Japón y Corea del Sur encauzan su relación ante la hostilidad global
Fumio Kishida comienza hoy su visita oficial a Corea del Sur, la primera de un primer ministro japonés en doce años
Japón y Corea del Sur se unen contra la amenaza nuclear de Kim Jong-un
Corresponsal en Pekín
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Iniciar sesiónUn futuro inquietante invita a Japón y Corea del Sur a dejar atrás un convulso pasado. Por eso el primer ministro Fumio Kishida ha aterrizado hoy en Seúl, en la primera visita oficial en doce años de un jefe de Gobierno nipón al país ... vecino. A lo largo de este domingo mantendrá un encuentro personal con el presidente surcoreano Yoon Suk-yeol, con la amenaza de Corea del Norte como el principal tema sobre la mesa.
«Espero tener un intercambio de puntos de vista a corazón abierto con el presidente Yoon de acuerdo a nuestra relación de confianza», ha declarado Kishida a medios japoneses antes de abandonar Tokio. «Desde marzo, hemos tenido varios niveles de comunicación en áreas que incluyen finanzas y defensa, y espero seguir avanzando esta tendencia vigente».
Una tendencia, en efecto, opuesta a la de años precedentes. Todas las desavenencias tienen un arranque común: la ocupación japonesa de la península entre 1910 y 1945. Las más punzantes hacen referencia a los 800.000 surcoreanos empleados como mano de obra forzosa en empresas niponas y las 200.000 «mujeres de confort», eufemismo para las esclavas sexuales del ejército nipón durante la II Guerra Mundial. Esta etapa deja también disputas territoriales alrededor de los islotes Dokdo, controlados por Corea del Sur desde la rendición de Japón en 1945, donde se conocen como Takeshima.
Abe, el hombre destinado a cambiar Japón
Pablo M. DíezDurante sus dos épocas en el poder, entre 2006 y 2007 y 2012 y 2020, este primer ministro conservador intentó reformar la Constitución pacifista e impulsar la economía para hacer frente al auge de China
El Tribunal Supremo de Corea del Sur dictaminó en 2018 que las empresas japonesas Mitsubishi y Nippon Steel debían indemnizar a las víctimas de explotación laboral, lo que reavivó el desencuentro entre ambos países. Poco después, Japón impuso restricciones a las importaciones procedentes de Corea del Sur. El por entonces presidente surcoreano, Moon Jae-in, adoptó una postura intransigente que imposibilitó el diálogo, un proceso que su sucesor Yoon ha tratado de revertir desde su llegada al poder en mayo de 2022.
El pasado mes de febrero este proclamó que Japón había pasado de ser un «agresor militarista» a un «socio que comparte los mismos valores universales que Corea del Sur», y semanas más tarde su Gobierno desveló un proyecto para resarcir a los trabajadores forzosos del periodo colonial. Estos gestos condujeron a la visita oficial de Yoon a Tokio en marzo –la primera de un presidente surcoreano en doce años–, donde ambos mandatarios acordaron normalizar las relaciones diplomáticas y, por tanto, a la de Kishida hoy.
Un primer ministro nipón no pisaba Corea del Sur desde el encuentro mantenido en febrero de 2018 entre el difunto Shinzo Abe y Moon con motivo de la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Invierno de Pyeongchang, pero la última visita oficial data de 2011.
Peligro norcoreano
Corea del Norte representa el gran desafío común. «Se espera que los dos líderes conversen sobre maneras de reforzar su cooperación en materia de seguridad para hacer frente a la creciente amenaza nuclear y balística de Corea del Norte», adelantaba la agencia de noticias surcoreana 'Yonhap'. La belicosidad de Rusia y las aspiraciones de China estarán asimismo en la agenda.
«También es probable que se pongan de acuerdo sobre la necesidad de impulsar la cooperación trilateral entre Seúl, Washington y Tokio para una mayor disuasión nuclear contra Corea del Norte», añadía la agencia. Estados Unidos trata desde hace tiempo de facilitar una reconciliación, pues la discordia entre sus dos aliados más próximos en la región supone un obstáculo para su operatividad allí. De hecho, Yoon ejerce hoy de anfitrión después de que Joe Biden le hospedara a él hace apenas una semana.
A la hora de fraguar esta componenda, ambos mandatarios deberán lidiar con sus respectivas opiniones públicas. «La visita de Kishida pretende impulsar la posición en la política nacional del presidente Yoon Suk-yeol, la cual ha empeorado en parte a causa de sus esfuerzos por reparar las relaciones con Tokio; pero si Kishida no ofrece medidas conciliatorias adicionales, la visita podría no ser recibida de manera positiva por el público surcoreano», destacaba la consultora Eurasia en un informe reciente.
El pasado mes de febrero este proclamó que Japón había pasado de ser un «agresor militarista» a un «socio que comparte los mismos valores universales que Corea del Sur»
Por este motivo, una de las expectativas de este viaje consiste en que Kishida pronuncie alguna suerte de disculpa de formulación más o menos abstracta, en particular en relación a las «mujeres de confort». Japón siempre ha negado toda responsabilidad directa al respecto, asegurando que los burdeles fueron establecidos y gestionados de manera privada; aunque en 2015 estableció un fondo de ayudas para las víctimas –iniciativa paralizada por la tensión bilateral–, quienes continúan exigiendo una disculpa oficial.
Los acuerdos generales de naturaleza económica ya están encarrilados después de que esta semana sus respectivos ministros de Finanzas, el surcoreano Choo Kyung-ho y el nipón Shunichi Suzuki, se reunieran por primera vez en siete años durante un evento del Banco de Desarrollo Asiático. Corea del Sur ya ha retirado sus restricciones comerciales, y se espera que Japón haga lo propio pronto.
«Japón y Corea del Sur son vecinos importantes que tienen que cooperar mutuamente para responder a la diversa agenda de la economía mundial y regional», apuntó entonces el ministro japonés. «Los dos países tienen que darse la mano para responder a riesgos geopolíticos como el armamento nuclear de Corea del Norte o la invasión rusa de Ucrania». El porvenir y sus peligros así lo exigen.
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