Empanadilla rusa
Había cierta expectación y cosquilleo ante esta película, tanto por la pequeña revolución bolchevique en taquilla que provocó como por los laureles regados por gente competente como Tarantino o Mikhalkov. Aparte, claro está, de por la vieja gloria de «Aelita», «Solaris» o demás raras perlas del «fantastique» estepario. Pues casi todas estas premisas se fueron viniendo abajo bloque a bloque mientras intentábamos entrar en esa piara de medusas eléctricas que es su argumento.
Además, un fárrago algo tonto, ya que todo se reduce a una cacería de vampiros (que gustan de mezclar la hemoglobina con un dedo de vodka, eso sí) y a más de una reminiscencia a «Star Wars» -jovencito Mesías galáctico al que tientan del lado oscuro; lucha con tubo fluorescente en vez de espada láser, que queda más «jorroñoso»....-. Porque ésa es otra: el look puro pringue que gasta, que pide a gritos una pasadita de lluvia «Blade runner». De todas formas, el puntazo que supone ver un busto de Lenin o una manta siberiana en vez del atrezzo thriller-yanqui habitual, algún fugaz hallazgo «exótico» (esa muñequita con patazas de tarántula), la imaginación aguzada por la precariedad, una atmósfera apocalíptica conseguida o ese toque futurista-medieval a lo «Navigator» mantienen la llama del espectador a flote. Aunque quizá no tanto como para seguir la trilogía que se avecina. Ancho será el DVD (o el flamante UMD, que abulta menos).
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete