Los adversarios de que Juncker presida la Comisión intentan ganar a Merkel

Los primeros ministros de Holanda y Suecia se unen al británico Cameron en un frente contra el luxemburgués. La canciller alemana intenta mediar

Los adversarios de que Juncker presida la Comisión intentan ganar a Merkel afp

enrique serbeto

Los primeros ministros de Gran Bretaña, Suecia y Holanda han formalizado la coalición que se opone al nombramiento del luxemburgués Jean-Claude Juncker . En la cena que en la noche de este lunes celebraron con la canciller alemana, Angela Merkel, se jugaba el grueso del ... andamiaje de la próxima legislatura europea y un pulso formidable entre los que creen (como la alemana) que hay que respetar el compromiso con los electores, y los que consideran que Juncker no es la mejor opción.

El sueco Frederik Reinfeldt ha recibido a sus huéspedes con unas declaraciones en las que deja claro que sus simpatías no están con el candidato que hizo campaña respaldado por el Partido Popular Europeo (PPE). «Como representante de Suecia, nunca he aceptado el proceso» de que sea el candidato del partido más votado en las elecciones europeas el que acabe siendo presidente de la Comisión. «No apoyamos la idea porque descartaría a muchos potenciales presidentes de la Comisión» y, además, «hay que tener en cuenta el equilibrio entre diferentes instituciones», países y partidos. En definitiva, Reinfeldt quiere que sigan siendo los jefes de gobierno los que designen al presidente de la Comisión. Y eso que el primer ministro sueco forma parte del Partido Popular Europeo, que decidió en un congreso en Dublin que Juncker fuera su candidato a la Comisión. En aquel momento, mantuvo silencio.

El sueco recibió anoche en su residencia de verano en la localidad de Harpsund al británico David Cameron , que es el principal cabecilla de la coalición anti Juncker, al holandés Mark Rutte, de la familia liberal, que también ha dicho que no acepta el mecanismo de vincular la designación del presidente de la Comisión a las elecciones europeas, y la canciller alemana, Angela Merkel, a quien intentan atraer a su bando.

Merkel ha dado por bueno que hay que buscar mayor legitimidad democrática para el presidente de la Comisión. Pero necesita al Reino Unido como aliado en la defensa de sus principios económicos y no quiere que todo este conflicto termine degenerando en un impulso a la salida británica de la UE. Como casi siempre, Alemania tiene que dedicarse a resolver los problemas, pero intentando que no trasluzca que, en el fondo, Europa se controla desde Berlín.

La posición de Cameron es la que más le preocupa a Merkel, porque la prensa británica ha planteado esta batalla como un pulso personal en el que se juega su prestigio política. Una prensa que ha bautizado a Juncker como «el hombre mas peligroso de Europa» y ha afianzado el dilema de que, si no se aceptan las exigencias británicas, se está favoreciendo su salida de la UE. Los insultos a Juncker en los periódicos británicos están siendo tan extravagantes que hasta su partido, el socialcristiano luxemburgués CSV, ha tenido que emitir una declaración denunciando esta campaña, inédita en el continente.

Las razones de Reinfeld y Rutte son diferentes a las de Cameron y probablemente capaces de tener más efecto en la sensibilidad de Angela Merkel. Quieren que se exija que se respete la letra del tratado en cuanto se refiere a la designación del presidente de la Comisión, una potestad que corresponde en exclusivamente al Consejo, es decir a los jefes de Gobierno.

Salidas peliagudas

Ahora bien, el tratado de Lisboa añade que tal decisión ya no será tomada por unanimidad, precisamente para evitar que se repitiesen los vetos –casi siempre de Gran Bretaña– que se imponían contra los candidatos juzgados «demasiado europeístas». Para acabar de complicar la situación, el tratado añadía que, a la hora de decidir el candidato, los jefes de gobierno deben tener en cuenta «el resultado de las elecciones», que es el argumento en el que los partidos políticos europeos se apoyaron para designar a sus candidatos al puesto.

De manera que se ha creado una situación en la que cualquier salida va a ser muy peliaguda: si se acepta a Juncker en función de que es el candidato del partido más votado en las elecciones, como quiere el Parlamento Europeo, se despoja por la puerta de atrás al Consejo de su potestad de designar –y dominar– al presidente de la Comisión. Si se ignora lo que se le ha estado prometiendo a los electores, se creará un precedente desastroso para la confianza de los ciudadanos en la democratización de las instituciones europeas. Si el Consejo impone sus razones, se arriesga además a provocar un enfrentamiento con el Parlamento, que tiene que ratificar el nombramiento por mayoría absoluta.

En paralelo, el actual presidente del Consejo, Herman van Rompuy , está llevando a cabo una misión de exploración entre países y partidos para ver qué posibilidades hay de encontrar una fórmula de equilibrio. Otros países no se manifiestan, pero están en contra de que dos gobiernos de fuera del euro (Suecia y Reino Unido) les impongan al candidato. Y Merkel, además, tiene que lidiar con sus socios de coalición en Alemania, que apoyan sin reservas la tesis de la elección «democrática», tal como lo planteó el presidente del Parlamento saliente, Martin Shultz.

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