Espera con gesto serio mientras Volodymir, el fixer, y yo nos acercamos. Llama la atención, como un personaje de ficción consciente de la importancia de su rol en este capítulo. «Hola, soy Arkadiy, seguidme», nos dice con energía mientras se quita el gorro y estrecha la mano con fuerza.
Él es Arkadiy Dovzhenko, un biólogo marino al que la guerra convirtió en líder de las revueltas de la ciudad de Jersón durante las primeras semanas de marzo de 2022. Arkadiy es uno de esos ucranianos que decidió quedarse para defender su patria. Para «alcanzar la victoria» como lo dice él. Le salió caro. Cuando resistían contra los ocupantes rusos fue capturado.
El siguiente episodio lo pasa a cámara rápida: atacó a las fuerzas invasoras y le capturaron. Después se sucedieron los interrogatorios, las noches sin dormir y los golpes. Una fractura en las costillas y en la rodilla fue el precio por defender su patria.
Recuerda los interrogatorios con una normalidad que solo la guerra es capaz de otorgar: «Intenté escapar del territorio ocupado cinco veces. En la última ocasión, mientras cruzábamos en coche el último puesto de control ruso, un grupo de soldados decidió que si queríamos irnos no deberíamos seguir vivos. Dispararon lanzagranadas contra nosotros», dice con el gesto serio. «Tuve suerte porque mi coche iba en medio y no fue alcanzado. Por eso sigo vivo».
Redes de camuflaje blancas
Arkadiy se para frente a una pequeña puerta para explicarnos lo que ha hecho con su vida tras sobrevivir a los soldados rusos. En el exterior se puede leer «Club de Lucha Cortez», junto a un saco de boxeo en forma de Minion. El líder rebelde abre la puerta y le seguimos hacia el interior, bajando varios pisos hasta llegar a un angosto pasillo con una única puerta al final. Nada parecía indicar que este lugar, un gimnasio de artes marciales fundado por un puertorriqueño, acogía a varios metros bajo tierra a un grupo de compatriotas que tejen redes y trajes de camuflaje blancos para los francotiradores ucranianos en el frente.
«Era el único lugar que no nos cobraba por usar su espacio», asegura Arkadiy mientras descuelga un traje de camuflaje recién terminado. «En Kiev todo el mundo pedía mucho dinero. Cuando le preguntamos a este hombre nos dijo que lo podíamos usar gratis, que por qué debería cobrarnos». Luego descuelga uno de los trajes y lo muestra orgulloso. Con algo de suerte lo llevará uno de los francotiradores que luchan en el frente de Bajmut.
Aunque las lesiones no le permiten seguir en primera línea, Arkadiy no se rinde. Piensa seguir haciendo redes hasta que el cuerpo aguante. O hasta la victoria.
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