De Escandinavia al terror de Somalia
Crecen los terroristas regresados desde la diáspora europea en las actividades del grupo islamista de Al Shabab
EDUARDO S. MOLANO
«Pido a Alá que me ayude a realizar esta operación». A Abdullahi Ahmed «Habib Al Muhajir» no le importó viajar más de 7.000 kilómetros para reventarse las entrañas contra un muro.
El pasado martes, poco después de apelar a la ayuda divina en ... un mensaje grabado, «Habib Al Muhajir» se inmolaba con su vehículo, armado hasta las tuercas de explosivos, a las puertas de un hotel en la localidad de Buloburde, al sur de Somalia. En la acción armada fallecieron al menos 30 miembros de las tropas de paz de la Unión Africana y del Ejército local (el lugar servía de reposo habitual de ambos destacamentos).
La milicia islamista de Al Shabab -considerada la franquicia de Al Qaida en la región- reconocería poco después en un comunicado su autoría en el crimen. Hasta aquí, apenas sorpresas en el amplio currículum delictivo dibujado en los últimos años por el grupo armado.
Sorprendía, eso sí, la identidad del terrorista suicida que llevó a cabo el ataque: Abdullahi Ahmed «Habib Al Muhajir», un ciudadano somalí de 60 años que había residido en Noruega.
Acostumbrados a las denuncias sobre el reclutamiento por parte de Al Shabab de niños soldado para llevar a cabo sus ataques suicidas, la edad de «Habib Al-Muhajir» superaba ampliamente la media. De igual modo, que fuera un terrorista retornado de Europa también resultaba extraño.
Aunque vistas las cifras, no tanto.
Un millar de regresados
Desde 2008, las fuentes más fiables estiman que al menos un millar de somalíes residentes en el extranjero han regresado al país africano para unirse a la cruzada bélica de Al Shabab. En este sentido, destaca el papel jugado en los últimos tiempos por otro antiguo residente en Noruega, Abdi Dhuhulow, uno de los presuntos perpetradores de la masacre del pasado mes de septiembre en el centro comercial Westgate de la capital de Kenia, Nairobi.
No es el único caso. En 2009, la Policía sueca ya informaba de que al menos una veintena de jóvenes somalíes que vivían en el país nórdico habían regresado a territorio africano tras recibir entrenamiento en Europa para realizar atentados suicidas.
De igual modo, en julio de 2012, dos hermanos gemelos del país africano fueron condenados por un tribunal de Reino Unido a tres años de cárcel por financiar actividades terroristas en Somalia.
Según la Fiscalía, los dos acusados -residentes en Londres- formaban parte de una red de apoyo a los campos de entrenamiento que la milicia islamista Al Shabab mantiene en el sur de Somalia. Allí se encontraba su hermano mayor, a quien desde 2008 enviaban dinero de forma periódica.
Por entonces, esta sentencia camino de forma paralela a la de un ciudadano estadounidense que se declaró culpable, esta vez ante un tribunal de Chicago, de captar fondos para el grupo rebelde.
Tres casos penales similares, separados por más de 6.000 kilómetros, que ponían de manifiesto el creciente peso adquirido por la diáspora somalí (de origen o adquirida) en las actividades terroristas de Al Shabab.
Y ahora, también desde Escandinavia.
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