Santi Millán: «Tengo una relación larga porque soy racional y nada romántico»
El presentador de 'Got Talent' nos habla de cómo ha reforzado su matrimonio la filtración del vídeo íntimo
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Iniciar sesiónEn cada programa de 'Got Talent: All Stars', Santi Millán siente envidia de los participantes: «Pues sí, los envidio a todos». Porque el talento, «esa capacidad innata para desarrollar disciplinas artísticas» es algo que le fascina, aunque reconoce que «tiene que venir acompañado de ... disciplina, sacrificio, resiliencia. No creo en la suerte porque en una carrera de tiempo, la suerte no cuenta». En cuanto a los suyos, Santi reconoce que lo suyo son las manualidades «es una herencia de mi padre, que era mecánico industrial, y era muy habilidoso».
En las esculturas ha encontrado algo más que un pasatiempo. Compra figuras abandonadas y las tunea: «Ahora tengo tres jaulas que he encontrado en la basura». Las acoge y les da una vida mejor, más divertida, porque cree «en una visión lúdica de la vida. Hay que tomarse todo con sentido del humor, que no hay que confundirlo con una falta de seriedad. Hay que desdramatizar un poco, aunque todos sabemos que la crispación vende más».
A Santi le gusta el ciclismo y el surf, pero no llega a tomarlos como talentos: «Bastante he logrado con no caerme de la bici. Pero el rollo surfero mola. Soy mediterráneo y el mar forma parte de mi cultura, está metido en mí». Lleva mucho mejor el tema de la cocina, una de sus pasiones: «Me gusta porque es algo primario, comemos todos los días y aprender a hacer algo rico con cuatro cosas es muy valioso. Me gusta ese sentido de autosuficiencia que te da cocinar bien. Además, ahora que soy padre, me preocupa lo que comen mis hijos. Yo me crie en una época en la que no había tanto ultraprocesado ni tanta bollería industrial».
A Santi, la paternidad le ha cambiado: «Si no lo hubiera hecho, algo no habría estado bien, porque ser padre es algo que te afecta de manera radical. La putada es que no puedes valorarlo porque no viene con manual de instrucciones. Siempre piensas que lo estás haciendo mal. Creemos que podemos construir a nuestros hijos, pero ellos tienen su propia vida y tú no la puedes moldear».
Escándalo
Sobre el reciente escándalo del delito del que fue víctima, la publicación de un vídeo íntimo, ha reconocido que lo vivió «con mucha angustia» y agradeció la actitud de su mujer, Rosa. «Fue muy elegante y tuvo mucha clase, dio una lección a todo el mundo y cortó el rollo», confesó en una entrevista en TV3. Ahora le preguntamos cómo afectó a su matrimonio y si reforzó los lazos de una unión de 20 años: «Superar un momento así refuerza cualquier cosa. La vida son momentos y no todos son fáciles. Atravesar los momentos complicados te hacen más fuerte, te une más. Pero hay que saberlos gestionar. Si no pasas página, es un drama. Nosotros hemos sabido transitar».
Uno podría pensar que para mantener una relación tanto tiempo conviene ser un romántico: «Para nada. Ser un romántico implica un amor torturado. Eso es autodestrucción. Si la relación es larga es porque soy racional y nada romántico. El corazón bombea sangre, ahí no hay amor, todo está en la cabeza».
Santi no tiene un sueño imposible por cumplir: «No soy de proponerme metas ambiciosas, me voy adaptando a lo que viene. He aprendido a disfrutar con lo que tengo». Y elige los proyectos que le ilusionan: «El trabajo es trabajo, pero hay un componente de artista que busca algo que le llene el alma, no solo el bolsillo». Le da paz el mar, ver a los suyos felices, ver a la gente contenta. Y si hay algo que se saca de quicio es el egoísmo, la falta de empatía.
La foto: El niño que se lleva la palma
Ahí va el pequeño Santi, vestido «como un pimpollo» de Domingo de Ramos, de camino a la La Ciudadela, donde se bendecía la palma golpeándola contra el suelo. «Mi familia no era muy religiosa, pero la Semana Santa era una tradición, un acto social. El reto era ver quién de todos los niños dejaba la punta más chafada». Santi tiene dos hermanos, «yo soy el de en medio, como los Chichos». No eran unos niños especialmente rebeldes, pero Santi iba un poco a su bola: «En verano, que íbamos a Montanejos, Castellón, yo desaparecía y nadie sabía donde me metía. Eran veranos de ir a bañarse al río y de correr con los toros embolados. Todo el pueblo pagaba y luego los sacrificaban para repartir la carne entre los vecinos. Yo iba a escondidas al matadero a verlo todo. Me encantaba».
Como comprenderán, no se identificó mucho con 'El silencio de los corderos': «Me flipó la película, pero a mí eso no me traumatizó en absoluto. Lo cierto es que alguna pedrada tengo, porque lo que me provoca es atracción». Y no fue solo una cosa de críos, fue reincidente. De hecho, mientras muchos actores han compaginado sus inicios con la hostelería, Santi se pagó los estudios de interpretación trabajando en un matadero: «Como tenía estudios, me pusieron en la báscula y en puestos de poco esfuerzo físico. Pero yo me cambiaba el turno con los compañeros y me ponía a matar, a cortar cabezas, a destripar… Era una cadena de producción en la que se podían sacrificar 2.000 corderos al día. La verdad es que allí acabas desarrollando un sentido del humor muy, muy negro».
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