El 'fichaje' de un rapero con historial racista e islamista divide a la izquierda francesa

Los populistas invitan al cantante Médine a su campus de verano ante el estupor de sus socios de coalición

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El rapero francés Médine Zaouiche AFP

Juan Pedro Quiñonero

Corresponsal en París

Un incidente de racismo divide a las izquierdas francesas –ecologistas, socialistas, comunistas y populistas– que, juntas, tienen menos electores y diputados que la extrema derecha tradicional de Marine Le Pen.

Europa Ecología-Los Verdes (EELV) y La Francia Insumisa (LFI) han invitado ... a sus 'universidades' de verano al rapero Médine (su nombre completo es Médine Zaouiche), nacido en Le Havre en 1983, de padres africanos. En la tradición política francesa, las 'universidades' veraniegas son grandes reuniones donde cada partido lanza la 'rentrée' política, el comienzo del nuevo curso, presentando sus ideas y proyectos.

La iniciativa de EELV y LFI comenzó causando estupor entre los militantes de ambas formaciones. Médine arrastra las cacerolas de un rosario de polémicas racistas y su cohabitación frecuente y 'musical' con el islamismo subversivo, terrorista. Muchos electores y militantes ecologistas apoyan el activismo pacífico. Pero parte de la dirección de EELV giró hace tiempo hacia un 'ecologismo de combate', sembrando una primera división. La invitación a la gran misa laica del verano ecologista atizó las divisiones. Muchos ecologistas más o menos radicales consideran «infumables» las letras racistas de Médine.

En el seno de LFI, la invitación de Médine agravó las tensiones entre el líder del partido, Jean-Luc Mélenchon, sus amigos, en la dirección, y buena parte de la vieja guardia. LFI comenzó siendo un partido de extrema izquierda clásica para derivar hacia el multiculturalismo más radical. Este verano han estallado las divisiones.

Melancolía impotente

EELV y LFI forman parte de la coalición Nupes (Nueva Unión Popular Ecológica y Social), concebida como alianza electoral en las elecciones legislativas de junio del 2022. Hace catorce meses, Nupes consiguió menos votos y menos escaños que Agrupación Nacional, el partido de Le Pen. Desde entonces, Mélenchon ha intentado liderar el futuro de la coalición. En vano. El PS y el PCF, convertidos en sombras de lo que fueron, partidos sin influencia política visible ni implantación electoral en toda Francia, se han resistido. El racismo de extrema izquierda de una parte de la dirección de EELV y LFI ha agravado las tensiones y divisiones.

El PS nunca fue un partido obrero ni popular, votado por clases medias y funcionarios. El racismo de Médine, asumido por dirigentes ecologistas y de extrema izquierda, causa pavor en la dirección socialista y entre sus electores. Las viejas glorias, comenzando por el expresidente Hollande, contemplan la crisis de todas las izquierdas con callada melancolía impotente.

El PCF histórico fue un partido bastante obrero. Hasta que una mayoría de obreros franceses abandonó el comunismo electoral por la extrema derecha de la familia Le Pen. El 35% de los obreros franceses votan extrema derecha desde hace treinta años. La nueva dirección del PCF intenta renovarse y «reconquistar» parte de su antiguo electorado. El racismo de Médine dinamita las relaciones entre el PCF y LFI.

Desde LFI, Mélenchon acusa a sus renuentes «aliados» socialistas y comunistas de «alta traición». Desde el PS y el PCF, el griterío extremista confirma la decisión de mantenerse al margen y alejados de personajes como Médine, que también marca un nuevo rumbo de una cierta canción francesa: la emergencia de un rap radical, que no duda en «coquetear» con el islamismo radical, próximo la yihadismo terrorista.

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