Un complot indio en suelo americano alerta a EE.UU: «Pueden entrar a tu casa a matarte»

Esa es una de las conclusiones a las que llega una investigación de 'The Washington Post' que ha revelado cómo las autoridades estadounidenses detuvieron un complot de asesinato orquestado por la India, que se estaba preparando para después de que el primer ministro del país, Narendra Modi, visitara al presidente Joe Biden el 23 de junio.

Y afirman que estos hechos reflejan un enorme cambio geopolítico donde tenemos a una nueva India «que puede entrar en tu casa para matarte». Son las palabras pronunciadas por Modi en uno de sus discursos, refiriéndose a los terroristas. La realidad es que después de años de ser tratada como un actor de segundo nivel, «India se ve a sí misma como una fuerza en ascenso en una nueva era de competencia global, una que ni siquiera Estados Unidos puede darse el lujo de alienar», destaca el Post.

Y cuando le preguntaron a un funcionario de seguridad occidental por qué India se arriesgaría a intentar algo semejante en suelo estadounidense, les dijo: «Porque sabían que podían salirse con la suya». Además, una investigación exhaustiva de la CIA y el FBI ha identificado que estos hechos tienen vínculos directos con el círculo más íntimo de Modi.

El periódico estadounidense ha conseguido reunir pruebas y testimonios de numerosas fuentes que indican que un oficial del servicio de espionaje indio, Vikram Yadav, fue el que dio la orden de matar a uno de los críticos de Modi. El activista Gurpatwant Singh Pannun, con doble ciudadanía de EE.UU. y Canadá, que el país hindú considera un terrorista por su presunta participación en el movimiento separatista sij que exige que se forme en India un estado independiente, llamado Khalistan.

El mensaje de Yadav interceptado y dirigido a un grupo de sicarios decía: «El asesinato es una prioridad ahora», al tiempo que mandaba los detalles del objetivo. La táctica es utilizar a sindicatos criminales para borrar cualquier rastro que pueda llevar hasta Nueva Delhi.

Por los informes que saca a colación el Post y que fueron redactados por el servicio de inteligencia americano, la 'operación Pannat', fue aprobada por Samant Goel, jefe de RAW- que es la sección de Investigación y Análisis del servicio de inteligencia indio. Y señalan que el asesor de seguridad nacional de Modi, Ajit Doval, probablemente estaba al tanto de estos planes. Y aunque los funcionarios de seguridad recalcan que todavía faltan evidencias directas que confirmen esta tesis, no disimulan su asombro por ver cómo RAW ha expandido su radio de acción, que antes era meramente regional.

A Goel, al frente de las fuerzas policiales en los noventa, se le vinculó con más de 120 casos de presuntas ejecuciones extrajudiciales, desapariciones forzadas o torturas, según afirma Ensaaf, un grupo sin ánimo de lucro que documenta abusos y crímenes registrados en India. Es más, su brutal represión lo convirtió en blanco de intentos de asesinato, y por eso viaja en un vehículo a prueba de balas, según cuentan al Post fuentes cercanas a Goel.

Por su parte, Doval ha estado en misiones encubiertas en las selvas de Myanmar o en las calles de Pakistán, un historial que hizo que se ganara en la prensa el apodo del «James Bond de la India». Y antes de ser nombrado asesor de seguridad nacional para Modi, en 2014, fue detenido en Mumbai cuando se reunía con un presunto gángster. Quería reclutar a un jefe del crimen organizado para asesinar a otro, según expone 'The Washington Post' valiéndose de las confirmaciones de altos funcionarios indios.

Y fue el propio Doval el que sugirió que el aparato de seguridad de la India pasase de la simple «defensa» a la «ofensiva defensiva» contra todo aquel que amenazara a su país desde otros países. Y ya no se refería solo a Pakistán.

En este sentido, el Post indica que India es parte de una lista cada vez mayor de países que emplean tácticas que antes solo se achacaban a China, Rusia o Irán, entre otros. Y precisamente, según funcionarios indios y estadounidenses, este complot frustrado en suelo estadounidense pertenece a una creciente campaña de agresión de la India que se está detectando en Europa, América del Norte y también en Asia. De hecho, el medio americano enumera una serie de enfrentamientos entre RAW y los servicios de seguridad occidentales.

Así, en Australia, dos agentes de RAW fueron expulsados, en 2020, después de desmantelar lo que Mike Burgess, jefe del servicio de inteligencia australiano, calificó de auténtico «nido de espías». Se detectaron agentes extranjeros intentando penetrar en los departamentos de policía locales y robando información sobre sistemas de seguridad sensibles en los aeropuertos australianos.

Y en Alemania, la RAW reclutó agentes dentro de las comunidades sij. Está el caso de una pareja que operaba un sitio web que supuestamente cubría eventos locales sij, cuando en realidad estaban en la nómina de RAW. Mientras que en Gran Bretaña, la vigilancia y el acoso de RAW llegó a tal extremo que obligó al MI5, el servicio secreto británico, a llamar la atención a Goel, cuando desempeñaba su papel como jefe de RAW, en Londres. Y en Pakistán, once separatistas sij, considerados terroristas por el gobierno de Modi, y que vivían en el exilio fueron asesinados en los dos últimos años.

