El «Caníbal de Cancún»: «La carne estaba muy buena, me sabía como a borrego»

Había dado cuenta de más de dos kilos de pierna y cocinaba sus vísceras, pero no pudo comerse los riñones «porque les cayó una mosca y me dio asco»

Gumaro de Dios Arias, en los calabozos de la Policía AP

CIUDAD DE MÉXICO. «Fueron como dos kilos y medio que me comí, y todavía quería seguir... La carne estaba muy buena. Me sabía como a borrego y si me hubieran dejado me lo comía todo», dijo Gumaro de Dios Arias, el «Caníbal de Cancún», tras ... ser detenido por la Policía mexicana en Playa del Carmen, apenas a unas decenas de kilómetros al sur del conocido emporio turístico de Cancún, por el asesinato de su compañero.

Este feroz Arias, de 26 años de edad, contó luego a sus captores que había matado a «el Guacho» porque éste no le compró la droga que le había pedido y tampoco le devolvió el dinero que le había entregado. Otros medios más o menos próximos a la investigación, sin embargo, aseguran que la víctima murió por negarse a mantener relaciones sexuales con quien a la postre fue su asesino.

En su escalofriante relato ante las autoridades, Gumaro de Dios Arias narraría que su compañero se desmayó después de ser golpeado con un grueso cable de electricidad; luego lo colgó y, cuando parecía que despertaba, lo volvió a golpear en la cabeza con un ladrillo. En ese momento, Arias dice que estaba drogado, tras haber inhalado pegamento.

Cuando fue descubierto por la Policía en una palapa (choza) perdida en la selva, el caníbal dormía cerca del cuerpo mutilado (le faltaban varias vísceras y grandes pedazos de carne de las piernas), mientras que en una improvisada parrilla crujían sobre las brasas el corazón, un riñón y algunas costillas del infortunado.

Según relató el homicida, tras desangrar a su víctima, le cortó parte de la pierna izquierda con una espátula para preparar un «caldo de verduras»... «pero no me gustó» y, después, se preparó unos «filetes» del muslo acompañados de pimientos verdes, cebollas y tomate. Luego intentó buscar «algo a lo que le dicen mondongo», para lo cual abrió el cuerpo en canal, pero no lo encontró.

El asesino, hecho un Arguiñano, dijo que «el bofe» (pulmones) le supo «a chivo», pero la pierna «fue lo más rico». También confesó que no se terminó los riñones porque «les cayó una mosca y me dio asco».

Su intención era acabar con el cuerpo y conservar el esqueleto «para recordar» a su amigo, de quien dice desconocer su nombre y a quien se refiere únicamente como «mi compinche».

Al ser presentado ante la Justicia, Gumaro Arias aceptó los cargos de homicidio premeditado y no mostró arrepentimiento alguno por su conducta. «No me arrepiento de nada. Ya lo hice». Mientras, los reos del penal de Playa del Carmen se niegan a compartir celda con él. Por algo será.

El director de Seguridad Pública del Estado de Quintana Roo, Henry Boldo Osorio, asegura que «los internos protestaron por la presencia de Gumaro de Dios» y se negaron a aceptar entre ellos al caníbal, ya que nadie quiere dormir con él «debido a sus muchos excesos maniáticos y a su gusto por la carne humana».

Si es hallado culpable, Arias podría ser condenado a una pena máxima de veinticinco años de prisión.

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