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El juicio del año en China destapa la corrupción y lucha de poder en el Partido Comunista

Gu Kailai, esposa del depuesto Bo Xilai, se sienta hoy en el banquillo por envenenar al socio británico que les ayudaba a blanquear su dinero

El juicio del año en China destapa la corrupción y lucha de poder en el Partido Comunista reuter

pablo m. díez

En cualquier otro país, la vista oral por asesinato contra la esposa de un poderoso político defenestrado por corrupción sería el juicio del año. Pero no en China, donde la censura de su autoritario régimen ha «silenciado» el proceso a Gu Kailai , la mujer del popular secretario del Partido Comunista de Chongqing.

Para empezar, el proceso no se celebra en dicha ciudad ni en Pekín, sino en Hefei, en la provincia oriental de Anhui, con el fin de acentuar el perfil bajo de la causa y apartarla de los círculos de influencia de Bo Xilai y del ambiente más politizado y mediático de la capital china. De hecho, son pocos los que conocen el caso en Hefei, donde sus habitantes andan más entretenidos en las medallas obtenidas por China en los Juegos Olímpicos de Londres que en este dramático culebrón judicial que mezcla corrupción, ambición y una soterrada lucha de poder.

Bajo fuertes medidas de seguridad y un intenso aguacero, la vista oral comenzó esta mañana (madrugada, hora española) en el Tribunal Popular Intermedio de Hefei. Este moderno y sobrio edificio , situado junto al Gobierno provincial en la zona administrativa de la ciudad, había sido rodeado por un cordón policial y los ya habituales «voluntarios» que ejercen como matones del régimen. Por un puñado de yuanes, su trabajo consistía en tapar con sus paraguas a los fotógrafos y cámaras de televisión extranjeros para que no captasen la llegada del convoy policial que trasladaba a la acusada. De hecho, estos secuaces no tardaron en llevarse a una mujer que se atrevió a gritar denunciando las injusticias que sufre “la gente de pueblo” en China, pero sin llegar a detallar ninguna relación con el caso.

A sus 53 años, Gu Kailai, una abogada internacional nacida en el seno de una familia militar, se enfrenta a una pena que va desde los diez años de prisión hasta la ejecución por, presuntamente, envenenar con la ayuda de su asistente, Zhang Xiaojun , a su socio británico, Neil Heywood , quien le estaba ayudando a ella y a su marido a sacar de China cientos de millones de dólares de dinero negro. Aunque Gu Kailai aparece como la cabeza de turco de la lucha de poder contra su marido, es probable que haya un acuerdo para que le caiga una condena de 15 o 20 años de prisión, pero no cadena perpetua o pena de muerte.

«Es probable que haya un acuerdo porque el régimen está tratando a los acusados de forma distinta»

Según la agencia AP, así se intuye después de que Gu Kailai haya aceptado ser defendida por dos abogados nombrados por el tribunal, en lugar de contar con sus propios letrados. En concreto, se trata de Jiang Min , director de la Asociación Provincial de Abogados, y Zhou Youhao , un letrado de Wuhu, otra ciudad de Anhui. Dicha decisión podría indicar que se ha fraguado un trato para pactar una condena que excluya la pena capital o la cadena perpetua.

«Es probable que haya un acuerdo porque el régimen está tratando a los acusados de forma distinta. Mientras Gu Kailai ha sido imputada por cargos criminales, su marido está siendo investigado por corrupción por la Comisión Disciplinaria del Partido Comunista, un proceso que podría retrasarse hasta después del Congreso previsto para otoño, en el que habrá un relevo en su cúpula», explica a ABC el doctor I-Chung Lai, director de Estudios de Política Extranjera del Taiwan Thinktank. A su juicio, este caso demuestra que «a distintos niveles, cada cuadro del Partido Comunista es corrupto, pero es difícil decir a qué facciones va a beneficiar su caída en desgracia porque está obligando a renegociar un balance de fuerzas de cara al Congreso de otoño».

De hecho, varios altos cargos del Partido, como el vicepresidente Xi Jinping —quien se perfila como sucesor del presidente Hu Jintao — se reúnen estos días en la ciudad costera de Beidaihe para consensuar la renovación de los nueve miembros de su todopoderoso Comité Permanente del Politburó. Un órgano al que aspiraba el carismático Bo Xilai antes de que estallara el escándalo y cuyo puesto puede ser ocupado por el secretario del Partido en la provincia de Cantón (Guangdong), Wang Yang .

Haciendo gala de su tradicional secretismo, el juicio se celebra hoy en el Tribunal Intermedio de Hefei a puerta cerrada. Aunque la vista oral es en teoría abierta al público, la sala alega que todos los asientos han sido ya reservados para denegar la presencia de los medios extranjeros y de Hong Kong desplazados a Hefei. Como suele ocurrir en estos casos, los periodistas chinos tienen prohibido cubrir la historia y deberán publicar la versión oficial difundida por la agencia estatal de noticias Xinhua.

Quienes sí han podido asistir a la vista oral son los diplomáticos británicos encargados de seguir el crimen de Neil Heywood, que se negaron a hacer declaraciones a su llegada al tribunal. El pasado mes de noviembre, este empresario inglés apareció muerto en su hotel de Chongqing, la ciudad que dirigía Bo Xilai, con quien le unía una larga y oscura relación de negocios.

«Pruebas irrefutables»

Según la versión oficial, hay «pruebas irrefutables» de que Heywood fue envenenado por la mujer de Bo Xilai, Gu Kailai. Al parecer, ambos discutieron por una « cuestión monetaria » que no ha sido especificada y éste había amenazado a su hijo, Bo Guagua, a quien años atrás había ayudado a entrar en el prestigioso colegio Harrow como paso previo a sus estudios en Oxford y Harvard.

Dicho asesinato fue descubierto por el entonces jefe de Policía de Chongqing, Wang Lijun , quien tuvo que huir de la ciudad y refugiarse en el Consulado de Estados Unidos de la vecina Chengdu cuando su superior, Bo Xilai, se enteró de que las pesquisas apuntaban a su mujer.

En esta trama propia de una novela de espías, otro testigo fundamental será Patrick Devillers , un misterio ingeniero francés oculto en Camboya que podría haber tenido una relación sentimental con la acusada y conocería muchos de sus secretos.

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