Cameron busca una Policía a la americana para Londres
Mientras el gobierno estudia las lecciones de los disturbios en Los Ángeles de 1992, el jefe de la Policía arremete contra el primer ministro
Cameron busca una Policía a la americana para Londres
La violencia policial contra un joven de color encendió la mecha. El fuego se inició en los barrios negros, pero pronto se extendió a toda la ciudad. La Policía se retiró de las calles, impotente . Y asiáticos y blancos se sumaron a los ... saqueos. Los disturbios duraron seis días. Y las autoridades retomaron el control de la calle cuando desplegó un número apabullante de agentes , movilizó a la Guardia Nacional y llevó a los tribunales a cientos de jóvenes. Podría ser Londres, verano de 2011. Pero es una crónica resumida de la ola de violencia que se desató en el barrio de South Central de Los Ángeles en abril de 1992 , después de que un jurado popular absolviera a cuatro agentes acusados de apalear al afroamericano Rodney King.
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Los incidentes cambiaron para siempre las tácticas de una policía que en los años 70 dejó de patrullar a pie las calles de Los Ángeles para vigilar desde los coches , una distancia con las comunidades que le obligaba a emplear métodos de represión contundentes —con un elevado número de muertos por disparos de los agentes— que dotaban de una cierta legitimidad a las bandas de pandilleros que combatían. En el Reino Unido, el gobierno se ha topado en pleno receso veraniego con la realidad pandillera. «Tenemos pruebas de la participación de bandas» en la oleada de incendios y saqueos, afirmó Cameron en su discurso en el parlamento. Entre múltiples indicios sobre la presencia de bandas organizadas en los disturbios, que utilizaban a niños para informar de la llegada de los agentes.
Estrategia combinada
A partir de los disturbios de 1992, la Policía de Los Ángeles retomó la iniciativa, con mejoras sociales, pero elevando también el número de arrestos de miembros de los «gangs». Una estrategia con nombre y apellidos: William J. Bratton, jefe policial de Nueva York en los 90 y de Los Ángeles en los 2000, que logró reducciones de entre el 40 y el 50% en los delitos en ambas ciudades combinando presencia en la calle y una ofensiva judicial contra los pandilleros. Ayer, el gobierno británico confirmó que ha contratado los servicios de este «superpolicía» como consultor para la revisión de la actuación policial, y debe presentar un informe en octubre.
La ola de violencia en el Reino Unido ha provocado un debate sobre su cultura policial . Las primeras actuaciones parecen confirmar que las autoridades británicas siguen el guión de Bratton: los juzgados de Westminster permanecen abiertos 24 horas desde hace 3 noches, y por ellos han pasado ya cientos de acusados. En las calles de Londres habrá todavía hasta este fin de semana 16.000 agentes, frente a 2.500 en un día normal . Y Cameron ha anunciado nuevos poderes para que los policías puedan obligar a alguien a quitarse una capucha y nuevas figuras delictivas para poder procesar a personas por participación en una banda, por llevar la cara tapada o por planificar asaltos desde internet. Pura doctrina Bratton para una policía acostumbrada al diálogo amable y a contener más que a reprimir, acantonada tras una inmensa red de videovigilancia.
El problema para el gobierno británico es que este debate le pilla en plena entrada en vigor de unos recortes presupuestarios en la Policía que, según algunos cálculos, podría hacer perder a Scotland Yard 2.000 de sus 32.000 agentes en los próximos años . El debate en sede parlamentaria el jueves se enquistó en este punto, y seguía ayer. «Los recortes previstos son malos para la sociedad» , dijo el líder laborista, Ed Milliband, a la BBC.
Desde las filas policiales, Hugo Orde , uno de los candidatos mejor situados para la vacante al frente de Scotland Yard, ha rechazado ayer que el retorno de la calma se deba a la intervención política . En el mismo sentido, el actual responsable de Scotland Yard, Tim Godwin, arremetió contra Cameron por lanzar críticas contra la Policía, sin «haber estado allí» en el momento de los hechos.
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