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La tercera

La memoria indígena

«Es notable observar cómo todo lo sólido que hay en Iberoamérica proviene de los 300 años de la paz española: el casco histórico de las ciudades fundadas por España; los templos, las universidades y colegios, la red hospitalaria, la lengua, la religión, la cultura uniforme… el fruto de años de aplicación de las Leyes de Indias, de próspera tranquilidad y de mestizaje. Aquel inmenso territorio español no eran colonias sino provincias»

Borja Cardelús

LA acerba condena del nuevo presidente peruano del pasado español y su nostalgia por la que llamó ancestral armonía indígena, es tan desleal y lejana a la verdad, que resulta apremiante corregirla. Los aztecas llegaron al valle de México desde el Norte, y las tribus ... allí asentadas permitieron que se instalaran en el lago de Tenochtitlán, pero poco tiempo después se habían adueñado de toda la región y sometido a sus gentes. A las cuales no solo exigían gravosos impuestos, sino también contribuciones humanas, porque eran práctica mexica las llamadas guerras floridas, correrías militares sobre el entorno de las que regresaban a la capital con un nutrido botín de prisioneros, que llevaban al altar del sacrificio, donde les arrancaban el corazón y la carne se vendía en el mercado. Otra costumbre azteca era mantener enjaulados niños, a los que engordaban durante años como ganado hasta que estaban listos para el sacrificio, sirviendo de manjar selecto en las mesas de la aristocracia. Y el emperador Moctezuma mantenía una colección de ejemplares humanos deformes, que satisfacían su curiosidad.

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