CLAVES DE LATINOAMÉRICA
La diplomacia injerencista de Argentina
Ecuador y Chile protestan por la toma de partido de Buenos Aires en asuntos internos de sus vecinos
Ecuador expulsa al embajador de Argentina tras la fuga a Venezuela de una exministra correísta sentenciada por corrupción
Alberto Fernández durante una visita del mandatario a España
La expulsión la semana pasada del embajador argentino en Ecuador ha vuelto a poner en cuestión lo poco «diplomático» de la diplomacia de Argentina, al menos en relación con sus vecinos sudamericanos. El caso de una exministra ecuatoriana condenada por corrupción a la que ... la embajada argentina en Quito otorgó asilo y ahora puede haber facilitado su huida a Venezuela, y las frecuentes protestas de Chile por las críticas que acostumbra a realizar el embajador argentino en Santiago son un ejemplo de la actitud injerencista del Gobierno de Alberto Fernández, él mismo reprobado directamente por sus homólogo chileno y ecuatoriano.
Alberto Fernández ha logrado enervar tanto al presidente de derecha de Ecuador, Guillermo Lasso, como al de izquierda de Chile, Gabriel Boric, quien inicialmente había despertado ilusiones en el peronismo-kirchnerismo sobre un frentismo regional populista, pero que en cambio ha demostrado un respeto institucional poco común entre la izquierda radical. El Gobierno de Fernández no ha llegado a los extremos de absoluta desconsideración hacia algunos de sus vecinos como los protagonizados por Chávez, Maduro o Morales, pero perjudica a Argentina en su deseo de alcanzar una mayor influencia internacional.
Fuga desde la embajada argentina
La embajada argentina en Ecuador aceptó acoger en sus instalaciones en agosto de 2020 a María de los Ángeles Duarte, que había sido ministra en varias carteras con Rafael Correa y condenada unos meses antes a ocho años de prisión por cohecho en un asunto de corrupción. En lugar de mediar para facilitar una rápida entrega a las autoridades ecuatorianas, la embajada argentina protegió entre sus paredes a la exministra durante todo este tiempo; en diciembre de 2022 el Gobierno de Fernández le otorgó asilo formalmente. Como el presidente Lasso negó extenderle un salvoconducto para poder salir de la embajada y abandonar Ecuador, la exministra planeó su fuga, en la que pudieron intervenir las propias autoridades argentinas: Duarte desapareció la semana pasada para resurgir unos días después en Caracas, en compañía del embajador argentino en Venezuela.
El ministro de Exteriores de Ecuador, Juan Carlos Holguín, consideró que «en el mejor de los casos hubo negligencia y en el peor de los casos hubo complicidad» y transmitió la orden de expulsión del país al embajador argentino, Gabriel Fuks, a quien acusó de «mentir y entregar información inconsistente». La embajada había notificado el 13 de marzo la ausencia de Duarte, quien en realidad habría salido de la legación tres días antes aprovechando la celebración de un asado. Habría marchado en un vehículo diplomático; la embajada asegura que las cámaras de seguridad no pudieron grabar nada porque no estar operativas en ese momento.
Para el presidente Lasso, Argentina «traicionó la confianza», según afirmó en un tuit en el que acusó a Fernández de preferir la relación de amistad con el expresidente Correa antes que velar por los intereses de ambas naciones. El presidente argentino le respondió este martes con una carta calificando de reacción «desmesurada» la expulsión del embajador y pidiendo a Lasso que rectificase su «error»; también le aconsejó que, antes de acusar a otros, busque a los responsables de su administración a los que se les escapó la exministra. Esa carta fue respondida de inmediato por otra de Lasso, donde este afirmaba que Fernández no debió conceder asilo a una persona sentenciada y que eso «abona la impunidad». También comentó que su homólogo argentino sabía de la fuga desde el 11 de marzo, dos días antes de que fuera comunicada a las autoridades ecuatorianas.
El embajador «huevón»
En el caso de Chile, los roces han venido de las injerencias en asuntos políticos internos del país por parte del embajador argentino, Rafael Bielsa. Nombrado en agosto de 2020, poco después de ocupar su puesto escribió una carta al diario «El Mercurio» titulada «El comediante Burgos», en la que respondía de modo nada diplomático al exministro del Interior Jorge Burgos por haber criticado al presidente Alberto Fernández y a su vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner. En octubre de 2021 se involucró en el juicio contra el activista mapuche de nacionalidad argentina Facundo Jones Huala, detenido por un ataque incendiario en Chile y extraditado a este país; Bielsa aseguró luego que su intervención fue malinterpretada y que nunca pidió la libertad condicional para el dirigente indigenista. En noviembre de 2021, en la primera vuelta de las presidenciales, llamó «pinochetista» al candidato de la derecha y le acusó de «antiargentinismo». En septiembre de 2022 echó en cara al Gobierno de Boric no haber hecho suficiente pedagogía sobre el texto de la nueva Constitución chilena y por eso una mayoría de chilenos la rechazó, influidos por las falsedades de la derecha.
Harto ya de sus injerencias, el Gobierno chileno ha trasladado a Buenos Aires su malestar. Antonia Urrejola, ministra de Exteriores hasta hace unos días, fue grabada diciendo: «Basta, este huevón hace lo que quiere cuando tiene ganas, ¿y la explicación es que está loco?».
La tirantez también ha venido de la mano del propio presidente argentino. En mayo de 2020 hizo una presentación con diapositivas sobre el impacto del Covid, e indicó que la afectación estaba siendo menor en Argentina que en el Chile del entonces presidente Sebastián Piñera, una comparación con el país vecino no muy elegante. Lo más reciente es la firma estampada por Fernández en febrero en una carta pública del izquierdista Grupo de Puebla en la que se defiende a un imputado en Chile por financiación ilegal de partidos políticos, Marco Enrique Ominami, amigo del presidente argentino, y se critica la Justicia chilena. El presidente Boric le contestó en las redes sociales: «Yo respeto las instituciones; espero lo mismo de mis colegas».