La crisis devuelve el 'crack' a las calles de Portugal
Las últimas cifras del Servicio de Intervención en Conductas Adictivas y Dependencias (Sicad) estiman que en Portugal hay unos 39.000 consumidores de esta sustancia, cada vez más popular porque es más barata y adictiva que otras. El 85 por ciento son hombres con una edad media de 45 años
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Tomás Guerreiro
Corresponsal en Lisboa
La choza desaliñada en el descampado evoca el recuerdo de Casal Ventoso de Lisboa, el que fuera el principal mercado de heroína de la ciudad: cuerpos desorientados en el primer escalón de la pasarela peatonal, otros consumiendo bajo el viaducto que atraviesa la ... urbanización social Quinta do Loureiro, en Vale de Alcântara. Al otro lado, se oye: «¿Es para comprar?», pregunta un chico a un grupo de jóvenes, a pocos metros de una de las dos salas fijas de consumo asistido que hay en Portugal.
«Habrá oído hablar de Casal Ventoso», dice Roberta Reis, psicóloga clínica y coordinadora técnica de la sala de consumo de la Asociación Ares do Pinhal. En esta parte de la ciudad, la vida ha mejorado, los riesgos se han mitigado desde la «gran crisis del consumo de sustancias, heroína esencialmente, en los años 80 y 90, cuando el uno por ciento de la población portuguesa era adicta». Las chabolas y los 'supermercados de la droga' se han transformado en viviendas sociales y hay mucha información sobre los riesgos, mientras que la higiene de los consumidores está garantizada.
Los estragos de la droga
«En un año, médicos do mundo ha recogido 10.000 jeringuillas de la calle: «Es un consumo más degradante en términos físicos y psicológicos»
«El barrio sigue siendo extremadamente problemático, el tráfico es intenso, la gente viene aquí a comprar droga, por eso se abrió la sala de consumo en esta zona», explica la psicóloga sobre este proyecto pionero financiado por el Ayuntamiento de Lisboa. Aunque incompleto, ya que estaban previstas dos salas y una unidad móvil. Todavía no se ha construido una, en Lumiar, porque los moradores se oponen a la implantación del proyecto.
Los usuarios de Roberta están en el filo de la navaja: «Son los primeros en ser desahuciados y en perder su trabajo» y cada vez son más «debido a la crisis social y económica en Portugal, el número de consumidores ha aumentado», dice, advirtiendo del «incremento significativo» de recaídas. El 85 por ciento de los consumidores son hombres y la edad media es de 45 años. La heroína prevalece como la sustancia más utilizada, pero el consumo de 'crack' crece cada día. «Empieza siendo recreativo, pero se convierte en esencial para la vida de una persona», cuenta la psicóloga.
Más infraestructuras
La primera estimación oficial publicada sobre los consumidores de 'crack' en Portugal, una sustancia considerada más adictiva y más tóxica que la cocaína, apunta a 39.000 personas, de los 67.000 consumidores de cocaína del país.
La tendencia también se ha observado a escala europea. Un informe elaborado en junio por el Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías indica que el consumo de 'crack' se ha triplicado en Europa entre 2016 y 2021, y que Portugal ha registrado «aumentos considerables».
La psicóloga dice que urge construir más infraestructuras. Las dos salas son «insuficientes» y están saturadas. Hay una media de 300 ingresos diarios, 160 actos de consumo, sin muertes.
Cuando la sala abrió estaba preparada para atender a 300 usuarios anuales, «al final del primer año había unas 1.200 personas, ahora hay más de 2.300 usuarios», dice Paulo Caldeira, enfermero y coordinador clínico del servicio.
«Además de las salas de fumadores y de consumo intravenoso, los usuarios pueden ducharse, lavar la ropa, hacer pequeñas comidas, recibir tratamiento para la hepatitis C, curas y exámenes para detectar enfermedades infecciosas», explica Roberta. «La sala de fumadores está siempre llena, hay usuarios que no pueden esperar y consumen en la calle», dice Caldeira sobre la escasez de servicios. El objetivo de la iniciativa es reducir los daños, los riesgos y el ruido social, «fomentando la seguridad» y reduciendo las enfermedades y las sobredosis.
El proyecto se ha instalado en el corazón del barrio, para que la ayuda pública llegue a consumidores «muy desorganizados, con las necesidades básicas, la alimentación y la higiene relegadas a un segundo plano». Su prioridad es tener dinero para curar la resaca, que tiene «sensaciones físicas y psicológicas muy importantes».
En varios puntos
Casal Ventoso, Mouraria, Intendente, Beato, Chelas: «El consumo se da en distintas zonas de la ciudad y está asociado al tráfico de drogas«, dice la psicóloga. La furgoneta del Programa de Consumo Móvil Vigilado de Médicos do Mundo está aparcada en Bela Vista, cerca de Chelas, el barrio del Condado, en la parroquia de Marvila. Los toxicómanos se acercan y piden jeringuillas, pipas y papel de aluminio. »Aquí hay un puesto que vende droga, arriba hay dos o tres más, está por todas partes«, dice José Luís, de 50 años, adicto a la heroína y al 'crack', y seropositivo. Los traficantes vigilan las entradas del barrio.
Un fin de semana loco, después de tres días fumando 'crack', un amigo le pasó un cigarrillo de heroína. «Llevaba 30 años rehabilitado», confiesa José Luís. Su primer consumo de heroína fue a los 20 años. Ahora, cada mañana, busca la furgoneta de distribución del kit médico de consumo. «El objetivo es fomentar el consumo higiénico, contribuyendo a la salud pública», explica Bruna Alves, trabajadora social y coordinadora del proyecto. El servicio ofrece apoyo médico y alimentario y es una puerta de salida a la drogadicción, si el usuario lo desea.
«El consumo de 'crack' ha crecido mucho en Portugal. Desde 2022, hay un aumento significativo de fumadores», dice la trabajadora social, añadiendo que «la adicción es mayor y la sustancia es más barata». Además de fumar, «hay muchos adictos que trituran la piedra del 'crack', la mezclan con heroína y disuelven la mezcla con cítricos para inyectarse«, explica Bruna Alves, que asegura que se trata de «un consumo más degradante en términos físicos y psicológicos». En un año, Médicos do Mundo ha recogido unas 10.000 jeringuillas de la calle. «La sustancia más consumida es el 'speed ball', una mezcla de 'crack' y heroína», concluye.
«Los programas de metadona para consumidores indigentes no tienen como objetivo la abstinencia, sino la reducción del consumo»
Además del 'crack', José Luis espera la llegada de la furgoneta de distribución de metadona de la Asociación Ares do Pinhal para calmar su resaca de heroína. «Los programas de metadona para consumidores indigentes no tienen como objetivo la abstinencia, sino la reducción del consumo», detalla Paulo Caldeira, enfermero. La rehabilitación es un proceso prolongado: «El placer asociado a la sustancia, el contexto familiar, las adversidades de la vida. Hay personas que intentan anestesiarse para afrontar el día a día», afirma.
Según los datos del Sicad, la cocaína estuvo presente en la mitad de las muertes por sobredosis registradas en 2021. Por otro lado, el consumo de opiáceos, incluida la heroína, ha disminuido en Portugal. En 2022, el número estimado de consumidores era de 25.178, la mayoría hombres. «Portugal ha cambiado mucho, pero la heroína siempre ha estado aquí, presente en el 70 por ciento de los consumos, a pesar del aumento de la adicción a la cocaína», sostiene Paulo Caldeira.
Consumos intercalados
El consumo recreativo no es un problema, dice Roberta Reis, sólo «cuando la persona deja de ser funcional y rompe las relaciones familiares, de amistad y laborales, y deja de estar integrada en la sociedad«. José Luís ya es abuelo y su familia contacta con él regularmente por teléfono móvil, pero casi nunca en persona. »Sufrieron mucho por mi culpa«, admite.
Mientras que el consumo de cocaína en los 80 y 90 era residual y elitista, hoy la mezcla de las dos drogas o el consumo intercalado es lo más habitual entre los toxicómanos. «La adicción es múltiple, el 'crack' está de moda porque la mayoría de los traficantes venden cocaína cocida. Los que se inyectan trituran la piedra hasta convertirla en polvo», dice la enfermera.
«La gente consume por varias razones: placer, familias desestructuradas, traumas, compensación de vacíos», señala Roberta. Los consumidores que logran mantenerse en equilibrio en esta delicada cuerda floja, en una situación brutal de indigencia y exclusión social, recurren a los dos centros de consumo asistido de Portugal y al servicio móvil. El modelo luso está reconocido internacionalmente y consiste en la despenalización del consumo, el encuadramiento de la adicción como un problema de salud pública, con equipos multidisciplinares de trabajadores sociales, médicos, reeducadores y la facilitación de material higiénico para el consumo de sustancias.
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