Hazte premium Hazte premium

Retroceso de los radicales de Syriza ante el miedo a un drástico cambio en Grecia

Los conservadores centran su campaña electoral en atraer el voto de quienes creen que Tsípras amenaza su precario bienestar

Retroceso de los radicales de Syriza ante el miedo a un drástico cambio en Grecia afp

begoña castiella

Vuelven los griegos a celebrar elecciones anticipadas sin conseguir reducir su deuda , ni siquiera vendiendo sus islas. No hay compradores para las paradisíacas islas porque nadie se atreve a invertir en un país abrumado por su burocracia y corrupción. Pero, sobre todo, en estos días nadie se atreve a invertir ante la perspectiva del cambio que pueda llegar si la izquierda radical de Syriza se hace con el poder en las elecciones del 25 de enero. Los radicales amenazan con renegociar la devolución de la deuda, retrasar su pago, eliminar varias reformas sustanciales del Estado heleno ya aprobadas, renacionalizar las empresas y servicios privatizados y aprobar una nueva ley laboral.

La carrera electoral ha comenzado: los griegos irán a las urnas frente al dilema de si seguir aplicando a trancas y barrancas el programa de austeridad del Gobierno destinado a disminuir el déficit fiscal con reformas y ajustes dolorosos o si apostar por el «revolucionario» político de la izquierda radical. Una disyuntiva que, desde luego, suscita muchos más temores que ilusiones. El electorado está desencantado, dividido y enfrentado. Y la campaña electoral promete ser dura, crispada y abundante en recriminaciones e insultos.

Por un lado, el primer ministro, Andónis Samarás , insiste en sus consignas de «contar la verdad» y «actuar con responsabilidad», acusando de estar «ebrio de arrogancia» al líder de Syriza, Alexis Tsípras . «Los sondeos muestran que la ventaja de Syriza disminuye y que al final ganaremos las elecciones. Porque sólo nosotros tenemos política y programa», declaró ante el comité ejecutivo de su partido.

El primer ministro heleno afirma que en estas elecciones está en juego la permanencia de Grecia en la Unión Europea y la posibilidad de que el país se declare en quiebra económica. E insiste en que Syriza no explica de dónde saldrá el dinero necesario para que el país no se hunda a finales de febrero, cuando termina el programa de rescate actual que ha sido prorrogado dos meses más. Los conservadores llevarán a cabo una campaña «puerta a puerta, barrio por barrio». Su electorado más entregado es el de los votantes de más de 60 años y el de la población rural. Pero el partido de Samarás se centrará especialmente en las personas que ahora vislumbran cómo la amenaza revolucionaria de Syriza puede poner en peligro su precario bienestar, cómo las cosas pueden empeorar gravemente justo cuando el país comenzaba a avistar la recuperación.

«Ahora que la gente vuelve a comprar… viene Tsípras con sus locuras»

«Ahora que las cosas van mejor, tengo más clientes, la gente vuelve a comprar… y viene Tsípras a tirarlo todo por la borda con sus locuras», nos cuenta Vanguelis, jubilado y antiguo conductor de autobuses. De sus cuatro hijos, todos con carrera universitaria, sólo dos tienen trabajo seguro (una maestra y otra arqueóloga). El tercero trabaja por horas en una tienda de animales, a la espera de que le contraten como técnico en una piscifactoría. El dueño del negocio esperaba una nueva línea de crédito en enero para poder contratarle, pero ahora ha frenado todos sus planes porque sabe que el banco no le concedará ni un euro hasta febrero, cuando pasen las elecciones y haya una mínima certeza sobre el futuro. Su cuarta hija es filóloga y da clases particulares a la espera de que el Estado vuelva a contratar a nuevos profesores.

Poco más de dos puntos

La ventaja en los sondeos del radical Tsípras se ha reducido a solo un 2,5% con respecto a los conservadores. El líder de Syriza condena el alarmismo de los conservadores y acusa al Gobierno de Samarás de «cometer un crimen social, económico y nacional» con sus acuerdos con la troika, de «regalar» bancos a fondos extranjeros, de «destruir» las relaciones laborales y entregar a millones de trabajadores a una esclavitud laboral con un salario mínimo de 500 euros.

«¿Con qué va a pagar el Estado a toda esa gente que quiere contratar Syriza? ¿Y si no las reforman, habrá pensiones en el futuro?», nos comenta Eleni, que se acaba de prejubilar con una pensión menor de la que le habría correspondido. Su preocupación ya no es que le reduzcan la pensión, sino que pueda cobrarla en los tiempos turbulentos que podrían avecinarse.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación