La historia que Maduro quiere sepultar atacando a España: el odio de Bolívar a los indígenas

«¡Avanzaremos en la descolonización de la patria!», afirmó en una de sus intervenciones televisivas el presidente venezola, que ha creado para la ocasión una comisión con varios historiadores, afines al régimen bolivariano, para esclarecer los «crímenes» de la conquista española y exigir una indemnización con precisión

Retrato de Simón Bolívar (1783-1830).

Al calor de los movimientos del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, y de otros líderes de Hispanoamérica, Nicolás Maduro ha querido sumarse a las reclamaciones anacrónicas de perdón y reparación dirigidas a España. «Esta comisión nacional del más alto nivel está encargada de ... esclarecer y hurgar la verdad del colonialismo europeo, sus crímenes, genocidios y saqueos cometidos en Venezuela, en América Latina y el Caribe . ¡Avanzaremos en la descolonización de la patria!», afirmó en una de sus intervenciones televisivas el presidente venezola, que ha creado para la ocasión una comisión con varios historiadores, afines al régimen bolivariano, para esclarecer los «crímenes» de la conquista española y exigir una indemnización económica y moral. «Tenemos que exigir justicia y reparación a España, Portugal y toda Europa frente a los crímenes del dominio colonial», ordenó.

No es la primera vez que el Chavismo intenta arrancar de las venas del país su pasado virreinal. En 2002, Hugo Chávez cambió la denominación del Día de la Raza por el de Día de la Resistencia Indígena . Dos años más tarde, grupos revolucionarios juzgaron, condenaron, colgaron y derribaron la estatua de Cristóbal Colón en Caracas, que hoy pasa sus días en un depósito. Y, en la última década, el gobierno de Venezuela ha cambiado el nombre al parque nacional de Ávila (en honor a un gobernador español de hace más de dos siglos) y a una de la autopista de Caracas llamada José Fajardo (conquitsdor mestizo de la zona norcentral de la actual Venezuela) por nombres de caciques indígenas, sin que estas modificaciones hayan calado a nivel popular.

El primer territorio español en el continente

Lo que hoy es Venezuela fue el primer territorio continental que pisaron los españoles. La región fue avistada por primera vez durante el tercer viaje de Cristóbal Colón , el 1 de agosto de 1498, cuando llegó a la desembocadura del río Orinoco. Tras esa primera incursión de Colón, Alonso de Ojeda realizó en 1499 una expedición más extensa y se puso los cimientos para la creación de puestos comerciales entre la tierra firme y las islas caribeñas, en ese momento epicentro de la presencia española en América. Nueva Cádiz fue la primera ciudad fundada en Venezuela y la primera española en Suramérica .

En 1528, Carlos V arrendó por un tiempo la provincia de Venezuela a las familias de banqueros de los Welser y los Fugger, pero su gobierno allí fue declinando y no pudo hacer frente a las numerosas rebeliones indígenas en la región. Las más destacadas fueron la comandada por el cacique Guaicaipuro en 1560 y la sublevación de los quiriquires en 1600. Durante los siglos XVII y XVII, el poder virreinal se extendió por todo el territorio y propició el mestizaje entre europeos e indios.

Las expediciones de Alonso de Ojeda, por Augusto Ferrer Dalmau.

El comercio de cacao, añil y tabaco y la extracción de minerales floreció la provincia y, en consecuencia, atrajo ataques de piratas como el de Henry Morgan a Maracaibo en 1669. De la mano de Carlos III, se creó la Capitanía General de Venezuela en 1777 y con ello la Real Audiencia de Caracas en 1786, que configuraron con mayor precisión las actuales fronteras de Venezuela y dio más autonomía a una zona que a nivel comercial era estratégico.

A pesar de las rebeliones y las enfermedades que diezmaron a su población, los indígenas sobrevivieron al paso de los siglos y lograron, amparadas en las leyes de Indias , contar con cierta protección legal frente a un mundo moderno contra el que no estaban debidamente preparados. Todo ello se desvaneció con la Independencia. El relato republicano se fundamentó en que todo se hacía para devolver sus tierras a los herederos de las civilizaciones precolombinas, pero la realidad es que los criollos, españoles nacidos en América, empeoraron, en la mayoría de casos, las condiciones de vida de la población indígena.

