Kamala Harris acude a la frontera y endurece su mensaje sobre inmigración para competir con Trump

Era su primera visita a la frontera desde que se convirtió en candidata demócrata a la presidencia tras la renuncia de Joe Biden en julio, un tiempo en el que la vicepresidenta de EE.UU. ha buscado endurecer sus posiciones sobre inmigración. La campaña de Harris es consciente de que necesita girar hacia el centro en este tema: buena parte de sus opciones de victoria dependen de si le apoyan los votantes moderados e independientes que no han decidido todavía su voto.

Su rival por la Casa Blanca, Donald Trump, que ha mantenido un discurso agresivo sobre inmigración desde que desembarcó en político en 2015, es percibido en las encuestas como una opción más confiable en este asunto. Según un sondeo reciente de Reuters/Ipsos, el 44% confía más en Trump para gestionar la inmigración, mientras que el 33% elige a Harris. Con el endurecimiento de su mensaje, Harris busca recortar distancia con Trump y tratar de imponer la idea de que ella también será dura como presidenta con la inmigración.

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Javier Ansorena | Corresponsal en Nueva York

Para ello se desplazó hasta Douglas, una localidad fronteriza de Arizona, uno de los estados clave que decidirá la elección y el único que comparte frontera con México. Allí paseó delante de una valla fronteriza, charló con agentes de la Patrulla de Fronteras y se rodeó de carteles con el lema 'Seguridad y estabilidad en la frontera' y una gran bandera de EE.UU. para reafirmar su posición sobre inmigración, que ya endureció en su puesta de largo como nominada demócrata en la convención de su partido del mes pasado.

«EE.UU. es una nación soberana y yo creo que tenemos el deber de establecer normas en la frontera y de hacerlas cumplir», proclamó. «Y me tomo esa responsabilidad con mucha seriedad».

Harris aseguró que, si llega a la Casa Blanca, mantendrá las restricciones a las peticiones de asilo impuestas por Biden el pasado junio, cuando el entonces candidato a la reelección trataba de controlar una inmigración masiva que dificultaba su permanencia en la Casa Blanca. Entonces, el presidente de EE.UU. estableció un sistema por el que, en esencia, se cerraba el sistema de petición de asilo si la media de arrestos de inmigrantes indocumentados superaba los 1.500 durante una semana.

La campaña de Harris aseguró durante la visita a la frontera que la candidata demócrata irá más allá: rebajará la media de arrestos y exigirá que esté en esos niveles durante más de una semana. Aunque no dieron detalles, la propuesta es un intento evidente de mostrar su compromiso con la seguridad en la frontera.

Buena parte del discurso de Harris en Arizona estuvo dedicado a atacar a Trump. Como en muchas ocasiones anteriores, le afeó que presionara a los republicanos del Congreso para que no apoyaran una propuesta legislativa impulsada por legisladores de ambos partidos para multiplicar los recursos para reforzar la frontera, imponer restricciones al asilo y financiar los sistemas judiciales para el procesamiento de peticiones de asilo y las deportaciones.

«Él prefiere hacer campaña con un problema en lugar de arreglarlo», dijo sobre Trump. «Y el pueblo estadounidense merece un presidente al que le importe más la seguridad en la frontera que hacer juegos políticos y su propio futuro político».

Junto a la visita a la frontera, la campaña de Harris ha comenzado a emitir anuncios televisivos en Arizona y otros estados clave. «Ella hará segura la frontera», dice la narración. «Necesitamos una líder real con un plan para solucionar la frontera. Y esa es Kamala Harris».

Está por ver a cuántos votantes consigue convencer esta nueva cara dura de Harris con la inmigración. Muchos recordarán que su tono era muy distinto en 2019, cuando se presentó en las primarias demócratas a la presidencia de EE.UU. Entonces defendió la descriminalización de la entrada ilegal en EE.UU. y abogó por dar cobertura médica gratuita a todos los inmigrantes indocumentados.

Quienes no se acuerden de ello tendrán más frescos los tres primeros años de la Administración Biden-Harris, que arrancó con una propuesta de regularización de millones de inmigrantes indocumentados -un efecto llamado que provocó la llegada masiva de inmigrantes a la frontera-, que vivió un caos fronterizo y que batió récords en el arresto de inmigrantes documentados.

Harris tiene a su favor que el endurecimiento impuesto por Biden -que ella ahora quiere ampliar- ha conseguido rebajar con fuerza la presión migratoria en la frontera. El pasado diciembre, las autoridades detuvieron 250.000 inmigrantes indocumentados en la frontera, el récord mensual histórico. Pero en julio, tras las restricciones de Biden, bajaron a 56.000, la cifra más baja desde septiembre de 2020. Y desde entonces, se ha mantenido en niveles similares. Harris buscará apoyarse en esos números en las cinco semanas y media que quedan de campaña para convencer a los votantes de que, ahora sí, pueden confiar en ella para cuidar la frontera.