Los líderes suníes y chiíes de Irak rechazan el califato
Los rebeldes del EIIL recuperan la vieja estructura política para sus conquistas y proclaman a su líder como el hombre al que «todos los musulmanes del mundo deben jurar fidelidad»
Mikel Ayestaran
Se representan solo a ellos, a nadie más, el Estado Islámico no es la voz de los suníes del mundo», repite de forma tajante el jeque suní Amer Al Bayati en el despacho de la mezquita Om Al Tubul, desde el que dirige la Oficina ... de la Fatua, organismo de referencia para los musulmanes de esta secta minoritaria en Irak. El Estado Islámico de Irak y Levante (EIIL) aprovechó el primer día de ramadán para la instauración del califato en las zonas que controla en Siria e Irak y acortó su nombre oficial dejándolo en Estado Islámico (EI). Su líder, Abu Baker Al Bagdadi, es el nuevo califa al que « todos los musulmanes del mundo deben jurar fidelidad», según el comunicado oficial de este grupo escindido de Al Qaida (AQ) que recupera en pleno siglo XXI el título medieval de «califa».
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Un año después de unificar los frentes sirio e iraquí y tan solo tres semanas después de liderar el levantamiento en las provincias de mayoría de población suní en Irak, el EI da un paso más en su sueño por consolidar el califato desde el Mediterráneo hasta el Golfo y ha acabado con las fronteras coloniales. «Prefiero no dar mi opinión sobre este ‘califato’ que ellos proclaman, nosotros trabajamos por la convivencia entre confesiones y por un Irak unido», apunta el jeque Al Bayati, consciente de que todas las miradas están puestas en la comunidad suní que, como en 2006, ha vuelto a aliarse con el extremismo religioso para combatir a un Gobierno central dominado por la secta rival, mayoritaria en el país, desde la caída de Sadam Husein.
Unidad chií
Ante la desbandada del ejército de las provincias del norte y la falta de liderazgo de Bagdad, la máxima autoridad chií del país, el Gran Ayatolá Sistani, emitió una fatua llamando a la yihad contra el Estado Islámico. Desde entonces miles de voluntarios apoyan al cuestionado Ejército en la ofensiva para intentar recuperar el terreno perdido a manos del EI.
La unidad de filas en el chiismo, donde las palabras de Sistani son órdenes, contrasta con las diferentes corrientes dentro de los suníes. «Esta Oficina de Fatua también ha reaccionado durante la crisis emitiendo un edicto religioso que dice que la sangre de los iraquíes es una línea roja y que hay que seguir la auténtica religión de Alá», señala el jeque Al Bayati, pero esta fatua es papel mojado para el EI que aplica su propia interpretación del islam a través de una sharía en unos términos parecidos a la de los talibanes antes de 2001 en Afganistán.
La directora de la Oficina de Derechos Humanos de Irak, Salama Al Jafayi, califica de «limpieza religiosa» la forma de gobierno impuesta por el EI en las ciudades y pueblos que controla en Al Anbar, Nínive, Saladino, Kirkuk y Diyala. «Son aún más duros que Al Qaida y mejor organizados. Castigan de una forma muy selectiva y están limpiando de chiíes, cristianos y de suníes que no les prestan fidelidad», denuncia Al Jafayi.
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