Guillermo Lasso: «Maduro quiere convertir Venezuela en una Cuba 2.0»

Esta semana se encuentra en Madrid para participar en un varios eventos –uno de ellos ha sido el de impartir, en la Universidad de Navarra, una conferencia sobre el liderazgo en América Latina–, que ha combinado con reuniones políticas como la que mantuvo este lunes con el presidente electo de Venezuela, Edmundo González, exiliado en España desde el pasado 8 de septiembre. «Le he expresado el apoyo de todos los expresidentes de América Latina, y mi apoyo personal y mi respaldo a una causa que debe ser la causa de todos los demócratas del mundo: la victoria nítida de Edmundo González, que no quiere ser reconocida por una dictadura que viola los derechos humanos y que tiende a actuar con instinto criminal contra el pueblo de Venezuela», subraya.

—Después de vivir unos días muy intensos, ¿cómo ha encontrado de ánimo a Edmundo González?

—Lo he visto bien, tiene claras las ideas, hemos hablado de una en particular: ni un paso atrás. Por ningún motivo hay que perder el objetivo claro de defender la nítida victoria del 28 de julio. Que nada nos distraiga a los demócratas del mundo que no sea reconocer esa legítima victoria demostrada por él y por una heroína como María Corina Machado, que sigue en Venezuela batallando y corriendo el riesgo de que una dictadura, de corte criminal, pueda actuar contra ella.

—Parecía que había esperanza de un cambio en Venezuela, pero se ha desvanecido. ¿Qué se puede hacer ahora?

—Hay que seguir con la presión internacional. Creo que este es el peor momento de los 25 años del chavismo. Y no hay que soltar la presa, hay que seguir asfixiándola con la opinión internacional y con la demanda que se ha presentado ante la Corte Penal Internacional (por crímenes de lesa humanidad). Se requiere de la decisión de los principales líderes de América y de Europa. Y en este caso los EE.UU. juegan un papel crucial y fundamental. Y esperamos que después de las elecciones de noviembre tengamos una posición aún más firme de la que han tenido.

—A la negociación de EE.UU. para que Maduro celebrara unas elecciones transparentes y diera unos resultados claros, se ha sumado la protagonizada por México, Colombia y Brasil, bastante tibia...

—Su papel es tibio y ambiguo, no es claro como la posición del presidente Boric, a quien respeto mucho más allá de sus ideas políticas, que son diferentes a las mías. Él es un demócrata y me parece que ha jugado un papel fundamental con sus declaraciones frente a la dictadura de Maduro y sus secuaces.

—¿Qué es lo que quiere Maduro para abandonar el poder? ¿Que se detenga la investigación en La Haya?

—Eso no va a desaparecer. Creo que lo que Maduro busca es quedarse eternamente en el poder, convertir a Venezuela en una Cuba 2.0; y eso es lo que tenemos que evitar con la presión internacional de los gobiernos y de todos los actores democráticos de la región.

—Usted va a ofrecer una conferencia sobre los líderes de América Latina, en su opinión, ¿cómo son los actuales líderes y cómo deberían ser?

—Un líder siempre está comprometido con las causas del pueblo al que quiere representar. Hoy hablaré sobre mi experiencia, de cómo asumí el poder en Ecuador en medio de una pandemia. Y ese fue mi primer desafío, sacar adelante al pueblo ecuatoriano vacunando al 53% de la población en los primeros 100 días de mi gobierno. Construir puentes, carreteras, hospitales, escuelas... es muy importante, y yo lo hice, pero salvar vidas del 100% de la población ecuatoriana es aún más importante.

—Pero le quedaron asignaturas pendientes, como la criminalidad, que ha convertido a Ecuador en el país más peligroso de la región.

—El tema de la inseguridad es un problema al que se está enfrentado América Latina. Pero, ¿cuál es el fenómeno? Ecuador era un país de tráfico de drogas entre Estados Unidos y Europa, pero en este siglo se convirtió en un país de consumo de droga, donde se trafica en pequeñas cantidades y esto lleva a la pugna entre distintos grupos de crimen organizado que se disputan el territorio, y eso ha generado violencia. Pero lo más grave es que aquellos violentos pretenden espacios políticos formales en las instituciones del Estado; y lo más grave aún es que algunos líderes políticos, con sus partidos, se han prestado de puente para que aquellos representantes de grupos delincuenciales organizados lleguen, por ejemplo, a la Asamblea Nacional. Eso es muy peligroso.

—Al poco tiempo de asumir el poder, el presidente Noboa declaró el conflicto armado interno. ¿Usted nunca se planteó llegar hasta ese extremo para frenar la violencia?

—En mi gobierno declaramos al narcotráfico y a la minería ilegal enemigos de la seguridad del Estado; Noboa fue un paso más allá, y declaró una guerra interna, que está teniendo algunos resultados pero también algunos problemas, como el impacto negativo en la economía, este año su crecimiento va a ser prácticamente nulo. Deseo lo mejor para mi país, pero el tema de la inseguridad es un problema, que no nació en mi gobierno sino con otros anteriores, pero que yo denuncio. Aquellos actos de violencia en el Gobierno fueron impulsados por líderes políticos que buscaban desestabilizar la democracia en el Ecuador. Y la salida constitucional que yo encontré fue disolver la Asamblea Nacional y convocar elecciones anticipadas.

—¿Se arrepiente de esa decisión o cree que fue lo más acertado?

—Fue lo más sensato. Puse el interés de los ecuatorianos por delante de mi propio interés por conservar el poder. Normalmente los políticos quieren permanecer en el poder a cualquier costo de los ciudadanos. Yo hice todo lo contrario, y le devolví al ciudadano el poder de elegir a nuevas autoridades. Yo no podía permanecer en el poder en unas circunstancias en las que ya veía la desestabilización en algunos indicadores macroeconómicos, y tenía que anticiparme para evitar un costo mayor para Ecuador. Creo que hoy la conciencia de aquellos vinculados con grupos delincuenciales que me interpelaron en la Asamblea Nacional y pretendieron mi censura deben tener la conciencia muy sucia porque ellos sí que ponen por delante su interés personal por encima del interés común de los ecuatorianos.

—Pronto se cumplirá un año del Gobierno de Daniel Noboa, ¿cómo valora su liderazgo?

—Creo que diez meses es muy poco tiempo para hacer una valoración. Lo que puedo decir, sobre todo estando en el exterior, es desearle todo el éxito posible. A él o a cualquier presidente en funciones. Hay que dejar gobernar a los presidentes, no podemos vivir con este acoso diario. Hace diez meses yo estuve en ese despacho y sentía esa presión irracional en muchos momentos. Hay que dar espacios de gobernabilidad. En este caso me abstengo de dar una opinión sobre él, lo que deseo es su éxito.

—En estos meses, Noboa ha tomado alguna decisión controvertida, como la entrada en la Embajada de México, en Quito, lo que provocó la ruptura de relaciones con ese país. ¿Usted habría tomado una decisión como esa?

—No, jamás se me habría ocurrido violar el derecho internacional. Lamentablemente fue una decisión equivocada. Yo nunca estaré de acuerdo con la violación del derecho internacional porque en el momento que se hace terminó la democracia. Esa es una actitud agresiva que marca un mal precedente. Mire usted lo que está sucediendo en Venezuela y la presión contra la Embajada de Argentina (donde hay refugiados seis opositores venezolanos), esperemos que no hagan lo que hizo el Gobierno de Ecuador con la Embajada de México.

—Para que México restablezca las relaciones exige que el ex vicepresidente Jorge Glas sea excarcelado y pueda viajar a México...

—Eso es imposible. Está el Convenio de Caracas que no permite a los gobiernos dar asilo a delincuentes sentenciados por la justicia, y Glas es un delincuente sentenciado por la justicia. Creo que Ecuador tenía en sus manos la opción jurídica, respetando el derecho internacional de demandar a México ante las cortes internacionales por haber dado asilo a una persona sentenciada por corrupción en Ecuador.

—Usted presentó un libro ('900 días. Democracia y resultados') una semana antes de dejar el poder; está colgado en su web y se puede leer de manera gratuita. En él recoge los logros de su gestión como presidente. ¿Cree que su mandato ha sido poco reconocido?

—Como decía Churchill, es mejor que uno escriba la historia y no que lo adversarios lo hagan. Lo que yo estoy haciendo es dejando hitos para la historia de Ecuador. Logramos muchas metas, como la vacunación, como ya dije; en segundo lugar, mi gobierno fue el primero en la historia de Ecuador que toma el problema de la desnutrición crónica infantil y lo eleva a nivel de política pública. Logramos una reducción de 23,6 a 20,1 en dos años y medio, y eso ya es una política de Estado pues la ha continuado el actual gobierno. Por mi parte, yo seguiré con esa lucha hasta el último día de mi vida. El 1 de octubre presentaré en Quito la fundación, la página web y el libro sobre las experiencias en política pública, en particular.

—Recientemente Noboa ha anunciado su intención de cambiar la Constitución para permitir que las bases extranjeras puedan establecerse en suelo ecuatoriano...

—Creo que es una propuesta populista, y en este instante, desde el punto de vista pragmático, no existe esa posibilidad de que un país como EE.UU. establezca una base en Ecuador. Ellos acaban de decir que no tienen interés en hacerlo. ¿Y eso por qué? Porque la tecnología se desarrolla. Lo que usted hace en una base a distancia casi que se puede hacer desde un iPad desde cualquier ciudad de EE.UU. Mi gobierno suscribió acuerdos importantes en materia de seguridad con EE.UU. El principal, un apoyo para los próximo 7 años en base al cumplimiento de 169 metas: el apoyo en equipos, tecnologías, en armamento... Y si usted valora todo esto, puede llegar a cerca de los 3.500 millones de dólares. Un segundo convenio de interceptación aérea, facilitando la logística en una de las islas de Galápagos; y la interceptación marítima para interceptar lanchas con droga...

—Antes le mencionaba el problema del suministro de electricidad, agravado con la sequía, lo que ha provocado cortes de luz este fin de semana en Ecuador. ¿No abordaron este problema durante su gobierno?

—La crisis de lluvia es una crisis sin precedentes, me tocó vivirla durante mi gobierno y también le ha tocado al actual. En mi gobierno, antes de concluir, dejamos suscritos acuerdos con el sector privado por energía eólica y fotovoltaica, más hídrica por cerca de 840 'megabytes'. Si este gobierno (el de Noboa) hubiera continuado con el proceso y no hubiera actuado con prejuicios políticos, probablemente esa crisis hubiera sido superada. Trabajamos mucho en lo que podría suceder este año. Y también dejamos negociado, no firmado, con una empresa turca la provisión de más de 250 'megabytes' para suplir la energía que podía verse afectada por la sequía. También negociamos con Colombia. Y le agradezco al presidente Petro que en una tarde negociamos, y Colombia nos proveyó de energía. Lamentablemente ahora, también está sufriendo una sequía, no tienen apagones pero tiene que tomar sus precauciones para conservar su capacidad. Hay una solución a medio plazo para este problema, y es cambiar ese artículo de la Constitución ecuatoriana que prohíbe la inversión en sectores estratégicos como energía, petróleo y minería de la inversión privada.

—Por último, parece que se va a reeditar el enfrentamiento en las próximas elecciones, que se celebrarán el 9 de febrero, entre Daniel Noboa y la correísta Luisa González, los dos favoritos según las encuestas.

—Eso está por verse, todavía no ha comenzado la campaña y hay oportunidad. Mi movimiento político CREO (Creando Oportunidades), al que daban por muerto después de que yo entregué el poder, ha presentado candidato presidencial (Francesco Tabacchi); a la asamblea, en todas las provincias de Ecuador; y vamos a mantener la esperanza de un gran desempeño de nuestro candidato presidencial.

—La anterior campaña fue muy violenta, ¿teme que se repita en esta?

—Siempre me preocupa, pero sin duda alguna fue inédito en el Ecuador que un candidato a la presidencia (Fernando Villavicencio) fuera acribillado y fue el momento más crítico de mi gobierno... En lo personal, era un amigo.

—¿Cree que el expresidente Rafael Correa va a interferir de alguna manera en las próximas elecciones?

—Él busca desestabilizar la democracia en Ecuador de cualquier manera desde el primer día que se fue al exterior porque no quiere enfrentarse a la justicia ecuatoriana. Con un mero tuit intenta desestabilizar la democracia. Mientras él pierde el tiempo en destruir Ecuador, yo estoy trabajando en Ecuador, entro y salgo libremente.