Una crisis «de proporciones épicas» para los niños en Sudán tras cuatro meses de violencia
Más de 500 menores, incluidos dos docenas de bebés, han muerto víctimas del hambre y otras enfermedades
Casi 390.000 personas se hacinan en campamentos en Nilo Blanco con escasez de recursos
Mujeres y niños sudaneses en el campo de refugiados de Ourang, en el este de Chad
Desde el pasado 15 de abril, Sudán se ha convertido en el escenario de una guerra entre generales rivales que ha partido en dos a un país de 46 millones de habitantes, con los civiles pagando un altísimo precio.
Las batallas entre las facciones ... del Ejército del general Abdel Fattah Al-Bourhane y los paramilitares de las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) se han extendido por todas las ciudades de Sudán, y la capital Jartum ha sido completamente devastada. El otro gran foco del conflicto está en Darfur, escenario que lleva veinte años sufriendo la violencia. Este caos, que se extiende ya por cuatro meses, ha frustrado cualquier esperanza de que el tercer país más grande de África pueda iniciar una transición hacia un gobierno civil.
Más de 4,5 millones de personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares -un millón han cruzado hacia países vecinos-. Esta situación alienta una crisis humanitaria que, según Naciones Unidas, puede alcanzar «proporciones épicas» y «consumir todo el país» si no se toman medidas para paliarla, e incluso amenazar la estabilidad de toda la región.
Atrapados en todo este horror están los niños que sufren las consecuencias de un conflicto que no tiene visos de solución. Se estima que cerca de medio millar de niños han muerto víctimas del hambre, con enfermedades como el sarampión, la malaria, el dengue o la diarrea como potenciales amenazas. «Nunca pensamos que veríamos tanta cantidad de niños muriendo de hambre, pero ésta es la realidad que estamos viviendo ahora en esta zona de África», comenta Arif Noor, director nacional de Save the Children en Sudán.
La mitad de centros
Desde que estalló la violencia, la organización Save The Children ha tenido que cerrar 57 de sus centros de nutrición. Todavía están operativos 108 instalaciones; sin embargo, según denuncia la oenegé, las reservas de alimentos terapéuticos se están agotando. Esta situación ha afectado a más de 31.000 menores al no poder recibir un tratamiento por desnutrición o enfermedades similares.
En dos meses, esta crisis alimentaria, que se agrava día a día, provocó la muerte de, al menos, 132 niños en el estado de Gedaref, al este del país.
En el estado del Nilo Blanco, otros 316 niños, en su mayoría menores de cinco años, también fueron víctimas de la desnutrición y fallecieron. Y en Jartum, epicentro de los combates más sangrientos, dos docenas de bebés murieron de hambre o enfermedades relacionadas en un orfanato estatal después de que los combates impidieran que el personal accediera al edificio para cuidarlos. «Los niños gravemente enfermos están llegando en brazos de madres y padres desesperados (...). Estamos viendo niños morir de hambre, algo totalmente evitable», explica el director nacional de Save the Children en Sudán.
general Abdel Fattah al-Burhan, posando para una fotografía con civiles en Jartum
Antes de que comenzara el conflicto, la escasez de fondos ya había llevado a Sudán a casi agotar sus suministros de pastas de maní, esenciales para tratar la desnutrición. Pero la violencia de los últimos meses ha llevado la situación al límite.
En mayo, la única fábrica del país que fabricaba 'plumpy nut' (una pasta alta en proteínas compuesta por una base de cacahuetes, muy usada en las crisis alimentarias) fue incendiada. Esta instalación, que abastecía a las agencias que trabajan en el terreno, producía alrededor de 10.000 toneladas de pasta cada año.
Saqueo de almacenes
«El saqueo de los almacenes de la ONU, el incendio de la fábrica de alimentos terapéuticos y la falta de financiación han ejercido una presión importante sobre el suministro de productos nutricionales en todo el país», lamenta Arif Noor.
Según la Organización Mundial de la Salud, 20,3 millones de personas en Sudán, más del 42% de la población, sufren niveles elevados de inseguridad alimentaria aguda desde julio.
La gente huye de los enfrentamientos entre las Fuerzas paramilitares de Apoyo Rápido y el ejército en Jartum
La crisis que se vive en Sudán está llegando a los países fronterizos, que están soportando una gran presión migratoria. Es el caso de Chad. Susana Borges, coordinadora de Emergencias de MSF en el país africano, cifró en 2.000 las personas que entran en Chad cada día procedentes de Sudán.
Los campos en esta zona, según MSF, no están preparados para acoger a todos los refugiados, lo que ha provocado que cientos de personas «están expuestas a un sol y unas lluvias inclementes, con alimentos, agua e incluso utensilios de cocina insuficientes. Hay enormes necesidades y muy pocos recursos», explica en un comunicado Borges.
Los combates estallaron el 15 de abril tras semanas de tensión entre el Ejército y el poderoso grupo paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF). Ambos contendientes eran aliados y juntos tomaron el poder en un golpe de estado en 2021. Pero las tensiones aumentaron por la propuesta de integración de las RSF en las fuerzas armadas regulares.
Amnistía Internacional, en su informe 'La muerte ha llamado a nuestra puerta', publicado a comienzos de agosto, denuncia una «generalización de los crímenes de guerra con ataques ciegos y deliberados contra la población civil» en Sudán.