Dos noches de disturbios en Irlanda del Norte tras una supuesta agresión sexual a una menor dejan 32 policías heridos

La primera noche de altercados comenzó tras una vigilia convocada en apoyo a la víctima de la agresión, que fue autorizada por las autoridades. A lo largo de la tarde del lunes 9, varios grupos de personas se congregaron en el barrio de Larne Road Link, donde, hacia las 21.00 horas, un numeroso grupo de individuos encapuchados se separó del núcleo original de la concentración y comenzó a levantar barricadas, lanzar objetos contra los policías y prender fuego a propiedades privadas. Según fuentes policiales, al menos cuatro viviendas fueron atacadas con artefactos incendiarios, incluyendo cócteles molotov, y varias patrullas resultaron dañadas. Quince agentes de policía sufrieron heridas esa noche. La BBC informó que los atacantes «actuaron de manera deliberada y violenta», y que algunos de ellos portaban armas improvisadas y llevaban el rostro cubierto.

En la noche del martes la violencia se intensificó. De acuerdo con cifras oficiales publicadas por las autoridades, diecisiete policías resultaron heridos, cinco personas fueron detenidas y múltiples inmuebles sufrieron daños por incendios y vandalismo. La suma total de policías heridos en ambas noches asciende así a 32.

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El jefe de Policía, Jon Boutcher, describió la situación como «un ataque organizado, cobarde y totalmente inaceptable» y advirtió de que se están analizando grabaciones y registros visuales con el objetivo de identificar a los responsables. En palabras del propio Boutcher, «estos ataques no solo ponen en riesgo vidas humanas, sino que también socavan el derecho de todas las personas a vivir en paz».

Las autoridades confirmaron que la agresión sexual que motivó la protesta inicial fue denunciada el viernes y que, tras una investigación preliminar, los dos supuestos autores fueron detenidos. Ambos comparecieron ante un tribunal el lunes, en un procedimiento cerrado por tratarse de menores de edad, en el que se solicitó la presencia de un intérprete de rumano. Después, varios residentes de la zona difundieron a través de redes sociales mensajes con contenido xenófobo, vinculando de manera explícita la nacionalidad de los acusados con la naturaleza del crimen.

Como consecuencia directa de los disturbios, varias familias de origen extranjero, sobre todo de Rumania, fueron blanco de agresiones, insultos y amenazas, y sus viviendas acabaron con ventanas rotas y fuegos provocados en entradas y jardines. Algunos vecinos, de acuerdo con declaraciones recogidas por la prensa local, colocaron carteles en sus puertas donde se leía «no somos rumanos», con la intención de evitar agresiones. Al respecto, el comisario asistente Bobby Singleton confirmó que hay «indicios claros de motivación racial» en los ataques y que «se están investigando como un crímenes de odio».

La respuesta política fue inmediata. Los cinco partidos que integran el ejecutivo de poder compartido en Irlanda del Norte (el DUP, Sinn Féin, la Alianza, el SDLP y el UUP) emitieron un comunicado conjunto en el que condenaron «sin reservas los actos de violencia racista» y llamaron a la ciudadanía a respetar los cauces legales en la investigación de cualquier delito. Por su parte, el secretario de Estado para Irlanda del Norte, Hilary Benn, calificó los disturbios como «totalmente injustificables» y aseguró que el Gobierno británico brindará todos los recursos necesarios para garantizar el orden público.

Ballymena, con una población estimada de unas 30.000 personas, ha experimentado en las últimas dos décadas una transformación demográfica considerable, debido en parte a la llegada de trabajadores del este de Europa. Aunque la convivencia ha sido en general estable, la persistencia de discursos antiinmigración y la presencia de pequeños grupos organizados con ideología de extrema derecha han generado episodios esporádicos de tensión, según el Northern Ireland Council for Ethnic Minorities (NICEM).

En este caso concreto, las redes sociales parecen haber desempeñado un papel catalizador en la organización y difusión del odio. Según un análisis de la agencia AP, múltiples mensajes en plataformas como Facebook y Telegram circularon en las horas previas a los disturbios con llamados explícitos a «defender a nuestras niñas» y a «expulsar a los extranjeros». La situación en Ballymena también tuvo un efecto contagio en otras localidades, con pequeños focos de tensión registrados en Lisburn, Coleraine y partes de Belfast.