democracia, a los electores y la decencia política».

Noticia Relacionada

Cuál es la diferencia entre presidente y primer ministro en Francia

I. Asenjo

El presidente Emmanuel Macron perdió a su cuarto primer ministro desde enero de 2024, François Bayrou, no superó la votación de una moción de confianza convocada por él mismo

Macron encomienda a su nuevo jefe de Gobierno los «trabajos de Hércules» que Bayrou fue incapaz de realizar: negociar unos presupuestos del Estado con las fuerzas políticas dispuestas de dialogar entre ellas, del socialismo moderado a las derechas con vocación gubernamental, pasando por los centros macronistas.

Está previsto que Lecornu inicie «con rapidez» una ronda de conversaciones con todas las fuerzas políticas parlamentarias, incluyendo a los extremos y los ecologistas.

Esa primera ronda de negociaciones, realizadas durante un par de días, debieran permitir «descubrir» quienes están o no están dispuestos a negociar un gobierno de «unión republicana».

Las reacciones de Le Pen y Mélenchon anuncian una agravación de la crisis de fondo, el mimo día que comienza un «otoño caliente» de movilizaciones. Hoy, el movimiento 'Bloquons tout' ('Bloqueémoslo todo') proyecta provocar paros, manifestaciones y huelgas en toda Francia, en muchos sectores sensibles, de los transportes públicos a la distribución de combustibles. El Ministerio del Interior teme «acciones violentas» y ha comenzado por movilizar a unos 80.000 antidisturbios, con el fin de «mantener el orden».

El movimiento 'Bloqueémoslo todo' tiene orígenes próximos a la izquierda radical, con flecos violentos en varios casos. Y es la continuación de otros movimientos de protesta con tradición popular importante, como el de los Chalecos amarillos, que duro dos años cortos y tuvo un costo financiero importante para los presupuestos del Estado.

El Ministerio del Interior afirma temer varios centenares de «acciones duras» a la entrada de grandes ciudades de provincias: grupos de encapuchados intentando bloquear las entradas y salidas, «armados» y dispuestos a los enfrentamientos físicos con las fuerzas del orden. Varios grupúsculos han lanzado amenazas contra cajeros automáticos, centros de distribución de combustible, acceso a los aeropuertos, incluso radares de vigilancia, amenazados en nombre de la «lucha contra la vigilancia policial generalizada».

La censura y caída del Gobierno de Bayrou ha contribuido a «dar ánimos» a los grupúsculos que han convocado manifestaciones de muy diversa índole.

Al mismo tiempo, ocho días más tarde, el próximo día 18, la totalidad de los sindicatos de Francia, reformistas y «revolucionarios», históricos y muy recientes, han convocado una primera «gran jornada de protesta», con un abanico de reivindicaciones muy considerable, que incluye la petición de más medios financieros para los servicios públicos; nuevas políticas para combatir la precariedad social creciente; más inversiones para hacer frente a la transición ecológica y la reindustrialización, más justicia fiscal con nuevos impuestos para las grandes fortunas y abandono de la jubilación a los 64 años.

Ese primer catálogo de reivindicaciones de todos los sindicatos de Francia tiene algo de «declaración de guerra social» contra Emmanuel Macron, considerado como el primer responsable las crisis que vive Francia.

Todas las reivindicaciones sindicales chocan de manera frontal contra la política de los sucesivos y fallidos gobiernos de Macron. Varias de las reivindicaciones sindicales replantean viejas «batallas» de alcance nacional. Los sindicatos no han aceptado, nunca, la jubilación a los 64 años, entre las más bajas en toda Europa.

La «convergencia de luchas» entre la intersindical y los muy diversos organizadores de «Bloqueémoslo todo» corre el riesgo de incrementar la prolongación indefinida de las protestas callejeras, que pueden contar con la complicidad de la extrema izquierda y la extrema derecha, criticando todos los proyectos macronianos, al frente de un nuevo gobierno previsiblemente frágil y de dudosa popularidad.

El movimiento «Bloqueémoslo todo» ha anunciado «nuevas jornadas de lucha», cuando se haga un primer balance de los «resultados» de la jornada de hoy.

La intersindical, que reúne a todos los sindicatos franceses, anuncia un «otoño caliente», considerando «inaceptables» los proyectos por ahora fallidos de reformas y recortes presupuestarios, cuando algún gobierno pueda intentar aplicarlos para intentar poner freno a la degradación de los déficits y las deudas del Estado francés, que muchos analistas nacionales y extranjeros comienzan a presentar de este modo: «Francia, el nuevo hombre enfermo de Europa».