Los jefes militares de EE.UU. visitan Puerto Rico en plena escalada con Maduro

El viaje de Hegseth y Caine coincide con el despliegue de cazas furtivos F-35 en la base de Muñiz, a menos de mil kilómetros de Caracas, en el mayor movimiento militar en el Caribe desde la crisis de 1962

Trump deja abierta la posibilidad de atacar a los cárteles dentro de Venezuela

El secretario de Guerra, Pete Hegseth, recibido a su llegada a Puerto Rico por la gobernadora Jennifer González REDES SOCIALES

David Alandete

Corresponsal en Washington

En plena escalada con Venezuela, Puerto Rico se ha convertido a en el escenario de una exhibición militar sin precedentes. La isla recibió este lunes por sorpresa la visita de los máximos responsables de la cúpula castrense de Estados Unidos: el secretario de Guerra, ... Pete Hegseth, y el general Dan Caine, jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas.

Según dijo la gobernadora Jennifer González en un comunicado oficial, agradece «al presidente Trump y a su Administración por reconocer la importancia estratégica de Puerto Rico para la seguridad nacional de Estados Unidos y por su lucha contra los carteles de la droga y el narcodictador de Nicolás Maduro».

Las palabras de la gobernadora coincidieron con la llegada a la base aérea de Muñiz, en Carolina, de diez cazas furtivos F-35, a menos de mil kilómetros de Caracas. Es un despliegue inédito que convierte a Puerto Rico en un punto neurálgico de la estrategia militar de Washington en el Caribe.

Sumados a los buques con misiles Tomahawk, submarinos de ataque y más de 4.000 marineros e infantes de Marina ya desplegados, la presencia de los F-35 supone la mayor concentración de poder militar norteamericano en la región desde la crisis de los misiles de Cuba en 1962.

La visita militar llega apenas un día después de que Donald Trump, preguntado por ABC en la Casa Blanca, dejara abierta la posibilidad de extender la campaña antidroga directamente a suelo venezolano. «Ya verás», respondió el presidente a la cuestión de si ordenaría ataques contra carteles dentro del país.

Esa frase, breve y ambigua, marcó un punto de inflexión: hasta ahora, la estrategia se había limitado a interdicciones navales, como el ataque del martes que destruyó una embarcación con once tripulantes en el Caribe.

La Casa Blanca insiste en que no busca un «cambio de régimen», pero la acumulación de tropas y medios a las puertas de Venezuela proyecta la amenaza de que Washington puede golpear en cualquier momento. Trump ya ha duplicado a 50 millones de dólares la recompensa por la captura de Maduro, acusado de narcotráfico por la justicia estadounidense. «El régimen de Maduro no es legítimo, es un cartel terrorista», subrayó recientemente la portavoz Karoline Leavitt.

El secretario de Estado, Marco Rubio, fue aún más claro durante un viaje a Ecuador: «En vez de interceptar la embarcación, por orden del presidente la volamos. Y volverá a ocurrir. Quizá esté ocurriendo ahora mismo». Sus palabras refuerzan la narrativa de que los F-35 en Puerto Rico no son un gesto simbólico, sino un recurso operativo listo para entrar en acción si se precisa.

Según fuentes de la Casa Blanca citadas por la cadena CNN, el equipo de Trump ha identificado cuatro objetivos supuestamente cruciales para el narcotráfico dentro de Venezuela que podría golpear de forma inmediata.

El efecto disuasorio es inmediato. Según fuentes militares, los vuelos de adiestramiento de los F-35 en Puerto Rico ya se realizan en coordinación con buques de la Armada, mientras los marines en la isla ensayan desembarcos anfibios. Puerto Rico se transforma así en plataforma adelantada en caso de una eventual incursión contra objetivos vinculados al narcotráfico en Venezuela.

En Caracas, Maduro respondió con amenazas de «resistencia popular» ante cualquier agresión, un discurso ya habitual. La oposición, liderada por María Corina Machado, mantiene un canal fluido con la Casa Blanca, aunque evita pronunciarse abiertamente sobre una acción militar que podría dividir a la sociedad venezolana.

Washington, entretanto, estrecha el cerco con una combinación de despliegue militar, sanciones económicas, recompensa millonaria y presión diplomática. El cometido es asfixiar las fuentes de financiación ilícita del chavismo y provocar fracturas internas que debiliten al propio Maduro.

Los cazas furtivos F-35 pueden alcanzar Caracas en poco más de una hora, situando a la isla en la primera línea de una estrategia que ya no se limita a aguas internacionales. En ese contexto, el «ya verás» de Trump se interpreta en Washington, en Caracas y en las capitales europeas como una advertencia con posibilidad rápida de convertirse en una acción inmediata.

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