Así era la extraña bomba «milagrosa» con la que Hitler se convenció de que arrasaría en la II Guerra Mundial
«El arma secreta» o los «meteoros de dinamita» son algunos de los nombres con los que ABC se refirió a los nuevos misiles «Vergeltungswaffe» con los que el líder nazi quiso darle la vuelta al conflicto cuando lo tenía ya todo perdido. «Jamás vi cosa semejante. Ha desencadenado un verdadero infierno»
Israel Viana
A finales de junio de 1944, hubo un titular que aparecía recurrentemente en las páginas de ABC: «El arma secreta alemana». El día 20 contábamos que «el objetivo principal de los “meteoros de dinamita”, nombre dado al nuevo explosivo germano, es la aglomeración urbana de ... Londres, puesto que es el cerebro de la invasión y un gran centro de comunicaciones e información mundiales, según los círculos militares berlineses».
Este diario también recogía la declaración del piloto que voló sobre la capital inglesa para comprobar los daños provocados por esta bomba «milagrosa» que los nazis acaban de estrenar: «Jamás vi cosa semejante. Todos estaba sumido en la oscuridad y, de repente, se desencadenó abajo un verdadero infierno. Surgieron los primeros fuegos aislados y se extendieron cada vez más. Pocos minutos después de haber hecho explosión los primeros proyectiles, los incendios adquirieron una extensión gigantesca hasta cubrir una superficie enorme».
El día 24, bajo el mismo título de «El arma secreta alemana», ABC informaba igualmente sobre las «bombas volantes con las que se ha seguido atacando la Inglaterra meridional, causando daños materiales y pérdidas humanas. Los cazas nocturnos de la RAF volaron de madrugada para dar la batalla a estos proyectiles que volvieron a surcar los cielos del sur del país. Muchos fueron destruidos en el aire o cayeron en campos y jardines. Algunos, sin embargo, hicieron explosión en barrios habitados y causaron daños y víctimas».
Pero, ¿qué «arma secreta» era esta que estaba causando tantos estragos en Londres y alrededores durante los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial y contra la que el Ejército británico se esforzaba con ahínco? Eran los misiles conocidos como «Vergeltungswaffe» («armas de la venganza», en alemán), con los que Hitler estaba decidido no solo a postergar su derrota, sino a darle la vuelta al conflicto e, incluso, aplastar a sus enemigos hasta la victoria final, cuando parecía que lo tenía todo perdido en la guerra más devastadora de la historia de la humanidad.
25 años de trabajo
El Tercer Reich ya había dedicado muchos esfuerzos a desarrollar en secreto estas armas, antes incluso del inicio del conflicto en 1939. El primero en aparecer fue el llamado V-1, que según todos los expertos fue el primer misil de crucero de la historia. Sin embargo, las dificultades técnicas y las demoras en la producción hicieron que no estuviera listo para su despliegue hasta el último año de la Segunda Guerra Mundial, cuando el destino de Alemania parecía decidido.
Aún así, era un enorme logro en tecnología bélica, resultado de 25 años de trabajo, puesto que la idea de convertir un pequeño avión en una bomba volante no tripulada databa de los primeros tiempos de la aviación militar. Y aunque no entró en acción hasta el 13 de junio de 1944, Hitler puso todas sus esperanzas para que obrara el «milagro». Fue a las 4 de la madrugada de aquel día cuando fue divisado por primera vez al sudeste de Gran bretaña. En un primer momento, ninguno de los soldados ingleses que se encontraban de guardia supo identificar que era y, simplemente, dijeron a sus superiores que un caza había sobrepasado la costa y se adentraba en el país.
Minutos después alguien advirtió, por fin, que se trataba de una bomba volante nazi que se dirigía a Londres y desde los puestos del Mando Central enviaron a un escuadrón de cazas de la RAF para que saliera a interceptarlo, mientras en la capital inglesa aullaban las sirenas. El primer V-1 acababa de cruzar el Canal de la Mancha y terminó aterrizando, sin causar daños, en una pradera a las afueras de la ciudad. Poco después, otro V-1 explotó en un huerto de patatas sin producir víctimas, pero el tercero dio en el blanco.
El primer V-1
El ruido que escucharon los londinense, mientras se dirigían corriendo a los refugios, no era el habitual zumbido de los bombarderos nazis, el cual conocían muy bien, por desgracia, sino uno distinto y nuevo. De repente, el sonido cesó y, durante unos segundos, el silencio fue absoluto. Pero a continuación se produjo una gigantesca explosión y varios edificios cayeron hechos pedazos. Se producían las primeras víctimas de los misiles V-1, que dejó decenas de heridos y un puente ferroviario totalmente destruido.
