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El PS luso confía en desalojar hoy del poder a Passos Coelho

La moción de rechazo en el Parlamento portugués cuenta con el apoyo de la extrema izquierda

Passos Coelho, ayer en el Parlamento portugués EFE

FRANCISCO CHACÓN

«Ya estamos pagando el precio». La frase del todavía primer ministro portugués, Pedro Passos Coelho , resume la percepción del centroderecha de que, si finalmente es desalojado del poder por la moción de rechazo que se vota hoy, será «contraproducente» para el país.

El líder socialista, António Costa , no ha dejado de virar hacia las posiciones de una izquierda radical en absoluto unitaria y todos los esfuerzos del actual mandatario por atraer a los rebeldes del PS parece que van a quedar en papel mojado.

El oponente de Passos Coelho ha consumado su plan de venganza por estos cuatro años de austeridad y, sobre todo, se ha embarcado en un viaje insospechado que durará meses con tal de marcar distancias con la etapa de su predecesor en el partido, José Sócrates , quien tuvo que pedir el rescate a la Troika (78.000 millones de euros) justo antes de dimitir como primer ministro en 2011.

Aquellos fantasmas no han desaparecido de la escena política lusa (mucho más cuando el protagonista lleva escasas semanas fuera de la prisión domiciliaria por supuesta corrupción) y contribuyen a explicar por qué Costa se empeña en explorar otros caminos, aunque la estabilidad política del país se resienta.

La Asamblea de la república comenzó a discutir el programa de gobierno presentado por Passos Coelho en estos escasos 11 días desde que el presidente Cavaco Silva le nombró primer ministro. Pero, en la práctica, la sesión se convirtió en un mero cruce de reproches.

«Los comicios elegían 230 diputados y no un primer ministro», argumentó Jerónimo de Sousa, cabeza visible del Partido Comunista Portugués, en relación a la estrategia de Passos Coelho tras haberse quedado a sólo nueve escaños de la mayoría absoluta. El PCP no tiene apenas relación bilateral con el Bloco de Esquerda , pero sus respectivos diálogos con los socialistas son los que han fraguado el preacuerdo de gobierno pactado (aún pendiente de firmarse si llega a buen puerto la moción de rechazo que dará a conocer António Costa).

Pura fachada

No puede olvidarse, por tanto, que la alianza de izquierdas se recubre de un barniz de consenso que no es tan consistente como parece. Apelando a esta circunstancia, Passos Coelho se afana en contrarrestar a ese flanco inspirado por Syriza y Podemos agitando el temor a que Portugal se vea obligado a pedir un segundo rescate.

A su juicio, la mano tendida del Partido Socialista hacia el Bloco, el PCP y el PEV (ecologistas) no desemboca más que en un proyecto «irreal» que «implica una cierta degradación del camino de consolidación presupuestaria».

Según su predicción, el resultado puede «penalizar las condiciones de crecimiento de la economía portuguesa». Y todo en un contexto definido por el recelo de los mercados hacia el inminente giro a la izquierda (radical) en Lisboa , siguiendo el efecto dominó que arrancó en Atenas.

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