Túnez, primer laboratorio electoral de la Primavera Árabe

Los islamistas moderados de EnNahda son los que parten favoritos según la mayoría de los pronósticos. Que esta formación vaya a ganar preocupa en casa a los más liberales y fuera especialmente a Occidente. Rachid Ganuchi , el líder que regresó a Túnez del exilio al poco de la caída del régimen, ha tratado de tranquilizar a unos y otros y ha lanzado mensajes como que no impondrá la sharía (ley islámica) o vestimentas musulmanas a las mujeres.

Túnez, con once millones de habitantes, ha vivido más de dos décadas de dictadura, pero el estatuto familiar del país magrebí es de los más avanzados del mundo árabe y la mujer disfruta de libertades que muchas musulmanas de todo el mundo anhelan. La tasa de alfabetización es alta comparada con sus vecinos, al igual que la sanidad, y la violencia terrorista, aunque presente, no ha hecho tanto daño como en otros países de la región como Argelia, Mauritania o Marruecos. «Unas buenas condiciones» para que triunfe la democracia, entiende Gustavo de Arístegui, del Partido Popular.

El resultado de las urnas, a pesar de que los islamistas sean favoritos, es una incógnita porque nunca antes los tunecinos habían acudido a votar en semejante clima de libertad. Bajo Ben Alí estaban acostumbrados a que el resultado estuviera cocinado de antemano.

«Tengo treinta años, no tengo trabajo, ni mujer, ni coche, ni casa. Pero voy a votar por la libertad y el empleo». Las palabras de Mohamed Ben Salah a la agencia «France Presse» resumen el sentir de una población mayoritariamente joven, que no ha conocido otra cosa que la dictadura de Ben Alí y que recibe los comicios de hoy con muchas esperanzas a pesar de las incógnitas que se ciernen sobre el futuro de Túnez y de otros países de la Primavera Árabe.