De Stalin a Putin: la gran mentira que esconde Rusia tras el desfile del Día de la Victoria
El dictador comunista tras la Segunda Guerra Mundial y el actual presidente ruso con la guerra de Ucrania han utilizado la famosa conmemoración de la victoria sobre los nazis para esconder sus propios fracasos
«Es imposible que la Segunda Guerra Mundial, la más devastadora de la historia, no tenga secretos»
Israel Viana
Madrid
Hace tiempo que Vladimir Putin se apropió de la conmemoración del Día de la Victoria del 9 de mayo. El presidente ruso ha convertido la histórica jornada en una fecha para el ensalzamiento de su régimen, al cual intenta mostrar como el principal ... heredero de la lucha contra el nazismo. Sin embargo, ni en 1945 la URSS salió tan fortalecida de la Segunda Guerra Mundial como la propaganda soviética intentó hacernos creer ni Rusia está hoy en posición, tras 15 meses de guerra contra Ucrania en los que ha demostrado que no es invencible, de sacar pecho en ningún desfile.
A pesar de ello, el presidente ruso lo celebrará igualmente este martes, aunque sea a puerta cerrada, sin la exhibición de sus cazas y habiendo cancelado una veintena de desfiles en diferentes ciudades por motivos de seguridad. Entre ellas, capitales de regiones limítrofes con Ucrania, como Belgorod, Bryansk o Kursk, donde tuvo lugar la mayor batalla de tanques de la contienda mundial en 1943. También en Krasnodar, Sochi y otras urbes que se encuentran entre Moscú y la frontera ucraniana, como Kaluga, Riazán o Oriol. El Día de la Victoria, por lo tanto, tendrá lugar por segundo año consecutivo en Rusia desde que comenzó la invasión.
El Kremlin tomó la decisión de cancelar el desfile en todas esas ciudades después de que se produjera el ataque con drones a la sede del Kremlin el pasado 2 de mayo. Un ataque del que Moscú acusa a Kiev y que las autoridades ucranianas niegan. El Gobierno ruso asegura que la concentración de militares y equipos del desfile puede atraer a alguna provocación del enemigo, así como que los fuegos artificiales que suelen utilizarse podrían dificultar la rehabilitación de los heridos en el frente ucraniano.
La excepción de Rusia: ¿por qué el Kremlin celebra el desfile del Día de la Victoria sobre Hitler el 9 de mayo?
I. V.Cómo ocurre desde hace décadas, el país presidido ahora por Putin sigue conmemorando el final de la Segunda Guerra Mundial un día después del resto de potencias europeas que combatieron en la Segunda Guerra Mundial y de Estados Unidos
Muchos expertos opinan que tras la menguada celebración del Día de la Victoria de este año, Putin quiere esconder el fracaso en Ucrania, al igual que Stalin y su célebre mariscal Georgi Zhukov hicieron en 1945, en relación a los estragos que la Segunda Guerra Mundial había provocado en la Unión Soviética y que trataban de esconder al mundo. Un ejemplo del caos que la actual invasión está causando en el Kremlin y que el presidente ruso quiere ocultar, se produjo esta semana con el macabro espectáculo ofrecido por el jefe de los mercenarios rusos del Grupo Wagner, Evgueni Prigozhin, que increpó a la cúpula militar rusa y anunció que iba a abandonar el frente de Bajmut por falta de la munición necesaria. Todo ello, rodeado de los cadáveres de sus hombres.
La firma de 1945
Este 9 de mayo Putin intentará separar la victoria de la Segunda Guerra Mundial de los fracasos y errores en la campaña militar en Ucrania. Pero también aprovechará para fomentar la narrativa sobre el enemigo nazi, estbleciendo las pertinentes semejanzas con el régimen del presidente ucraniano Volodímir Zelenski. Stalin hizo lo mismo después de la rendición del Tercer Reich que se firmó primero el 7 de mayo de 1945 en Reims. El dictador comunista, sin embargo, exigió que se celebrara una nueva rendición el 8 de mayo en Berlín ante el mariscal Zhukov, su representante en la capital alemana.
Aquella repetición de la firma fue su enésima exigencia, pues estaba ansioso de que el mundo supiese que la URSS había aplastado al Tercer Reich. Pero, si esta nueva rendición se celebró el 8 de mayo, según la fecha convenida por Stalín y el resto de potencias aliadas, ¿por qué se celebra el desfile del Día de la Victoria un día después que en todos los países europeos y Estados Unidos? La explicación es muy sencilla: por el cambio en los husos horarios.
