La Pesca española prolonga su agonía tras el acuerdo del Brexit
La Unión tendrá que ceder el 25 por ciento de derechos de pesca en aguas británicas
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Iniciar sesiónA sus 60 años, Raúl Canoura ha perdido la cuenta de las veces que navegó en las aguas del Gran Sol. Primero junto a su padre a bordo del «Gran Mariñela» y después en su propio barco, «el Raúl Primero». Jubilado como patrón, ... Canoura sigue siendo el armador del palangrero con base en el puerto de Burela. Esta campaña de Navidad decidió que pescase «en zona francesa por lo que pudiera pasar». Durante toda la semana, tanto en Burela como en el vecino puerto de Celeiro, en A Mariña lucense, han seguido con preocupación las negociaciones del Brexit entre la Unión Europea y el Reino Unido. En Nochebuena llegó el acuerdo como regalo envenenado a las puertas de Navidad.
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En el norte de la provincia de Lugo, la pesca y la factoría de aluminio de Alcoa, ahora amenazada de cierre, son las dos principales fuentes de riqueza. Aproximadamente la mitad de los 88 barcos españoles que faenan en aguas británicas tienen a los puertos de Burela y de Celeiro como base. Jesús Lourido , responsable de flota de los armadores de Puerto de Celeiro, explica que la actividad pesquera genera unos 4.500 empleos entre directos, indirectos e inducidos en la comarca . Su seña de identidad es la merluza del pincho, una de las especies que junto al gallo y el rape, más abundan en el Gran Sol. El caladero, que se extiende por aguas británicas, irlandesas y escocesas, es explotado desde el siglo XIII. «Antes de que existiese el límite de las 200 millas de aguas territoriales ya se pescaba allí», destaca Lourido. Con el acuerdo del Brexit enredado en la pesca, en A Mariña se temía el peor escenario. Pensaban que el Ejecutivo populista de Boris Johnson querría iniciar la era post Brexit «reteniendo algún barco y expulsándolo de sus aguas, como acto simbólico, como demostración de fuerza», explica Sergio López , gerente orgánico de la Organización de Productores Pesqueros de Lugo. «Te hacen un juicio rápido y te declaran culpable enseguida», añade Raúl Canoura.
Empecinamiento de Johnson
Hace meses, cuando empezaron las negociaciones del Brexit, el sector exigía a la Unión Europea que la salida de la UE no supusiese ningún cambio en los derechos de pesca. Era fundamental mantener el status quo, que la flota británica y la europea siguiesen manteniendo el acceso mutuo a sus aguas y que no se pusiesen aranceles a los productos del mar. Además de la gallega, las flotas del País Vasco y Cantabria son las más afectadas por el Brexit. En los 88 barcos españoles trabajan 2.150 tripulantes, que capturan unas 50.000 toneladas anuales en el Gran Sol (unas 9.000 en la zona británica). En su lucha no estaban solos. Ocho países de la UE, liderados por Francia, con una flota conjunta de 3.000 barcos también tenían intereses en la zona. De ellos, unas 55 embarcaciones son realmente de capital español aunque lucen banderas como la francesa, irlandesa o la belga. Para sortear las escasas cuotas de pesca que ofrece a España la Unión Europea, muchos armadores gallegos han ido estableciendo empresas en otros países que no aprovechaban su capacidad pesquera. Más allá del acto nacionalista de recuperación de soberanía marítima, el sector no entendía el empecinamiento del Gobierno de Johnson con la pesca, una actividad que apenas supone el 0,1% del PIB británico . Reino Unido tampoco había apostado por el sector en los últimos años y no cuenta en la actualidad con capacidad de explotar sus propias aguas.
Hasta la semana pasada había cierta esperanza en lograr ese status quo. Pero el sábado 19 empezó a cundir el desánimo. Con la pesca como último escollo para alcanzar un acuerdo, el sector se dio cuenta de que sus intereses iban a ser sacrificados . La UE cedió ante Johnson y empezaron los recortes. Tras varias jornadas de maratonianas negociaciones, esta Nochebuena se sellaba un acuerdo que disminuye la capacidad pesquera europea. Finalmente la UE tendrá que ceder a Londres el 25% de los derechos de pesca que tenía en aguas británicas. «Este es un día negro para los pescadores europeos, sus familias y sus comunidades», manifestó, a falta de conocer la letra pequeña del acuerdo, el secretario general de Cepesca, Javier Garat, en Nochebuena. «Cualquier pérdida en los derechos de pesca que ha tenido durante siglos supone un gran golpe para los pescadores y sus comunidades», añadió.
Pacto transitorio
Pero lo que más preocupa en el sector es que la agonía se prolonga. El pacto alcanzado es transitorio y sólo llega hasta 2026 . Después habrá que negociar las cuotas pesqueras año a año. «La información de la que disponemos por el momento –añade Garat- no aporta claridad sobre el futuro de nuestra actividad, imprescindible si tenemos en cuenta que la gestión de pesca es un esfuerzo a largo plazo y de no afrontarse de esta manera queda en el aire la gestión sostenible de las poblaciones de peces y retrae las inversiones en el sector». Garat indica que es difícil pronosticar cuántas empresas sobrevivirán sin las capturas e ingresos que se van recortando en las aguas del Reino Unido. El representante español en la Alianza Pesquera Europea, una entidad que defiende los intereses de los pescadores de los ocho países de la UE que faenan en aguas británicas, Ivan López Van der Veen , también recela de las negociaciones anuales. «El ciclo de inversión en la pesca es de 30 años, se necesita seguridad y un acuerdo estable en el tiempo», indica. Van der Veen lamenta que por ser los últimos, los pescadores hayan tenido menos derechos que los miembros de otros sectores que se habían pactado previamente en el acuerdo del Brexit.
Una tormenta perfecta
Las negociaciones anuales no serán tampoco sencillas. «Los peces no saben de fronteras, la merluza se mueve por todo el caladero del Gran Sol sin importarle que está en aguas británicas, irlandesas o francesas», recuerda Jesús Lourido , de Puerto de Celeiro. Pero no sólo afecta a la merluza. Reino Unido y la Unión Europea cuentan con 112 stocks compartidos que hasta ahora se gestionaban de forma conjunta para evitar que las especies se esquilmasen y que la actividad pesquera fuese sostenible. «Sería una verdadera pena que se gestionase unilateralmente», advierte Javier Garat, quien teme que una mala política acabe por afectar a la capacidad de los bancos de peces de poder reproducirse.
Durante toda la semana, los puertos de Burela y Celeiro han vivido «al borde de un ataque de nervios», según resume Sergio López. «Nadie contaba con tanta incertidumbre a finales de diciembre», explica. Pero tendrán que seguir viviendo en la cuerda floja. En los puertos de Celeiro y Burela se concentra el 50% de toda la pesca española que viene del Gran Sol. «El Brexit es nuestra tormenta perfecta», lamenta Jesús Lourido.
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