Las paredes del sótano de lo que en su día fue el Hospital de Siversk, hoy destruido por los combates, retumban con cada impacto de la artillería rusa. «Esto es horrible Dios mío, cuándo terminará esta pesadilla» dice Galina mientras mira angustiada hacia el ... techo del refugio. Junto a ella, se encuentran otras veinte personas, todas ellas mayores de edad o enfermas, que no tiene dónde ir tras haber perdido todo por culpa de la guerra. Al lado de Galina, sentada en una cama del oscuro habitáculo que se ha convertido en su hogar, tiembla nerviosa Anna.
Hoy, el ritmo de la artillería rusa aumentó exponencialmente y todo apunta a que la temida y esperada ofensiva rusa ya ha comenzado.
Valeriy era el doctor del Hospital. Ahora, además de salvar vidas con lo poco que tiene, también ejerce de líder social de los habitantes que quedan en la ciudad sitiada de Siversk. «Hoy la cosa se está complicando. Parece que los rusos avanzan, cada día están más cerca pero yo no estoy dispuesto a marcharme, me quedaré y asumiré las consecuencias» asegura mientras fuma un cigarro .
Una mujer camina por una calle de la localidad de Siversk. Esta pequeña localidad esta situada en un punto estratégico en el frente de Bakhmut y Kreminna sobrevive bajo la constante presión de las tropas rusas. Hoy vive sitiada por la artillería rusa
Álvaro ybarra zavala
La batalla por la línea del frente de Bajmut es una guerra dentro de una guerra. Aquí se han producido algunos de los combates más feroces desde la invasión rusa a Ucrania el pasado 24 de febrero.
Las fuerzas del Kremlin van ganando algunos cientos de metros de terreno en una sangrienta lucha cuerpo a cuerpo, gracias a las oleadas de mercenarios del sanguinario grupo Wagner que han sido enviados como carne de cañón contra las posiciones ucranianas.
Las apocalípticas imágenes capturadas por los drones ucranianos sobre los campos de batalla dan fe del mar de cadáveres rusos que se pudren sin sepultura en estos campos dónde solo sobrevive la muerte.
Moscú ahora tiene el control efectivo de varias de las principales líneas de comunicación de la región, complicando aún más la salmantina defensa de las tropas ucranianas por mantener las líneas y no perder las vías de suministros y logística del frente.
Viordi, es el sacerdote de la localidad de Siversk. Ya no queda iglesia en la localidad por culpa de los combates. Vive refugiado en el sótano de lo que en su día fue el hospital de Siversk hoy destruido por la artillería rusa
ÁLVARO YBARRA ZAVALA
Dejamos la seguridad del sótano de lo que en su día fue el Hospital de Siversk y tomamos nuevamente refugio en un búnker militar. No podemos dar su posición, las tropas ucranianas tienen mucho cuidado de ocultar cualquier signo o referencia que pueda delatar su ubicación.
«Están tratando de rodearnos para que abandonemos la ciudad, pero no está funcionando», dice Artem, un comandante que nos acompaña en nuestra visita a Siversk. «La ciudad está bajo control. El transporte y la logística se mueve, a pesar de los constantes ataques de artillería. Solo tenemos una opción: ganar para poder sobrevivir».
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