«Las condiciones de la rendición entrarán en vigor a las 23.01 de la noche, hora de Europa Central, del día 8 de mayo de 1945», confirmaba ABC en su portada. Sin embargo, en ese momento los relojes de Moscú ya marcaban el día 9. Lo más curioso, además, es que el primer desfile de la Victoria de la Unión Soviética ni tan siquiera se celebró ese día, sino un mes y medio después, el 24 de junio de 1945, en Moscú, haciendo alarde de su arsenal, como si el gigante comunista estuviera más fuerte que nunca… pero no era así.
Los muertos ocultos
Esa mañana caía el diluvio universal sobre las decenas de miles de soldados soviéticos congregados en la Plaza Roja para celebrar la citada victoria sobre el Tercer Reich. Hitler se había suicidado dos meses antes y el mundo respiraba tranquilo. El infierno se había acabado y todo parecía ir perfecto. A las diez de la mañana, el mariscal Georgi Zhukov apareció por las puertas del Kremlin a lomos de un caballo blanco y dio la señal para que comenzara el Desfile de la Victoria. En el momento cumbre de la celebración, los oficiales, engalanados con sus condecoraciones, arrojaron doscientos estandartes nazis ante el pedestal del mausoleo de Lenin.
El boato era impresionante, pero no debemos llevarnos a engaño. En ese momento, la Unión Soviética era un «gigante exhausto», como la calificó el historiador ruso Vladislav Zubok en su libro 'Un imperio fallido' (Crítica, 2007). Su colega británico, Richard Overy, aseguró años después que «la construcción del imperio de Stalin se consiguió a costa de ríos de sangre soviética». La cifra de muertos, no obstante, sigue siendo objeto de debate. En febrero de 1946, el dictador comunicó que la URSS había perdido 'solo' siete millones de ciudadanos. En 1961, su sucesor, Nikita Kruschev, elevó la cifra hasta los veinte millones.
En 1990, una investigación oficial reconoció que habían sido realmente de 26,6 millones, aunque a día de hoy esa cantidad trambién se pone en duda por quienes consideran que la victoria sobre la Alemania nazi fue, en realidad, pírrica, sobre todo si tenemos en cuenta que los muertos de su principal aliado, Estados Unidos, fueron muchísimos menos: no pasaron de los 293.000 entre Europa y el Pacífico. ¿Era posible que Stalin y Zhukov hicieran alarde de un éxito que les había costado diez veces más de muertos que a Estados Unidos?
El derrumbe económico
En junio de 1976, en el sosiego de su retiro, el que fuera ministro de Asuntos Exteriores de la URSS durante y después de la guerra, Viacheslav Mólotov, hizo una reflexión que bien podría resumir el estado ruinoso en el que se encontraban los soviético y el espíritu con el que enfrentarían, a pesar de ello, los casi cincuenta años de Guerra Fría: «Roosevelt pensaba que los rusos iban a llegar e inclinarse ante América pidiendo limosna, pues Rusia es un país pobre, sin industria, sin pan. Pero nosotros veíamos las cosas de otra manera, pues el pueblo estaba dispuesto a sacrificarse y a luchar».
No es fácil explicarse cómo Stalin consiguió construir, en apenas ocho años, el imperio que iba a dominar la mitad del mundo hasta su desintegración en 1991. Cuando la Unión Soviética se derrumbó, los documentos oficiales que se hicieron públicos corroboraron lo defendido por los informes de los servicios de inteligencia norteamericanos de 1945, según los cuales la economía soviética estaba, al final de la Segunda Guerra Mundial, muy débil. Esa es una de las razones por las que la jornada del Día de la Victoria, el 9 de mayo, dejó de ser festiva y no volviera a recuperarse hasta el vigésimo aniversario en 1965.
En su momento, las estimaciones oficiales valoraron en 679.000 millones de rublos los daños sufridos entre 1939 y 1945, una cantidad que superaba la riqueza nacional de Gran Bretaña y Alemania y constituía un tercio de la de Estados Unidos. Más tarde, el Kremlin elevó el coste a 2,6 billones de rublos, pero Stalin jamás rebajó sus expectativas y se puso a trabajar para establecer un cordón con estados políticamente afines y subordinados a sus decisiones, con el objetivo de ampliar su zona de influencia. Un logro que no tardó mucho en conseguir.
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