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Las multitudinarias manifestaciones de Brasil agravan el aislamiento de Rousseff

Lula da Silva asegura ante la Policía que volverá a ser candidato a la presidencia en 2018

Dilma Rousseff, en un acto oficial en el Palacio de Planalto, en Brasilia el pasado viernes AFP

VERÓNICA GOYZUETA

La mayor protesta de la historia de Brasil , celebrada el pasado domingo, ha puesto contra las cuerdas a la presidenta Dilma Rousseff , pero también a a todos los jugadores del tablero político, con poco margen de maniobra. Los más de tres millones de brasileños que salieron a las calles demostraron que están cansados de la mandataria y de los trece años en el poder del Partido de los Trabajadores (PT), pero también de la clase política en general y de la corrupción de Petrobras .

El mensaje quedó claro cuando el excandidato presidencial Aecio Neves , que quedó segundo en las reñidas elecciones de 2014 frente a Rousseff, llegó a la avenida Paulista –principal escenario de las protestas– y fue expulsado con gritos de «ladrón» y «oportunista» . Neves y el gobernador de Sao Paulo, Geraldo Alckmin , invitados para dirigirse a los manifestantes, tuvieron que dejar la protesta por la puerta trasera, como les ocurrió a otros políticos.

«Todas las salidas son complicadas y dolorosas», asegura la politóloga María Herminia Tavares de Almeida, investigadora del Centro Brasileño de Análisis y Planificación (Cebrap) . Dilma Rousseff dejó claro que no renunciará a la presidencia. Las opciones de destitución o anulación de la elección en el Tribunal Electoral, además de resultar largas, sacarían a Rousseff del poder con su vicepresidente, Michel Temer . «Son necesarios motivos muy serios, si no es un atropello a la Constitución », explica Tavares sobre los juicios políticos en curso, donde no aparecen acusaciones capaces de derribar a Rousseff.

El Gobierno, mientras tanto, estudia tomar medidas urgentes para recuperar la confianza en la economía y mantener en el Ejecutivo al principal aliado, el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), presidido por Michel Temer.

«Estoy viejito, quería descansar, (pero) voy a ser candidato a la presidencia en 2018 porque creo que mucha gente me está provocando»

Otra opción sería la entrada en el Gabinete como ministro especial del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva , por tratarse de un reconocido mediador. El temor es que este cargo también evitaría su eventual entrada en prisión, ya que Lula es investigado en el escándalo de corrupción en Petrobras . Esta decisión podría ser al final echar más leña al fuego. La prisión de Lula, que ya anunció que será candidato en 2018, puede generar tensión en los movimientos sociales.

Lula confirmó sus nuevas aspiraciones presidenciales durante su declaración ante la Policía Judicial del pasado 4 de marzo, cuando fue detenido durante unas horas, que fue filtrada este lunes. «Todo lo que están haciendo conmigo va a hacer que cambie de opinión. Estoy viejito, quería descansar, (pero) voy a ser candidato a la presidencia en 2018 porque creo que mucha gente me está provocando. Van a aguantar provocación de aquí en adelante», declaró el antecesor de Dilma Rousseff.

Decisión en abril

Mientras nada se define, el PMDB permanece como observador hasta el próximo abril, cuando anunciará si sigue o sale del Gobierno . «Ellos quieren tiempo para saber quién sobra en el juego, donde una de las posibilidades es que el partido asuma la presidencia», señala María Herminia Tavares de Almeida sobre este complejo escenario.

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