Más de 450 británicos se han unido al «Estado Islámico» en Siria
El asesino del periodista James Foley podría ser londinense, líder de una célula británica del «EI»
Ana Mellado
El Gobierno de Reino Unido lanzó ayer una exhaustiva investigación, que pretende esclarecer si el miliciano yihadista que aparece en el vídeo de la ejecución del periodista estadounidense , James Foley, es de origen británico . «A juzgar por el acento con el que habla ... y por el significativo número de ciudadanos que han partido desde Reino Unido a Siria e Irak, probablemente se trate de una persona británica», declaró el ministro de Exteriores, Philip Hammond.
Más de 450 británicos han abandonado el país en los últimos meses para ser entrenados en Siria y unirse a las filas del Estado Islámico (EI), según estima el Gobierno. El primer ministro, David Cameron, se vio obligado a interrumpir sus vacaciones en Cornualles (suroeste de Inglaterra) y regresar a Londres para reunir a su gabinete y afrontar la crisis. Cameron, que calificó el asesinato de «impactante y depravado», busca medidas urgentes para contener la fuga de musulmanes radicalizados, ya que además de suponer un peligro en sus lugares de destino, la amenaza se hace aún mayor a su regreso a Gran Bretaña.
«Lo que está ocurriendo e Irak y Siria es un veneno, un cáncer y podría extenderse a otras partes de la comunidad internacional y afectarnos directamente», puntualizó Hammond.
Las palabras del líder del Foreign Office quedan ejemplificadas con casos como el de Abu Rahin Aziz , más conocido como Abu Dugma al Britani. Él es sólo uno de los cientos de británicos del IS que ha puesto en alerta a los servicios de inteligencia con la difusión de sus diatribas hacia Occidente en internet. «Downing Street será una base musulmana. La plaza de Trafalgar es el lugar donde las ejecuciones públicas se llevarán a cabo. El Ejército del Estado Islámico está llegando», escribió en Internet hace unos meses.
Tampoco se puede olvidar ese vídeo de 13 minutos titulado « No hay vida sin la yihad », en el que aparecían cuatro jóvenes británicos llamando a hacer la guerra santa. «Mirad a vuestro alrededor, sentaos cómodamente y preguntaos a vosotros mismos: “¿Es así como queréis morir?”», inquiere con perfecto acento inglés Nasser Muthana, que hace tan solo meses estudiaba medicina de la Universidad de Cardiff (Gales).
Respecto a la amenaza que representa el islamismo dentro de las fronteras británicas, basta con echar la vista atrás y recordar casos como el del militar Lee Rigby, descuartizado en Londres a plena luz del día. Sus asesinos, dos extremistas islámicos, siempre se definieron como «soldados de Alá». Según el politólogo londinense Firas Abi Ali, cerca de medio centenar de insurgentes retornaron a Inglaterra. «La mayoría de ellos odia la sociedad occidental y sueña con perpetrar un ataque terrorista con el mayor número posible de víctimas».
Envío de tropas
Hasta ahora, el Gobierno británico ha mantenido una postura bastante tibia respecto al conflicto en Irak, limitándose a poner en marcha una operación humanitaria. La fuerza aérea británica distribuye suministros, desde alimentos a agua potable y lámparas solares capaces también de cargar teléfonos móviles.
Reino Unido ha descartado involucrarse en la guerra. «No vamos a desplegar tropas sobre el terreno. No vamos a enviar al ejército», afirmó hace unos días Cameron en declaraciones a la BBC. Tampoco se puede obviar que involucrarse en una guerra a nueve meses de las elecciones generales entraña una serie de riesgos que Cameron no parece estar dispuesto asumir. Especialmente, con el recuerdo de la controvertida invasión de 2003 aún muy presente.
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