De hombre de Dios a pistolero del infierno

Nació en 1987 en Mermmingen, en Baviera, y creció en un hogar católico en la «tranquila Kempten», de su idílica infancia. Se formó como banquero en Múnich antes de dedicar un año al servicio comunitario y titularse también en Administración de Empresas. En su página web se presentaba como «asesor financiero», «cosmopolita» y «europeo declarado». Era hincha del FC Liverpool y recordaba con emoción la primera vez que pisó el estado de Anfield Road, en Reino Unido, además de su viaje en 2008 para presenciar un partido contra el Arsenal y disfrutó, junto con su pandilla de amigos, desde «la tribuna de pie más famosa del mundo, que tuvo que convertirse en tribuna de asientos en 1994 por motivos de seguridad».

Tras acabar sus estudios, su «comprensión analítica y pronunciada intuición» lo llevaron a la capital financiera alemana, Fráncfort, donde según su perfil de Linkedin trabajó desde 2014 en firmas tan relevantes como Deutsche Bank, Tschibo o la consultora PwC. Hasta que la pandemia le hizo pensar que quería cambiar de vida, reducir el nivel de estrés, y se estableció por su cuenta en el elegante Ballindamm, un exclusivo barrio en el corazón de Hamburgo. La tarifa de su «consultoría holística» era de 250.000 euros más IVA y presumía de haber denunciado a varias empresas por fraude.

Gracias a sus fundamentos teológicos había desarrollado un enfoque de asesoría propio, capaz de «definir valores» y no le iba mal. Fue entonces cuando abandonó el catolicismo por los Testigos de Jehová. En sus redes sociales compartía imágenes «pasando tiempo en calma, en un entorno soleado y junto al agua», y también sus pensamientos religiosos. En diciembre del año pasado publicó un libro titulado 'La verdad sobre Dios, Jesucristo y Satanás', que describía como un «trabajo estándar sobre teología y derecho», en el que defendía que «contrariamente a la creencia popular, Dios, Jesucristo y Satanás no son seres abstractos en el cielo. No, más bien estamos tratando con seres espirituales muy poderosos que, como nosotros los humanos, tienen sentimientos y, por lo tanto, a veces actúan impulsivamente». Sus elaboraciones teológicas propias no fueron bien vistas, sin embargo, por otros miembros de la comunidad a la que pertenecía y que decidió abandonar hace año y medio «en términos no muy amistosos», según explicó ayer un portavoz policial.

Los Testigos de Jehová se caracterizan por una ruptura total de relaciones con quienes abandonan. El mes pasado, la Policía recibió una llamada anónima informando que sus capacidades mentales estaban alteradas, por lo que fue objeto de una inspección rutinaria de su licencia de armas y sometido a un examen psicológico que superó con éxito.

Con su propia pistola en el bolsillo, entró el jueves a las nueve de la noche en el Salón del Reino y comenzó a disparar, buscando en los improvisados escondites a quienes intentaban evitar la muerte. En el edificio se encontraron 15 cargadores con 15 balas y otras 200 balas sueltas. Efectuó un total de 135 disparos antes de que llegase la Policía y subió después al tejado, donde la última bala fue para sí mismo.