«Doctor Zawahiri», heredero del asesino

No tiene el carisma de Bin Laden, pero alertan de que hay que estar listos para la venganza del nuevo jefe de Al Qaida

«Doctor Zawahiri», heredero del asesino AP

MIKEL AYESTARÁN

La auténtica sombra de Osama bin Laden desde 2001 se ha convertido en las últimas horas en el hombre más buscado para los servicios de inteligencia mundiales y su cabeza tiene un precio de 25 millones de dólares. Ayman Al Zawahiri (El Cairo, 1951), el ... anciano de barba blanca y gafas de pasta marrones que aparece junto Osama en un gran número de fotografías, se ha convertido en los últimos años en el auténtico portavoz de Al Qaida tras protagonizar medio centenar de los vídeos —el último en abril de 2010—, en los que trataba de mantener alto el espíritu de la organización y de animar a los más jóvenes a unirse a su yihad sin fronteras.

Nacido en el seno de una familia de clase media e hijo de un imán de la prestigiosa mezquita Al Azhar de la capital egipcia, desde muy joven se enroló en los Hermanos Musulmanes y supo lo que era la cárcel tras ser acusado de participar en el asesinato del presidente Sadat en 1981. Su pronta vocación política no le hizo dejar de lado sus estudios de Medicina, que concluyó en la Universidad de El Cairo y le permitieron partir a la guerra santa contra la URSS para ayudar en hospitales de Peshawar, al norte de Pakistán. Fue allí donde mantuvo sus primeros contactos con un millonario e idealista saudí llamado Osama bin Laden, a quien más adelante iría a ver a Arabia Saudí para seguir sus pasos hacia Sudán y junto a quien formaría a fines de los 80 un grupo llamado Al Qaida. Con el fin de dar una paso más en el concepto de la yihad y atacar lo que definió como «enemigo lejano» y que permitió globalizar los ataques por todo el mundo.

El auténtico cerebro

Acusado de ser el auténtico «cerebro del 11-S» —el Departamento de Estado también le señala como el responsables del ataque contra el USS Cole en Adén (Yemen) un año antes y contra las embajadas de EE.UU. en Tanzania y Kenia en 1998—, Al Zawahiri pasó definitivamente a la clandestinidad en la frontera Af-Pak junto a su jefe después de que Estados Unidos invadiera Afganistán. Su mujer e hijos murieron en el ataque con misiles de un avión no tripulado norteamericano pocos meses después, pero él salió ileso.

Cinco años más tarde, Washington volvió a darle por muerto tras un ataque similar, pero de nuevo logró salir con vida. La muerte del líder le obliga a dejar su papel secundario y asumir la dirección de esta especie de corriente ideológica que es Al Qaida. Miles de seguidores esperan la respuesta, la venganza por la muerte del líder y, como ya demostró durante sus años al frente del grupo egipcio Yihad Islámica, no tiene piedad en la lucha contra el infiel.

«La muerte de Osama va a tener un efecto directo porque Zawahiri no tiene su carisma, pero hay que estar listos para la venganza», advierte el abogado Abdulrahman Al Barman, encargado de dar protección legal a los 96 presos yemeníes, 94 en Guantánamo y 2 en Bargrám (Afganistán) acusados de pertenecer Al Qaida y que permanecen en suelo extranjero. La misma advertencia mantienen expertos de seguridad europeos consultados en Saná, que alertan de que «las diferentes células operativas deben estar deseosas de ser las primeras en responder a esta muerte, por eso estamos en un momento de máxima tensión».

En sus memorias, tituladas «Caballeros bajo la bandera del Profeta», Zawahiri sueña con una guerra santa futura en las ex repúblicas soviéticas del sur, Irán, Turquía y Pakistán. Toda una declaración de intenciones para los planes de futuro del nuevo número uno de Al Qaida, un experto de la clandestinidad al que como a Osama, los servicios de inteligencia sitúan en suelo paquistaní.

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