La Casa Blanca desempolva Vietnam

La Casa Blanca desempolva Vietnam

Se la empieza a conocer en Estados Unidos como la batalla de los dos libros. Y básicamente consiste en trasladar las lecciones aprendidas en la guerra de Vietnam a la más importante decisión militar del presidente Obama hasta la fecha: qué hacer en el frente ... de Afganistán. Pero a falta de un infalible recetario de precedentes, el problema de todo este debate centrado en dos estudios históricos contradictorios es la falta de consenso sobre la moraleja que se puede extraer de Vietnam para Afpak.

La lista de lecturas obligatorias para este debate estratégico que empieza a consumir a la cúpula del gobierno de Estados Unidos se encuentra encabezada por dos libros que parecen haber conectado con diferentes audiencias en Washington. Uno es una especie de «best-seller» dentro de la Casa Blanca y el otro es un referencia fundamental entre los responsables militares del Pentágono.

El primero se titula «Lecciones en desastre» (Time Books, 2008) escrito por Gordon M. Goldstein. A partir del historial de McGeorge Bundy, asesor de seguridad nacional tanto del presidente Kennedy como de Lyndon Johnson, el libro presenta una Casa Blanca en 1965 empujada a una escalada militar en Vietnam por generales incapaces de anticipar resultados.

Lectura de Obama

Según ha divulgado esta semana el «Wall Street Journal», Barack Obama ha terminado de estudiarse ese volumen. Y ahora se lo está leyendo el vicepresidente Biden, uno de los valedores de la opción de limitar los esfuerzos del Pentágono en Afganistán. Con copias adicionales ya devoradas por el jefe de gabinete de la Casa Blanca, Rahm Emanuel, y el gurú electoral, David Axelrod.

El segundo libro en este liza se titula «Una guerra mejor» (Harcourt Books, 1999) de Lewis Sorley, historiador militar y graduado de West Point. El texto se centra en la Administración Nixon cuando se supone que los militares de Estados Unidos ya habían a hacer frente a una guerra de insurgencia como la de Vietnam. Pero los afanes de perseverar fueron descartados por líderes políticos sometidos a una mayoritaria opinión pública a favor de acabar con la guerra en el sudeste asiático.

«Una guerra mejor» figura como un clásico en el Pentágono, citado en diferentes bibliografías elaboradas por altos mandos sobre todo a la hora de justificar un esfuerzo militar adicional en Irak. Junto a «Lecciones en desastre», estos días no es posible encontrar copias de ninguno de estos volúmenes en las librerías del centro de Washington.

Paralelismos

Aunque no resulta fácil predecir el impacto de estas lecturas en una decisión final que se espera para los próximas semanas, dentro del debate organizado en Washington no faltan paralelismos entre Afganistán y Vietnam. En ambos casos, la Casa Blanca intentaba hacer frente a una percibida amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos (comunismo-terrorismo). En ambos frentes, Washington se asoció con gobiernos corruptos y lideres cuestionables (Saigón-Kabul) y tuvo que lidiar con santuarios (Camboya y Laos-Pakistán).

Con todo, las magnitudes militares se resisten a ser comparadas. Estados Unidos llegó a tener medio millón de tropas en Vietnam a principios de 1969. Y el contingente aprobado por la Administración Obama para Afganistán es de 68.000 efectivos. Con la solicitud formalizada esta semana de enviar 40.000 soldados adicionales a corto plazo para evitar una derrota de acuerdo a las advertencias formuladas por el general Stanley McChrystal, comandante de todas las fuerzas aliadas en Afganistán.

A juicio de Gordon Goldstein, el autor de «Lecciones en desastre», el problema de la Casa Blanca en los sesenta resulta especialmente relevante ahora para la Administración Obama. Ya que en la guerra de Vietnam se dedicaron a debatir números de tropas y no se plantearon su utilización óptima.

Por el contrario, Lewis Sorley en «Una guerra mejor» insiste en que después de que el general William Westmoreland fue reemplazado en 1968 por el general Creighton Abrams, el signo de la guerra en Vietnam empezó a cambiar. Con un margen de tropas adicionales, se realizó un esfuerzo para proteger a civiles y transferir responsabilidades a instituciones locales. Las mismas tácticas defendidas cuatro décadas después por el general McChrystal para Afganistán.

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