Después de la tragedia, en la que murieron 79 personas, pero hay cientos de desaparecidos –muchos de ellos mujeres y niños que viajaban en la bodega de la embarcación–, los supervivientes, poco más de un centenar, relataron a los servicios de emergencias y a sus familiares –algunos de los cuales hablaron con la prensa– cómo fueron trasladados en camiones refrigeradores desde disntintos puntos al puerto de Libia; y que una vez allí, fueron llevados en lanchas hasta el barco que se encontraba en aguas abiertas libias.
Mientras continúa la investigación sobre quiénes están detrás de esta trama de tráfico de seres humanos, las labores de rescate y recuperación llevadas a cabo hasta el momento no han conseguido recuperar más cuerpos sin vida debido a la profundidad de las aguas en las que se produjo el naufragio –en una de las fosas abisales más profundas del Mediterráneo–, por lo que las esperanzas de encontrar los restos del naufragio son prácticamente nulas.
El rescate continúa
Aunque los medios de comunicación locales afirman que las autoridades helenas pusieron fin este viernes a las labores de rescate, el Ministerio Marítimo ha confirmado a ABC que las labores continúan y que solo se detendrán si las condiciones meteorológicas no lo permiten.
En cuanto a los cadáveres recuperados, estos han sido llevados a los institutos anatómico forense de Atenas y El Pireo, donde el Grupo de Identificación de Víctimas de Catástrofes de la Policía Nacional se está encargando de las labores de identificación, realizando pruebas de ADN y registrando las huellas dactilares de los cuerpos. Según medios locales, entre la ropa de una de las víctimas se ha encontrado un pasaporte sirio.
Por su parte, el Ministerio de Migraciones y Asilo ha habilitado un centro y una línea telefónica donde los familiares de los desaparecidos podrán recibir información y donde, además, se recogerán las muestras de ADN que permitirán identificar a las víctimas recuperadas.
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