El primer satélite espía de Corea del Norte se estrella en el mar
El régimen pretendía responder a las maniobras militares conjuntas de Corea del Sur y Estados Unidos frente a su costa, las mayores hasta la fecha
Kim Jong-un responde con dos misiles a las maniobras de EE.UU. y Corea del Sur
Inmerso desde el año pasado en la frenética actividad de lanzar todo tipo de proyectiles, Kim Jong-un optaba ahora por un satélite de reconocimiento militar, el primero del régimen norcoreano. Sin embargo, sus planes se han convertido en un rotundo fracaso. Esta noche, ... el misil que lo portaba se estrellaba poco después de ser lanzado. El Gobierno de Pyongyang admitió el desastre y responsabilizó a la «inestabilidad» del combustible del error que llevó a un fallo en la segunda etapa del proyectil. También reconoció, como minutos antes lo había hecho el Estado Mayor de Corea del Sur, que los restos del misil y del satélite habían caído en la costa oeste, cerca de la isla surcoreana de Eocheong.
La intención de la dictadura norcoreana con el satélite era monitorizar las actividades de Estados Unidos en la región. Tanto las autoridades de Corea del Sur como las de Japón activaron a las 06.30 (hora local) sendas alertas de evacuación que fueron retiradas poco después aunque provocaron instantes de pánico entra la población de Seúl al escuchar las sirenas de alarma.
Este movimiento del régimen de Kim Jong-un coincide con las maniobras conjuntas con fuego real que los ejércitos de EE.UU. y Corea del Sur ejecutan frente a la costa de la península asiática desde el pasado jueves, la primera de cinco rondas que tendrán lugar durante las próximas dos semanas. Se trata de las mayores hasta la fecha, con la participación de 2.500 soldados y 610 sistemas de armamento –frente a los 2.000 y 250, respectivamente, de los últimos ejercicios en 2017–. Semejante despliegue celebra siete décadas de alianza militar entre ambos países y, al mismo tiempo, pretende escenificar un mensaje de firmeza ante la amenaza nuclear de Corea del Norte.
Para el régimen, la movilización demuestra «una ambición brutal por la agresión», según ha denunciado Ri Pyong-chol, vicepresidente de la Comisión Militar Central del Partido de los Trabajadores. Asimismo, esta exige que Corea del Norte desarrolle «mecanismos capaces de captar información sobre los actos militares del enemigo en tiempo real», justificación para el inminente satélite. «Consideraremos amenazas presentes y futuras de manera comprehensiva y pondremos en constante práctica actividades para fortalecer la disuasión», añadía Ri, uno de los principales asesores de Kim en materia militar y pariente de la mujer del líder, Ri Sol-ju.
Misiles en alerta
Corea del Norte había notificado a Japón que el lanzamiento se producirá en algún momento entre el 31 de mayo y el 11 de junio, lo que finalmente ocurrió esta noche. En respuesta, las fuerzas armadas niponas habían colocado los misiles balísticos de su sistema de defensa en alerta, y habían anunciado su disposición de derribar cualquier proyectil que irrumpiese en su espacio aéreo. «Aunque Corea del Norte lo llame un satélite, esto supone una violación de las resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que prohíben a Corea del Norte cualquier lanzamiento que emplee tecnología de misiles balísticos», protestaba el ministro de Exteriores japonés, Yoshimasa Hayashi, durante una rueda de prensa celebrada este martes.
Tanto Corea del Sur como Estados Unidos han recurrido a este mismo argumento. «Es un sinsentido emplear nuestros legítimos ejercicios conjuntos y nuestra posición de defensa combinada con EE.UU., que responderían a amenazas nucleares y balísticas avanzadas, como excusa para lanzar un satélite de reconocimiento», ha incidido Lim Soo-suk, portavoz del ministerio de Exteriores, en declaraciones recogidas por la agencia de noticias surcoreana 'Yonhap'.
Dichas maniobras se producen un mes después de que el presidente surcoreano Yoon Suk-yeol realizara una visita oficial a Washington, donde Joe Biden se comprometió a fortalecer su cooperación militar; y tres semanas después de que recibiera en Seúl a Fumio Kishida, el primer viaje de un jefe de Gobierno nipón en doce años, para reconducir una relación en la que rencillas históricas ya importan menos que la amenaza norcoreana. El futuro de la península asiática, como los satélites, está en el aire.
Ver comentarios