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López Obrador dejará la presidencia, pero quizá no el poder

Como ocurrió con el fundador del PRI, el creador de Morena puede prolongar su mando desde la sombra como «Jefe Máximo»

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López Obrador habla durante una rueda de prensa en el Palacio Nacional, Ciudad de México EFE

La historia va camino de repetirse en México un siglo después. No solo Morena parece llamado a sustituir al PRI como partido «institucional», sino que en esta consolidación es posible que Andrés Manuel López Obrador prolongue tanto su poder como Plutarco Elías Calles, ... quien tras crear lo que sería el PRI y dejar la presidencia siguió mandando desde la sombra, poniendo y deponiendo presidentes, con el apodo de «Jefe Máximo de la Revolución».

La aparición de López Obrador presentando a los cuatro candidatos de su partido que aspiran a sucederle en las elecciones de 2024 muestra sustancialmente dos cosas. La primera es que cualquier tentación del presidente de procurar cambiar la ley para permitir su reelección el próximo año ha quedado descartada. La segunda es que López Obrador, sentado en el centro, en medio de los cuatro aspirantes y llevando la voz cantante de la presentación, se erige a sí mismo en árbitro del proceso.

Visto el modo como ha ejercido el poder en su sexenio –el gusto con que hace suyo el país en sus charlas diarias de la mañana–, es difícil imaginar que vaya a cesar de mandar en Morena y a permitir completa independencia a su sucesor en la presidencia en caso muy probable de victoria electoral.

Plutarco Elías Calles

En su último año como presidente, Plutarco Elías Calles impulsó en 1928 la creación del Partido Nacional Revolucionario (transformado después en Partido de la Revolución Mexicana y desde 1946 en Partido Revolucionario Institucional). Calles se aseguró el control de los siguientes cuatro presidentes, deponiéndoles cuando le desobedecían hasta que Lázaro Cárdenas, en la segunda parte de la siguiente década, logró deshacerse de esa tutela. Más adelante, el PRI sustituiría esa larga proyección del primer líder dejando que fuera cada presidente quien promoviera a su sucesor, primero escondiéndolo como «tapado» para después revelarlo con el «dedazo». El sistema pervivió durante el prolongado dominio del PRI, que hasta la victoria del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) con López Obrador en 2018 solo se vio apeado de la presidencia entre 2000 y 2012.

A pesar de su mayoría en la Cámara de Diputados y en el Senado, López Obrador no ha podido modificar la ley electoral, pero un triunfo en las generales de 2024 podría llevar a plantear una eventual reelección de López Obrador tras un mandato fuera del cargo

Está por ver que Morena alcance la misma hegemonía que tuvo el PRI. Desde luego no será tan completa ni se prolongará tanto en el tiempo, pues existen otros partidos que vehiculan la pluralidad de la sociedad mexicana, pero Morena está adquiriendo el mismo carácter «institucional»: los altos y medios cargos en los estados gobernados por el partido funcionan con tics de partido único. La victoria de Morena sobre el PRI en las recientes elecciones del estado de México, que en el último siglo solo había tenido gobiernos priístas, evidencia ese avance. A pesar de su mayoría en la Cámara de Diputados y en el Senado, López Obrador no ha podido modificar la ley electoral, pues requería de un nivel de voto reforzado. Un triunfo mayor en las generales de 2024 puede cambiar eso, y quién sabe si llevar a plantear una eventual reelección de López Obrador tras un mandato fuera del cargo.

«El que manda vive enfrente»

El presidente ha dicho que será neutral en el desarrollo de la encuesta nacional en la que van a competir los cuatro candidatos a presidenciable de Morena, que son los hasta ahora titulares de Exteriores y de Gobernación, Marcelo Ebrard y Adán Augusto López, respectivamente; la alcaldesa de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, y el senador Ricardo Monreal. De momento, Sheinbaum y Ebrard son los mejor situados. Este último, con una trayectoria política más prolongada, podría presentar una mayor autonomía respecto a un López Obrador ya expresidente pero líder efectivo de Morena, mientras que Sheinbaum quedaría más sujeta a la influencia de este.

Un siglo atrás, en el muro del castillo de Chapultepec, donde residían los mandatarios mexicanos, apareció la siguiente pintada: «Aquí vive el presidente y el que manda vive enfrente», pues Plutarco Elías Calles lo seguía controlando todo desde la vecina casa a la que se había trasladado. Calles había dejado el cargo anunciando su una completa marcha de la política: «Debo retirarme absoluta y definitivamente de la vida política y volver, como vuelvo desde hoy, a la condición del más oscuro ciudadano que ya no intenta ser, ni lo será nunca, factor político en México». Esa promesa duró poco tiempo.

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