Durante cuatro años, la RAF había controlado el espacio aéreo británico y protegido a la población de los bombarderos alemanes. Los londinenses, de hecho, los veían ya como una amenaza del pasado. Pero cuando el 13 de junio de 1944, solo una semana después del desembarco de Normandía, Hitler ordenó disparar los diez primeros V-1 contra la capital inglesa, se percataron de que no era así. Aquella nueva arma era terrorífica, aunque tan solo tuviera un alcance de 240 kilómetros y una velocidad máxima de 600 kilómetros por hora.
Su desarrollo, sin embargo, no fue ningún secreto para los jefes de Inteligencia aliados. Según cuenta Stephen G. Hyslop en «Historia secreta de la Segunda Guerra Mundial» (National Geographics, 2016) Reginald Jones, del Ministerio del Aire británico, había sido minuciosamente informado por los espías y confidentes sobre el diseño y las características de este misil antes de que el primer V-1 cayera en Londres. Este mismo físico inglés, que jugó un papel muy importante en la defensa del país durante la Segunda Guerra Mundial, trabajó con el Comité Veinte y los espías del M15 para ocultar a los alemanes que muchos de sus V-1 no estaban llegando hasta su blanco. Es decir, el centro de Londres, donde habrían causado infinitas bajas y un enorme perjuicio al Gobierno de Westminster.
Armas delirantes
Desde su llegada al poder, Hitler había estado decidido a tener las fuerzas armadas más poderosas de Europa, por lo que alentó el desarrollo de cualquier hallazgo tecnológico que pudiese otorgar ventaja en el campo de batalla. Sin embargo, la anárquica estructura de su régimen, con múltiples organismos que se solapaban unos a otros y rivalizaban entre sí por los recursos, hizo que el esfuerzo investigador se diluyese entre la maraña del organigrama nazi. De hecho, algunas de estas armas no pasaron de ser pura fantasía, otras no llegaron a estar operativas y varias no tuvieron los efectos esperados. Por ejemplo, los rayos de la muerte, los cañones subsónicos, las bombas térmicas, los nuevos gases tóxicos o los carros de combate gigantes, por citar solo algunos.
Los misiles V-1, y después el misil balístico V-2, acabaron siendo una realidad y la parte más importante del desarrollo armamentístico alemán. Se desarrollaron en la base de Peenemünde, al noreste de Alemania, como respuesta al bombardeo de las ciudades e industrias del Tercer Reich por parte de los aliados. De ahí que fueran bautizadas como las «armas de la venganza». Y lo cierto es que, durante en los últimos meses de guerra, sembraron el terror no solo en Inglaterra, sino también en otros países de Europa occidental como Bélgica.
El responsable de su diseño fue uno de los ingenieros aeronáuticos más importantes del siglo XX: Wernher von Braun, un dotado y despiadado científico que se unió al Partido Nacionalsocialista para impulsar su carrera. A pesar de sus imperfecciones, produjeron —sobre todo la V2— un enorme impacto en la población civil del momento. Hitler lanzó más de 20.000 bombas del primer tipo, que mataron o hirieron a más de 50.000 personas, un daño pequeño comparado con el infligido a Alemania por los bombardeos enemigos, que causaron más de un millón de bajas entre los nazis.
Los misiles V-2
La producción de la V-2 tuvo un alto coste, incluidas las vidas de 20.000 internos de los campos de concentración nazis que trabajaron en condiciones infrahumanas en una fábrica subterránea a prueba de bombas. Sucumbieron a las enfermedades, el hambre y los abusos de sus guardianes, de forma que el número de víctimas entre aquellos trabajadores forzosos superó ampliamente el de los muertos y heridos en los ataques con estos misiles.
Los primeros se lanzaron en septiembre de 1944 también sobre Londres. Cayeron de la estratosfera a más de 3.200 kilómetros por hora, lo que impidió preparar cualquier defensa contra ellos. La carga explosiva y su rango, sin embargo, no eran mucho mayores que los de su «hermano», por lo que no pudo alcanzar objetivos estratégicos en Rusia o en los territorios ocupados por los soviéticos. Solo se usaron contra Inglaterra, Bélgica y las regiones de Francia liberadas por los aliados el Día D, causando 12.500 bajas, una cifra menor para una guerra como aquella.
Al acabar la Segunda Guerra Mundial, Von Braun fue capturado por los servicios secretos de Estados Unidos e incorporado a sus proyectos científico-militares a cambio de que no se presentara ningún cargo contra él por el empleo de mano de obra esclava en los trabajos realizados en el desarrollo de estos misiles. Nacionalizado americano, fue el más decisivo de los arquitectos de las misiones de la incipiente NASA y del programa Saturno que hizo posible la llegada del hombre a la Luna.
Noticias relacionadas
- La insólita entrevista en 1993 al piloto nazi más letal de la IIGM: «Hitler me dijo que Dios le había perdonado»
- La insólita entrevista de ABC en 1969 al general nazi que Hitler quiso como a un hijo: «Éramos apóstoles»
- ¿Por qué los indios iroqueses declararon la guerra a Hitler en 1942 al margen de Estados Unidos?
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete