Estados Unidos se plantea el final de la propina
Washington decidirá en noviembre si acaba con el extra sobre la cuenta. Los camareros de la capital federal se oponen a esta iniciativa demócrata que resultaría catastrófica para sus ingresos
Corresponsal en Washington
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónPocas cosas hay tan intrínsecamente americanas como la propina. Quienes llegan a Estados Unidos por primera vez se deben aprender el ritual, a riesgo de ser reprendidos en público: es necesario dejarle a los camareros alrededor de un 20 por ciento extra sobre la ... cuenta. Y muchas veces esa misma cuenta ya sugiere por sí misma el importe a añadir. Por ejemplo, si una cena cuesta 60 dólares, lo normal es dejar unos 12. No hacerlo es condenar al camarero a un salario miserable, pues los bares y restaurantes, como es sabido aquí, pagan muy poco.
Ahora, sin embargo, la capital federal somete a votación si acaba con ese modelo. En las elecciones parciales del 8 de noviembre, en las que se renueva el Capitolio, los washingtonianos decidirán si los casi 6.000 camareros de la ciudad deben recibir por ley el salario mínimo. Y lo que suena a un avance a celebrar por los afectados, ha acabado siendo todo lo contrario.
El sentir mayoritario de los camareros en Washington es que un salario mínimo garantizado se quedará en eso, mínimo, y les afectará de una forma catastrófica. «Esta iniciativa presupone que las personas que trabajan en bares y restaurantes no son capaces de organizarse para protegerse», asegura Zach Hoffman, de 30 años, y que ha trabajado 13 de ellos en el sector, como camarero, barman y ahora gestionando un club. «Hay mucha gente para la que esto es una carrera. Su profesionalidad se traduce en las propinas que reciben. Y se puede ganar bastante con esos, puedes brillar y llegar a ganar bastante dinero«, añade.
Meca culinaria en EE.UU.
Según Hoffman y otros camareros consultados, alguien que trabaje en el sector y reciba propinas puede llegar a ganar unos 80.000 o incluso 90.000 dólares anuales si llega a los mejores bares y restaurantes, donde las cuentas suelen ser más abultadas. En años recientes, gracias a la presencia de referentes de la cocina mundial como el chef José Andrés, Washington se ha convertido en una de las mecas culinarias en EE.UU. Tiene la ciudad 24 restaurantes con estrella Michelin, entre los que destaca una adición reciente que causa sensación en todo el país: el valenciano Danny Lledó con su establecimiento Xiquet.
El principal motivo de los recelos de los camareros que se oponen a la llamada Iniciativa 82, que les quiere subir el salario base, es que creen que esta provocará un aumento de los precios que afectará a los clientes y a la vez un descenso de sus propios ingresos.
El objetivo de esta iniciativa es que los camareros cobren el mismo salario mínimo que el resto de empleados. En la actualidad, el salario mínimo de los trabajadores que reciben propinas en Washington es de 5,35 dólares por hora, frente a los 16,10 dólares de los demás trabajadores. Esto quiere decir que un camarero que trabaje unas ocho horas diarias librando dos días, recibiría apenas unos 941 dólares al mes, un salario ínfimo si se tiene en cuenta que el alquiler medio de un apartamento de una habitación en la ciudad es de 2.400 dólares, según informes de consultoras privadas.
Así, las propinas se convierten en realidad en su fuente de ingresos, y muchos usan lo que les paga el jefe para pagar los impuestos. Tal es así que a pesar del mísero salario base, un 90 por ciento de camareros a nivel federal ingresa de hecho más de 4.200 dólares al mes, según cifras de 2021 del departamento de Trabajo. La capital, según esas mismas cifras, es la ciudad que mejor paga a sus camareros de todo el país. De los casi 6.000 camareros en el Distrito de Columbia, el salario medio es de casi 50.000 dólares anuales.
Es más, hoy por hoy si un camarero al final de mes, contando propinas, ha ganado menos de 16,10 dólares por hora, el patrón debe poner lo que le falta para llegar a esa cifra. Los sindicatos sin embargo denuncian que esas compensaciones no suelen producirse, y que los bares y restaurantes no suelen compensar adecuadamente a quienes ganan menos. Además, normalmente el camarero que recibe la propina debe a su vez dársela a aquellos que hacen posible su trabajo: ayudantes y limpiadores.
