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El antecedente histórico de la Unidad Militar de Emergencias: los artilleros que apagaban incendios

Manuel Godoy, hombre fuerte del reinado de Carlos IV, encargó al coronel Vicente Maturana tras la Guerra del Rosellón (1793-1795), conflicto que España perdió ante Francia, la organización de un cuerpo especial, la Brigada de Artillería Volante del Real Cuerpo de Guardia de Corps, con tareas enfocadas a la protección civil frente a catástrofes

Guardia de Corps. Carabineros reales. Siglo XVIII
César Cervera

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La Unidad Militar de Emergencias (UME) se creó por acuerdo del Consejo de Ministros el 7 de octubre de 2005 como una fuerza conjunta –compuesta por efectivos de las FAS y con personal del Ejército de Tierra – para intervenir en supuestos de grave riesgo, catástrofe u «otras necesidades públicas» a lo largo de todo el país. Desde su nacimiento, esta unidad estuvo salpicado por distintas polémicas debido a sus funciones especiales y al enorme desembolso económico que fue necesaria para su creación desde cero. Repartida en siete bases distribuidas por toda España, la UME cuenta hoy con cerca de 3.500 efectivos y se estima su mantenimiento en un coste anual de 150 millones de euros.

Su importante papel durante la pandemia de COVID-19, en el marco de la Operación Balmis , parece que ha diluido definitivamente cualquier controversia o recelo que pudiera existir contra esta unidad creada por iniciativa de José Luis Rodríguez Zapatero . Una unidad que no tiene su equivalente como tal en los países vecinos, a excepción de las Unidades de la Seguridad Civil francesas creadas en la época de De Gaulle en Francia, pero sí antecedentes parecidos en la propia historia patria.

Manuel Godoy quiere una artillería volante

En España existe un antecedente a la UNE nacido durante las reformas ilustradas que sufrió el Ejército a finales del siglo XVIII. Manuel Godoy , hombre fuerte del reinado de Carlos IV, encargó al coronel Vicente Maturana tras la Guerra del Rosellón (1793-1795), conflicto que España perdió ante Francia, la organización de un cuerpo especial, la Brigada de Artillería Volante del Real Cuerpo de Guardia de Corps , con tareas enfocadas a la protección civil frente a catástrofes.

Varios soldados de UME desinfectan una estación ferroviaria de Málaga. Francis Silva

En el reglamento de este cuerpo , aprobado el 20 de febrero de 1797, se señala que «será uno de los objetos principales de la Brigada emplearse en socorro de la Humanidad, en cualesquiera aflicción pública, y especialmente en apagar incendios, ocupándose de los trabajos de más riesgo y confianza, para lo que acudiran vestidos a propósito, y armados de todos los útiles y herramientas de gastadores a la primera señal de fuego que ocurra en la población donde se halle y se dirigirán el manejo y servicio de las bombas hidráulicas cuando se pongan a su cuidado».

«El coronel Manturana tuvo la visión amplia y la generosidad de espíritu de poner las características y las capacidades de esta "nueva artillería" al servicio claro y sincero de esta nueva misión».

La Brigada de Artillería Volante buscaba sumar nuevas prestaciones a la artillería convencional, de modo que fueran capaces de desplazar los cañones en apoyo a la infantería y a la caballería lo más rápido posible. Y precisamente fue su polivalencia y rapidez lo que inspiró al coronel Manturana a incluír la lucha contra catástrofes e incendios entre sus funciones.

Como cuenta el teniente general José Emilio Roldán Pascual en su artículo «De la Brigada de Artillería Volante a la Unidad Militar de Emergencias» , publicado por Defensa, «el coronel Manturana tuvo la visión amplia y la generosidad de espíritu de poner las características y las capacidades de esta "nueva artillería" no solo al servicio de unos modernos y novedosos planteamientos tácticos sino al servicio claro y sincero de esta nueva misión ("objeto primordial de la brigada" la denominaba), que es la de emplearse en socorro de la humanidad, hermosa forma literaria para referirse al servicio desinteresado de la Nación y a la absoluta entrega a sus conciudadanos».

Nube de humo tras la caída de una bomba en Argüelles.

Existencia efímera

A pesar de su modernidad, la unidad viviría solo de 1796 a 1803. Desde entonces el Ejército y la Armada siguieron participando en las labores de ayuda y apoyo a la población civil, pero sin que existiera una unidad que tuviera en sus estatutos una vocación tan clara como la Brigada de Artillería Volante . Solo tras la Primera Guerra Mundial se conformó en España y en prácticamente toda Europa la «protección civil» como un sistema estructurado orgánica y funcionalmente en el ámbito de la «Defensa Nacional» para hacer frente a las consecuencias de los bombardeos de la aviación y las armas químicas.

En otro artículo de este mismo autor titulado «Fuerzas Armadas y protección civil» (publicado en la Academia de las Ciencias y las Artes Militares), Roldán Pascual apunta que, ante estas amenazas a la «seguridad de la nación», se desarrolló una «acción estratégica gubernamental hacia la protección de poblaciones, centros de producción y comunicaciones». Así, en 1935 la República creó, por Decreto de 8 de agosto, el «Comité Nacional para la Defensa Pasiva» de la población civil ante ataques aéreos.

Durante la Guerra Civil ambos bandos crearon unidades dedicadas a la defensa pasiva, es decir, centrados en evitar y paliar el impacto de los bombardeos y otro tipo de amenazas militares en la población.

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