Nacido en el seno de una familia de ascendencia española de Caracas, el militar Simón Bolívar , reverenciado por el Chavismo, también pensaba, como hombre de su época, que los indígenas eran seres incapaces de una concepción política. Influenciado por Rousseau y los pensadores de la Ilustración, el criollo creía en el mito del buen salvaje, apacible, solitario, «amigo de todos» y, al mismo tiempo, incapaz de integrarse en la sociedad moderna. En sus cartas los califica de ladrones, ignorantes y embusteros, faltos de principios morales que pudieran guiarlos. Necesitaban así que otros gobernaran y decidieran por ellos.

«Los pastusos deben ser aniquilados y sus mujeres e hijos transportados a otra parte, dando aquel país a una colonia militar»

Sin ir más lejos, su familia era dueña de extensas plantaciones de cacao, con indios de encomienda y esclavos negros, a los que nunca dudó en explotar. Durante su campaña en Perú , condenó a los españoles por ser exterminadores de indios y juró por «las cenizas del gran Atahualpa » que le vengaría, si bien apenas pudo disimular su aversión por la población indígena de esta región. «De todos los países, es tal vez Sudamérica el menos apropósito para los gobiernos republicanos, porque su población la forman indios y negros, más ignorantes que la raza vil de los españoles, de la que acabamos de emanciparnos», apuntó en una correspondencia con los británicos cuando ya había concluido la guerra contra los realistas.

Mención aparte para los habitantes de Pasto, en la actual Colombia , cuya lealtad a la Corona española exacerbó al libertador. Ante las derrotas causadas por guerrilleros indígenas en 1822, Bolívar declaró «la guerra a muerte» a la ciudad de Pasto. Las tropas del general Sucre exterminaron la población el 24 de diciembre de 1822, episodio atroz recordado como la Navidad Negra , en cumplimiento de las órdenes del libertador. En una carta a Francisco de Paula Santander, dejó clara su postura:

«Porque ha de saber usted que los pastusos… son los demonios más demonios que han salido de los infiernos… Los pastusos deben ser aniquilados y sus mujeres e hijos transportados a otra parte, dando aquel país a una colonia militar. De otro modo Colombia se acordará de los pastusos cuando haya el menor alboroto, aun cuando sea de aquí a cien años, porque jamás se olvidarán de nuestros estragos, aunque demasiados merecidos».

La estrategia de la zanahoria y el palo

La doble moral de Bolívar hacia los indios se tradujo en la Constitución de Angostura (1819) , donde se concedía el voto solo a los individuos alfabetizados con cierto nivel de recursos económicos: lo que significaba en la práctica que se excluía a la población indígena de la actividad política. Como contrapartida, Simón Bolívar se cuidó de ganarse el apoyo de los indios con la firma de decretos destinados a otorgar la propiedad de la tierra en distintas regiones. Claro que, como buen latifundista, el libertador hizo poco por conocer las necesidades reales de los campesinos indígenas y evitar que los indios quedaran desprotegidos.

En un decreto firmado el 8 de abril de 1824, se declaró que los indígenas de Perú podían vender de cualquier modo las tierras que poseían y se fraccionaron las tierras comunales con este fin, al mismo tiempo que se restableció el tributo indígena suprimido por José de San Martín años antes. «Los pobres indígenas se hallan en un estado de abatimiento verdaderamente lamentable. Yo pienso hacerles todo el bien posible: primero, por el bien de la humanidad, y segundo, porque tienen derecho a ello, y últimamente, porque hacer bien no cuesta nada y vale mucho», dejó escrito Bolívar, en junio de 1825, sin apreciar el daño que iban a causar sus medidas.

Boceto de Nueva Cádiz hacia 1523.

La estrategia de la zanahoria y el palo desembocó en la pérdida masiva de tierras y en una dependencia económica plena hacia los terratenientes. John Lynch, de la Universidad de Yale, concluye en su biografía dedicada a Bolívar que los decretos indios del libertador «tuvieron un alcance limitado y una intención equivocada», haciendo que los indios fueran más vulnerables. «Darles tierras sin capital, herramientas o protección, era invitarlos a endeudarse con los terratenientes más poderosos, a entregar sus tierras como medio de pago y a terminar en la servidumbre por deudas».

En este sentido, el historiador británico sostiene que «los liberales de la posindependencia consideraban que los indígenas eran un obstáculo para el desarrollo nacional y creían que la autonomía que habían heredado del régimen colonial debía terminar mediante su integración a la nación. En Colombia y Perú, los nuevos legisladores trataron de destruir las personas jurídicas con el fin de liberar las tierras indígenas y movilizar la mano de obra indígena».

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