muere margaret thatcher
El Ritz despide a su primera dama
ABC se adentra en la historia del insigne hotel londinense que alojó a Margaret Thatcher durante sus últimos días
ana mellado
Un esplendoroso palacio francés decorado al estilo Luis XVI, cuyos visillos impolutos dejan entrever una realidad exquisita y alfombrada. Unos toldos azul inmaculado ribeteados con hilos dorados, bajo los que el servicio aguarda la tímida mirada de los huéspedes. Un rótulo, a base de pequeñas ... bombillas blancas. Más de un siglo después de su construcción, el Hotel Ritz de Londres mantiene intacta la voluntad inmanente con la que nació; una apuesta rotunda por el confort revestido de opulencia al servicio de la nobleza, grandes hombres de negocios y viajeros de postín.
En pleno corazón londinense, «el pequeño castillo de Piccadilly», como lo denominaba comunmente aquella parte de la sociedad que nunca pondría un pie sobre sus interminables metros de moqueta, forjó a lo largo de su historia, desde su inauguración en 1906, una lista de ilustres clientes fijos. Por sus aposentos desfilaron grandes figuras de la literatura y el arte, como Oscar Wilde, Warhol o Chaplin y distinguidos miembros de la realeza como el rey Eduardo VII, la Reina Madre o el rey Carol de Rumania.
Durante la Segunda Guerra Mundial, en la suite María Antonieta, se celebraron varias reuniones y cenas privadas entre Churchill, De Gaulle y Eisenhower.
El goteo de personalidades ha sido incesante. A principios de 2013, el lujo y esplendor de una de las suites del hotel volvía a arropar a uno de los personajes más insignes de la política británica. Tras ser intervenida de vejiga, la ex primera ministra, Margaret Thatcher se instalaba en el Ritz para huir del reto diario que suponía el subir y bajar los cuatro pisos de las escaleras de su residencia, en el exclusivo barrio de Belgravia. El emblemático hotel asistía impasible al progresivo deterioro de salud de la baronesa, que se adentraba en sus últimos días. Entre los recuerdos de «La Dama de Hierro» en el hotel, mermados por el estado avanzado de su alzheimer, figuraba la cena con su marido Denis en el año 2002, con motivo de la celebración de sus bodas de oro. Sería precisamente allí, en uno de los establecimientos hoteleros más emblemáticos del mundo, donde Margaret reposara para siempre.
Retroceder en el tiempo
Al igual que otras muchas instituciones británicas, el Ritz fue la creación de un extranjero, el camarero suizo César Ritz, que recaló en el Savoy de Londres y decidió sembrar en Europa remansos de lujo y confort. Pero durante la mayor parte de la etapa del posthatcherismo, a partir de 1995, fueron David y Frederick Barclay los que compraron el hotel por 75 millones de libras (unos 14.700 millones de pesetas) al grupo constructor británico Trafalgar House. Los gemelos Barclay, admiradores de la fallecida baronesa, invitaron directamente a Thatcher a hospedarse allí sin ningún coste durante todo el tiempo que lo requiriera . Los precios de las 136 habitaciones de estilo isabelino de las que dispone oscilan entre los 340 euros por aquellas más simples hasta los 4200 por la suite Príncipe de Gales, un ático con vistas a Green Park, de dos habitaciones, sábanas de lino, salón, baños de mármol y varios vestidores.
La influencia del estilo de «chateau» parisino que guía las líneas de la fachada principal también impera en el diseño interior, con decoración de la época, como las columnas jónicas, muebles de la belle epoque o decenas de arañas que cuelgan de sus techos especialmente reforzados. El vestíbulo se convierte en una gran galería aboveda que recorre toda la planta baja del edificio sin puertas o paredes que entorpezcan la sensación de amplitud. Su salón Palm Court, es el escenario ideal para disfrutar de la versión más rococó del té londinense. Las mesas vestidas de manteles de lino almidonado y cubiertas de fina porcelana china permiten retroceder en el tiempo a la Inglaterra eduardiana.
La exclusividad y opulencia que aún hoy destila en Ritz en cada uno de sus rincones se contrapone al estilo austero y frugal que Margaret Thatcher imprimió en su vida.
El Ritz despide a su primera dama
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