Análisis
Cameron se estrella contra una UE que ya no es la de Thatcher
El primer ministro británico ha fracasado incluso en su intento de crear una minoría de bloqueo con los Gobiernos de Suecia y Holanda
Cameron se estrella contra una UE que ya no es la de Thatcher
No es la primera vez que un primer ministro británico se planta ante los avances en las prerrogativas del Parlamento Europeo. En el otoño de 1990, cuando la Unión Europea era un club manejable y la Comisión estaba presidida por un político con mayúsculas, Jacques ... Delors apeló por primera vez a situar el corazón democrático de la unión en la cámara de Estrasburgo. La respuesta de Margaret Thatcher desde los Comunes fue inequívoca: «No, no no». Ya lo había advertido dos años antes en su célebre discurso de Brujas, un momento fundacional para el euroescepticismo: no estaba dispuesta a tolerar un «superestado europeo que ejerciera un nuevo dominio desde Bruselas» después de haber reducido el Estado británico a su mínima expresión.
En su furibunda oposición al nombramiento de Jean-Claude Juncker al frente del Ejecutivo comunitario, David Cameron ha intentado encontrar su «momento Thatcher». La idea de que las elecciones a la Eurocámara determinen el nombramiento del presidente de la Comisión es, a los ojos del Gobierno británico, una «usurpación de poderes» por parte del parlamento, en la expresión acuñada por Charles Grant del Center for European Reform. En el lenguaje «tory», los partidos políticos europeos se han convertido en «facciones». Y reducen a meros «desconocidos» a los «spitzenkandidaten» continentales, como Juncker o el socialdemócrata Schultz, que cada familia política se esforzó en presentar como cabeza de cartel el 25 de mayo.
En su quijotesco intento de decir «no, no, no» a Juncker, Cameron plantea argumentos que merecen ser considerados -¿ de verdad Juncker es la salvación ?-, pero se equivoca de club. El «establishment» británico, de izquierda a derecha, es un fortín de nostálgicos de una Europa de gobiernos y capitales en la que reina el derecho a veto, y no la lógica del consenso. Es la Europa de los 90, en la que Thatcher todavía podía salirse con la suya con aquello de «devuélvanme mi dinero». Pero, como advierte el veterano eurodiputado democristiano alemán, Elmar Brok, «Europa ha evolucionado, ya no hay principio del veto».
Cameron ha fracasado, incluso, en su intento de crear una minoría de bloqueo con los Gobiernos de Suecia y Holanda, que desconfían también de la lógica de la «unión cada vez más estrecha» que hace avanzar Europa. Irónicamente, el mandato de que el Consejo «tenga en cuenta» los resultados de las elecciones europeas es la respuesta desde esa lógica integracionista a la crítica permanente al supuesto «déficit democrático» que arrastra la unión, uno de los argumentos más repetidos desde las filas euroescépticas. Pero no era eso, al parecer.
El 43% de los británicos aplaude su «no» a Juncker«El intento del Parlamento de limitar la libertad del Consejo es un abuso del espíritu de esa cláusula», explica a ABC un alto diplomático británico. «Lo que deberían tener en cuenta es el profundo descontento de los votantes con el statu quo», dice. Y en eso tienen razón: Juncker no es el candidato que necesita Europa. Salvo que lo sea un licenciado en Derecho de un paraíso fiscal de 59 años que, cuando abandonó el Gobierno en 2013, era el político (gris) más longevo en el cargo de toda la UE, cargo que abandonó por un escandalazo de espías y policías en toda regla.
Cameron defiende un genuino discurso reformista para una Europa que debe cambiar. Y, según el FT , una mayoría del 43% de los británicos aplaude su «no» a Juncker. Pero su problema, y el nuestro, es que cuanto más engrasa sus credenciales euroescépticas en casa, más limita su margen de acción en Europa -«que se vayan», ha dicho Michel Rocard- y, con ello, sus futuros argumentos para defender el «No» a salirse de la UE cuando convoque un referéndum en 2017.
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