A todos estos factores se suma que al mismo tiempo que tenía lugar el complot en Estados Unidos, se asesinaba, en Canadá, al activista sij, Hardeep Singh Nijjar, cerca de Vancouver. Este suceso también indicaba el rastro de Goel. Horas después de que Nijjar fuera tiroteado en su automóvil, el 18 de junio, circuló un vídeo, «mostrando el cuerpo ensangrentado de Nijjar desplomado en su vehículo», según investigaciones de la fiscalía.

Este tipo de actuaciones van en consonancia con lo denunciado por un informe reciente de la organización de derechos humanos Freedom House. Detallan que «si bien la India es una democracia multipartidista, el gobierno encabezado por el primer ministro Narendra Modi ha presidido políticas discriminatorias y un aumento de la persecución». Esta organización se refiere al país indio como practicante de una «represión transnacional en el mundo». Un término que hace referencia al uso de la intimidación contra sus propios ciudadanos en territorio soberano de otro país.

Asímismo, el Post saca a colación un informe sobre derechos humanos del Departamento de Estado de Estados Unidos que recoge testimonios de «asesinatos extraterritoriales, secuestros, retornos forzosos u otros tipos de violencia», así como «amenazas, acoso, vigilancia arbitraria y coerción» de disidentes y periodistas extranjeros, perpetrados por la India.

En septiembre, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, acusó a la India de complicidad en el asesinato de Nijjar y expulsó al jefe de la sección de RAW, en Ottawa en una cirsis diplomática sin precedentes. Por contraste, el Post resalta que de hecho los funcionarios de la Casa Blanca advirtieron al gobierno de Modi que 'The Washington Post' iba a publicar una investigación que revelaría nuevos detalles sobre el caso. Y lo hizo sin avisar al medio estadounidense, según indica el periódico.

Y detallan que los únicos cargos estadounidenses hechos públicos hasta la fecha son contra Nikhil Gupta, un traficante indio de drogas y armas encargado por petición de Yadaw, el oficial de la RAW, de encontrar a un asesino a sueldo para matar a Pannet en EE.UU.

Las autoridades estadounidenses le tendieron una trampa y le hicieron viajar a la República Checa haciéndole creer que se reuniría con un asesino que se ofrecía al mejor postor, cuando en realidad era un informante de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos. Gupta le confesó al supuesto asesino: «Tenemos tantos objetivos»

Fue este arresto el que hizo que los servicios de inteligencia vieran las dimensiones de la conspiración que estaba teniendo lugar. Ya que inicialmente el asesinato de Canadá se consideró un caso de ajuste de cuentas entre facciones rivales y los movimientos en suelo estadounidense un mero asunto para la agencia de antidroga.

Y a principios de agosto, el Post detalla que la administración norteamericana envió al director de la CIA, Burns, a Nueva Delhi para darle al gobierno de Modi la oportunidad de resolver el asunto internamente.

Según datos del Ministerio de Asuntos Exteriores, la religión sijista representa un 1,7% de la población en la India. El movimiento independentista sij alcanzó su punto máximo en los 80 en el estado de Punjab, con ataques violentos y miles de muertes. En 1984, el ejército indio intervino en el Templo Dorado en Amritsar para vaciarlo de activistas, con numerosas víctimas civiles. Los guardaespaldas sijs de la primera ministra Indira Gandi la asesinaron en represalia por esa operación. A ello siguió una violenta represión que provocó el éxodo masivo de los sijs a Canadá, Estados Unidos o Gran Bretaña, entre otros.

Y ahora, Ajai Sahni, director ejecutivo del Instituto para la Gestión de Conflictos de Nueva Delhi dice al Post que las descripciones del partido de Modi de la amenaza sij son «muy superiores a lo que realmente existe. Los funcionarios tienen incentivos políticos por exagerar...para que el Estado pueda presentarse como garante de la seguridad del 80% del país –los hindúes», señala.

En cuanto a Pannun, que era el objetivo del complot frustrado, negó al Post haber participado en actos de terrorismo y dijo que fue atacado por su activismo en nombre de los sijs. «India cree en el uso de balas, mientras que los sijs pro-Khalistan creen en las papeletas», escribió Pannun en un correo electrónico a 'The New York Times'.

Frente a las acusaciones vertidas por la publicación del artículo, el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de la India, Randhir Jaiswal, dijo que «el informe del Post hace imputaciones injustificadas y sin fundamento sobre un asunto grave«.

Y en marzo, la agencia de noticias Bloomberg, informaba que un comité de investigación indio de «alto nivel» había descubierto que algunos «operativos deshonestos no autorizados por el gobierno» estaban involucrados en el presunto complot para matar a Pannun. Pero no se daban más datos.

No obstante, las acusaciones reveladas parecen haber reforzado a Modi en su propio país. Y en las elecciones de la India, las más grandes desplegadas en el mundo se augura una victoria segura. La del mismo hombre que decía en el 75 aniversario de la independencia de la India «Cuando 130 millones de personas dan un paso adelante, la nación avanza 130 millones de pasos». De modo que, por fin ¿No vamos a establecer nuestros propios estándares?