Los dirigentes europeos abren el baile para el reparto de los cargos importantes en la UE

Las presidencias del Consejo, de la Comisión, del Parlamento y el puesto de Alto Representante constituyen las palancas que van a dar forma a los próximos cinco años de la legislatura europea. Formalmente, el único de estos puestos que tiene una relación directa con las elecciones es el de presidente de la Comisión que, según los tratados, ha de ser elegido por mayoría cualificada por los miembros del Consejo, es decir, los jefes de Estado o de Gobierno de los países miembros, «teniendo en cuenta el resultado de las elecciones», y ese nombramiento tiene que ser ratificado por el Parlamento Europeo por mayoría absoluta de los diputados presentes.

Al presidente del Parlamento lo eligen también los diputados, aunque dado que no ha sucedido nunca que un solo grupo político lograse la mayoría, la tradición obliga a dividir los cinco años de mandato en dos periodos, de modo que dos presidentes se turnan. En cuanto al Consejo Europeo, el presidente es elegido por sus miembros, pero solamente entre aquellos que han formado parte ya de esta institución.

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Ángel Gómez Fuentes | Corresponsal en Roma

Se enfrentaría a Ursula von der Leyen, ahora en el cargo, y a Roberta Metsola, presidenta del Parlamento

Por ahora, lo único en lo que existe prácticamente unanimidad es en que nadie quiere que el liberal belga Charles Michel repita como presidente del Consejo. Su gestión ha sido considerada como mediocre y ha atravesado por un par de escándalos poco decorosos, incluyendo el famoso 'sofagate', el agravio a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, que se vio relegada en su presencia por el presidente turco Recep Tayyip Erdogan. La guinda de sus meteduras de pata fue el anuncio de que dejaría el puesto para encabezar la candidatura de su partido al Parlamento Europeo, lo que causó gran malestar entre los distintos gobiernos, a los que obligaba a buscar un sustituto para medio año. Ha sido tan escandaloso que ni siquiera el gesto de renunciar a sus planes ha servido para hacerse perdonar.

Michel ha tenido algunos aciertos a la hora de construir los consensos europeos, pero no se ha ganado la simpatía de los dirigentes europeos. Como sustituto se habló del portugués António Costa (socialista), que a pesar de sus peripecias legales no ha desaparecido nunca de las quinielas. La decisión se tomará sin duda dentro del paquete de reparto después de las elecciones aunque el mandato no termina hasta final de noviembre, por lo que es probable que no se decida con mucha celeridad.

También está claro que ni los populares ni los socialistas, los dos principales grupos, están interesados en disputarse la presidencia del Parlamento Europeo, por lo que se da por seguro que la actual presidenta, la popular maltesa Roberta Metsola, seguirá otra media legislatura al frente de la Eurocámara, y los últimos dos años y medio será probablemente un socialista quien ocupe el cargo, si se cumplen las predicciones de las encuestas.

Lo que esas predicciones no pueden medir es el desajuste que se ha producido en el caso del cargo más importancia dentro de la UE, la presidencia de la Comisión. La actual presidenta, la alemana Ursula von der Leyen, accedió al cargo en lugar de su compatriota Manfred Weber, que había sido designado como candidato por el grupo popular, pero que llegado el momento no logró el plácet del presidente francés, Emmanuel Macron, lo que abrió el juego de combinaciones políticas hasta que la alemana Angela Merkel, entonces canciller, propuso a su ministra de Defensa.

Lo extraordinario del caso es que Von der Leyen ha sido designada formalmente candidata por los populares, pero con un apoyo muy lejos de ser aplastante. Su gestión durante estos cinco años, sobre todo en materia medioambiental, ha gustado más a la izquierda que a sus compañeros de partido, por lo que la han mantenido de mala gana. Y en las últimas semanas se ha visto claramente que dentro de la propia Comisión tanto el comisario francés, Thierry Breton, como los socialistas –entre ellos Nicolas Schimdt, que es oficialmente el candidato del grupo socialdemócrata– han atacado directamente a Von der Leyen, lo que permite anticipar que también ellos van a intentar desbancarla si hay una combinación de apoyos que se lo permita. En este ambiente ha aparecido la tesis de que, a falta de consenso, hay una propuesta de ofrecer el puesto al italiano Mario Draghi, expresidente del Banco central Europeo (BCE) y del Gobierno de Roma.