La extrema derecha se beneficia de la crisis nacional que sufre Francia

El país se enfrenta hoy a una nueva jornada de huelgas y protestas contra la reforma de las pensiones

La suspensión de la visita de Carlos III a Francia se vive como una humillación nacional

Empleados del Museo del Louvre bloquean la entrada durante una protesta AFP | ATLAS

Juan Pedro Quiñonero

Corresponsal en París

Décima jornada de protestas contra la aprobación, con un decretazo, sin debate parlamentario, de la reforma del sistema nacional de pensiones, con más de 300 manifestaciones previstas para este martes en toda Francia, caída de hinojos en una crisis nacional grave.

Las huelgas en ... todos los sectores estratégicos (ferrocarriles, transportes públicos, distribución de energía), agravarán los distintos frentes de la crisis. El puesto de Francia en Europa se deteriora llamativamente cuando Emmanuel Macron y las izquierdas se tiran a la yugular política el riesgo de crisis institucional, en beneficio creciente de la extrema derecha liderada por Marine Le Pen.

Tras un fin de semana de violencia muy dura contra la construcción de un gran embalse, en Sainte-Soline, en la región de Nueva Aquitania, la jornada nacional de ayer comenzó con un rosario de noticias inquietantes: el 15% de las estaciones de servicio están sufriendo la penuria de combustibles; numerosos domicilios y oficinas de diputados próximos a Macron están sufriendo ataques de vandalismo; el Museo del Louvre se vio forzado a cerrar; se multiplican las acciones de protesta en universidades y ciudades de provincias…

Emmanuel Macron, por su parte, intentó poner a sus tropas en posición de combate, recibiendo a sus ministros y diputados para repetir las consignas básicas: «Flexibilidad sin ceder en lo esencial». El presidente lanzó personalmente su ofensiva contra las izquierdas unidas de la Nupes (Nueva Unión Popular, Ecológica y Social), que «une» de manera aleatoria a La Francia Insumisa (LFI, extrema izquierda), el PS, el PCF y EELV (Europa Ecología Los Verdes), declarando: «La extrema izquierda intenta privar de validez y legitimidad nuestro orden institucional. El próximo paso será intentar deslegitimar nuestro Tribunal Constitucional».

El presidente de la República parece estar convencido que el Conseil Constitutionnel (CC), equivalente al Tribunal Constitucional de España, dará su visto bueno a su proyecto de Ley aprobado con un decretazo. Se trata de una esperanza arriesgada.

Violar el orden constitucional

La Francia Insumisa (LFI), desde la extrema izquierda, y Agrupación Nacional (AN), desde la extrema derecha, han presentado recursos ante el CC, estimando que la aprobación, con un decretazo, sin debate parlamentario, del proyecto de reforma del sistema nacional de pensiones, no ha respetado y sí ha violado el orden constitucional. Élisabeth Borne, primera ministra, ha presentado otro recurso, ante el mismo CC, esperando recibir la aprobación constitucional. Si el Tribunal Constitucional aprueba el proyecto de Ley, los sindicatos sufrirán una grave derrota. Si el Tribunal no aprueba ese proyecto, el jefe del Estado será derrotado en el terreno capital del orden institucional. El CC solo dará su sentencia a lo largo del mes de abril.

Ese forcejeo favorece de manera espectacular a Marine Le Pen y su partido, AN. Las izquierdas están menos unidas de lo que pudiera parecer. Macron está asilado y 'refugiado' en el Elíseo. AN es, desde hace años, el primer partido obrero de Francia y el partido más votado entre los jóvenes de menos de treinta años. Los sondeos de opinión confirman esa tendencia.

Más allá de la crisis inmediata, la batalla de las pensiones, Francia está viviendo la agravación de otra crisis de fondo, con un paisaje político en descomposición. Izquierdas y derechas tradicionales divididas y en ruinas. Extremas izquierdas y extremas derechas vociferantes y pujantes. Espectáculo agravado por la maloliente crisis de la no recogida de las basuras en París, con un costo diplomático creciente.

La visita de Estado del Rey de Inglaterra, la semana pasada, debía reinstalar a Francia en la primera línea de la diplomacia europea, con un símbolo espectacular: Carlos III y el presidente Macron bajando, en coche descubierto, por los parisinos Campos Elíseos. La suspensión y aplazamiento indefinido de esa visita fue percibido como una penosa humillación nacional.

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