Iniciativa 82
Si la Iniciativa 82 queda aprobada, los empleados del sector servicios, reciban propinas o no, deben tener garantizado un salario mínimo de 16,10 dólares la hora, sin tener que repartir ni negociar nada más. Las propinas, que no quedarían prohibidas, irían aparte.
Quienes se oponen, incluidos los mayores restaurantes de Washington y una clara mayoría de los camareros, afirman que los bares y restaurantes deberán aumentar precios para compensar ese aumento de salarios y que seguramente deban incluir un sobreprecio por servicio, que no iría a parar a los camareros. Hay una minoría de restaurantes en Washington que ya hace esto, y muchos han eliminado la opción de dar propinas.
La ordenanza la planteó un camarero de 31 años llamado Ryan O'Leary, que durante la pandemia fue despedido de su trabajo en el afamado restaurante Hamilton, al lado de la Casa Blanca. En 2021, cuando vio que a muchos otros camareros les sucedía lo mismo que a él, perdían su modo de vida porque dependían de las propinas que se esfumaron de la noche a la mañana por los confinamientos, decidió llevar el asunto del salario mínimo a las elecciones de este año. El objetivo era obtener un 5 por ciento de firmas de los votantes, y lo consiguió, dice, yendo a las colas de vacunación.
Según cuenta O'Leary a ABC, su motivo es avanzar en derechos laborales para estos trabajadores con el objetivo final de sindicalizarlos, a la europea. «Fue una decisión tomada después de ver cómo muchos trabajadores se movilizaban en este país en empresas como Amazon o Starbucks, cómo comenzaban a luchar más por sus derechos», asegura.
Para O'Leary, tener unos ingresos garantizados por el empleador es necesario para no quedar «a merced de la generosidad de clientes que por lo general son buenos, pero que pueden ser racistas, o sexistas, u homófobos, lo que sea; que pueden ofrecer más propina a cambio de soportar agresiones sexuales, o físicas, o verbales; la verdad es preocupante pensar que un camarero debe aguantar todo eso por una propina que se convierte en su modo de vida«.
Este camarero, que hoy se dedica plenamente a organizar a otros trabajadores en el sector, cree que tener unos ingresos garantizados, por magros que sean, da además estabilidad: «En este sector te puede ir muy bien, hay grandes bares y restaurantes, conocidos en todo el mundo, pero lo cierto es que nunca sabes cuánto vas a ganar, no puedes prever nada, debes pagarte tu seguro médico, y no tienes derecho a vacaciones sin negociar que alguien te cubra y esperando que te mantengan el puesto cuando vuelvas«.
Muchos de los camareros en Washington sienten un 'déjà vu' cuando se les pregunta por esta iniciativa. La razón es que una ordenanza casi idéntica ya se sometió a votación en las elecciones parciales de 2018, y ganó el voto popular con un 55 por ciento. Durante aquella campaña quedó claro que una inmensa mayoría de los afectados estaba en contra de la iniciativa, y hubo hasta manifestaciones de camareros. Estos presionaron al gobierno local para que invalidara lo decidido por las urnas, y así sucedió, en un tenso y maratoniano pleno en el que testificaron varios trabajadores.
Experimento inédito
Hoffman era uno de ellos. Asegura que este tipo de medidas son «contrarias al contrato social que existe en el sector servicios en este país». Para él, quienes están tras esta iniciativa son los grandes sindicatos, que quieren ampliar su poder extendiéndose al sector de los bares y restaurantes. «No les basta hacerlo en bastiones demócratas del oeste que lo han aprobado ya, su objetivo es hacerlo en la capital, donde está el gobierno, para sentar precedente», opina. Son de hecho los estados de California, Oregón y Washington los que han aprobado ya una medida similar, que de momento no ha acabado con el sistema de propinas.
Con respecto a la capital, solo en dos ocasiones anteriores ha revocado el gobierno local la decisión de las urnas en referendo, y fue para eliminar topes a sus salarios y a los mandatos consecutivos que podían servir sus miembros. Aun así, con un consejo de gobierno mucho más a la izquierda que hace cuatro años, es muy poco probable que hagan con la Iniciativa 82 lo mismo que con la 77, y por lo tanto todo apunta a que a partir del año que viene Washington se sume a este experimento inédito en la historia americana.
Todo dependerá, es cierto, de que el Capitolio federal lo apruebe, pues de él dependen todos los asuntos de gobernanza de la capital, y es probable que los republicanos recobren allí el poder en las mismas elecciones de noviembre.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete