La alternativa militar
«Lo que las manifestaciones están planteando a la oficialidad es la conveniencia o no de dar un nuevo golpe de estado»
FLORENTINO PORTERO
Tanto en Túnez como en Egipto estamos asistiendo a la erupción de unas tensiones que sólo podremos comprender si las enmarcamos en un entorno regional. Los regímenes que han ocupado el poder en las últimas décadas no han sido capaces de resolver los grandes problemas ... que el desarrollo natural de sus sociedades planteaba: educación, sanidad, trabajo… un futuro para los jóvenes que de forma masiva acceden a un mercado de trabajo mortecino. Si a ello le sumamos el escándalo que produce la corrupción, la incompetencia gubernamental y el efecto que provocan unos medios de comunicación masivos integrados en un mercado global disponemos del cocktail explosivo.
Primero fue Túnez, luego Egipto y ahora la mecha se ha encendido en otros países vecinos. Los problemas de fondo son los mismos, pero no así sus experiencias históricas. Si en Túnez fueron las Fuerzas Armadas las que resolvieron en primera instancia la crisis, al rechazar enfrentarse con su propia gente y forzar la salida del presidente Ben Alí, en Egipto el escenario es bien distinto. Aquí el régimen establecido por Nasser, tras el golpe de estado que puso fin a la experiencia monárquica, es básicamente una dictadura militar. Nasser, Sadat y Mubarak son militares, como militares son muchos de los miembros más destacados de la oligarquía que se reparte el poder y protagoniza una masiva corrupción. Lo que las manifestaciones están planteando a la oficialidad es la conveniencia o no de dar un nuevo golpe de estado, en esta ocasión contra sus generales.
Para un coronel egipcio el dilema se hace aún más complejo si tenemos en cuenta una segunda diferencia con el caso tunecino: el peso del islamismo. Allí donde hay musulmanes hay fundamentalistas, pero en proporciones muy distintas. El riesgo de que Túnez tenga un gobierno islamista en el medio plazo como resultado de unas elecciones limpias es alto. En Egipto, por el contrario, es muy alto. La dictadura nasserita, ese gobierno «moderado» al que se referían políticos y medios en Occidente, se ocupó eficazmente de aniquilar a la oposición democrática, al auténtico islam moderado y modernizador. No eran muchos y no tenían mucho arraigo social porque el escaso desarrollo no facilitaba su labor propagandística. Eliminarlos resultó mucho más fácil que acallar a los islamistas, renacidos en Egipto con los Hermanos Musulmanes, dotados de un pensamiento actualizado y de un programa de acción cultural, social y político adecuados para permear la sociedad hasta lograr un indiscutible liderazgo. Si los militares se retiran a sus cuarteles y permiten que el régimen político se desmorone estarán, de hecho, entregando el poder a los Hermanos Musulmanes con todo lo que ello implica.
La guerra civil argelina, la tensión nuclear con Irán o la evolución política en el campo palestino son ejemplos que estarán muy presentes en la oficialidad egipcia. Es posible que la mayoría sienta tanto desprecio por sus gobernantes como los manifestantes, que tengan una natural empatía con esos miles de jóvenes que se están jugando la vida en las calles para sacar a su país del atolladero en que lo han metido… pero la solución puede ser aún peor.
Desde Marruecos hasta Irak la tensión entre islamismo y modernización es el eje de la vida política y social. Cuando la segunda se envuelve de corrupción e incompetencia abre el camino para que el primero acceda al poder e imponga regímenes fanáticos. Desde Marruecos hasta Irak la alternativa a la corrupción es el fundamentalismo. No tenía por qué haber sido así, pero no quisimos defender a los demócratas para asegurarnos más fácilmente contratos y buenas relaciones. Los Ben Alí, Mubarak y compañía, amparados por europeos y norteamericanos, han preparado el camino a los fanáticos y ahora sólo queda el uso de la fuerza para contener a unas masas indignadas. Cuanta más fuerza se emplee más se asociará dictadura y corrupción con Occidente y más fácil será el trabajo de los agitadores, alimentados desde Irán o el Golfo, en Francia o en Egipto.
Líbano ya ha caído en manos de Hizboláh, una organización creada y dirigida por el gobierno iraní. Jordania y Egipto van a pasar por momentos muy difíciles. Israel puede quedar aislado en un estado prebélico de imprevisibles consecuencias. Si la democracia no es viable en el corto plazo y el riesgo del islamismo es evidente, lo más probable es un endurecimiento de las dictaduras árabes, aislando a las Fuerzas Armadas de sus propias sociedades ¿Por cuánto tiempo?
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