Acusada de asesinato la esposa de Bo Xilai, el líder chino purgado por corrupción
Gu Kailai será juzgada por el envenenamiento del empresario británico Neil Heywood y, en caso de ser declarada culpable, podría ser condenada a muerte
pablo m. díez
La esposa de Bo Xilai , un destacado gerifalte del Partido Comunista chino purgado en marzo por corrupción, ha sido acusada formalmente de asesinato, según informó este jueves la agencia estatal de noticias Xinhua, que tachó de «irrefutables y sustanciales» las pruebas encontradas contra ... ella. Gu Kailai será juzgada junto a Zhang Xiaojun , un asistente que ya había sido incriminado, porque la investigación ha revelado que ella y su hijo, Bo Guagua, «tenían conflictos con el ciudadano británico Neil Heywood sobre intereses económicos». A tenor del despacho difundido por Xinhua, «preocupados por la amenaza de Neil Heywood a la seguridad personal de su hijo, Bogu Kailai (su nombre de casada), junto con Zhang Xiaojun, el otro acusado, lo envenenaron hasta la muerte».
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Ambos serán interrogados y juzgados en un tribunal de Hefei, capital de la provincia oriental de Anhui. En caso de ser declarados culpables, podrían ser condenados a muerte, lo que supondría el colofón al mayor escándalo que ha sacudido al régimen chino en los últimos años. Además, este caso, más propio de una trama de espías, ha estallado a pocos meses del relevo en la cúpula del Partido Comunista que tendrá lugar en otoño, cuando el actual secretario general y presidente de China, Hu Jintao , sea sustituido por el vicepresidente Xi Jinping, quien lo sucederá al frente del país en marzo del próximo año. Al parecer, Bo Xilai, que hasta su destitución dirigía la megalópolis sureña de Chongqing, aspiraba en dicho cónclave a ingresar en el todopoderoso Comité Permanente del Politburó del Partido, por lo que su caída en desgracia ha puesto de manifiesto las tensiones entre sus distintas facciones.
Acosado por los secuaces de Bo Xilai estuvo a punto de pedir asilo político
A tenor de la información oficial, todo empezó cuando el jefe de la Policía de Chongqing, Wang Lijun, tuvo que huir de la ciudad cuando su entonces superior, Bo Xilai, se enteró de que su esposa estaba siendo investigada. En una fuga que provocó un rifirrafe diplomático , el responsable policial se refugió una noche en el Consulado de Estados Unidos en la cercana ciudad de Chengdu. Provisto de documentos comprometedores para protegerse, allí fue donde desveló que la investigación por el crimen del británico apuntaba hacia la mujer de su jefe. Acosado por los secuaces de Bo Xilai, que al parecer tenían rodeada la legación, estuvo a punto de pedir asilo político, pero finalmente optó por entregarse a un alto cargo del Ministerio de Seguridad Pública que había viajado desde Pekín para rescatarlo. Volando en primera clase en el mismo avión, ambos regresaron a la capital china el 8 de febrero para que el Gobierno central tomara cartas en el asunto.
Un mes después, nada más concluir la reunión anual del Parlamento, Bo Xilai fue destituido como secretario del Partido en Chongqing, comenzando así su particular descenso a los infiernos. Carismático y telegénico, a sus 62 años era una de las figuras más populares del acartonado régimen chino y, según un diplomático español, « un político que ganaría elecciones en una democracia ». Hijo de uno de los «Ocho Inmortales» que abrió China al mundo junto a Deng Xiaoping en los años 80, al «principito» Bo Xilai se le auguraba un brillante futuro porque había protagonizado una carrera meteórica. Como alcalde de Dalian, embelleció esta ciudad costera y la convirtió en un centro de investigación tecnológica y luego, al frente del Ministerio de Comercio, negoció las cuotas textiles con EE.UU. y la Unión Europea. Como ya formaba parte de los 25 miembros del Politburó del Partido, se rumoreaba que su siguiente paso sería ocupar uno de los nueve puestos del Comité Permanente.
Pero su ambición y afán de protagonismo ante las cámaras, inusual para los grises gerifaltes del régimen, la habían granjeado muchas enemistades desde que, en noviembre de 2007, fuera nombrado secretario del Partido en Chongqing. En estos casi cinco años, limpió esta caótica y dura ciudad próxima a la presa de las Tres Gargantas con sonadas redadas contra las mafias locales que acabaron con 2.000 detenciones, 500 procesamientos y 13 ejecuciones, incluyendo al anterior responsable de la Oficina Judicial por corrupción y violación. La operación policial le valió el aplauso del público y los medios , pero levantó ampollas entre numerosos empresarios y políticos con oscuras conexiones económicas.
Canciones patrióticas
Además, impulsó una campaña con canciones patrióticas de la época de Mao que recordó a los tiempos de la infame «Revolución Cultural» (1966-76) e incomodó a la cúpula del régimen en Pekín. Cuando el primer ministro, Wen Jiabao, repudió esta década de terror y caos en su multitudinaria rueda de prensa tras la clausura de la Asamblea Nacional, en realidad estaba sentenciando a Bo Xilai. Al día siguiente, su estrella, demasiado personalista e independiente para un régimen tan monolítico como el chino, se apagó definitivamente, no sin antes desatar algunas muestras populares de apoyo e incluso habladurías de un golpe de Estado.
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