El Rey Carlos III alquila la cabaña en la que el singular Eduardo VII vivió «noches de desenfreno»

La figura de Eduardo VII será eternamente recordada, cada cual con sus razones. El reinado del hijo de la Reina Victoria apenas duró apenas nueve años, desde enero de 1901 hasta mayo de 1910, pero dejó una vida extraordinaria. Dio nombre a la 'época Eduardiana', que supuso un cambio decisivo en las costumbres sociales, las artes y el uso de la tecnología, y también modernizó el ejército, la relación de la familia real con sus súbditos y el buen entente con sus vecinos. Emparentado con la mayoría de las Casa Reales, se le dio el alias de «tío de Europa».

Pero es que también ganó una enorme fama de hombre que exprimía cada día... y cada noche. «Se rumorea que a finales de la década de 1870, Eduardo VII pasaba noches desenfrenadas en The Folly. Todos en la corte sabían que, para aliviar su aburrimiento como heredero eterno, el primogénito de la reina Victoria multiplicaba sus conquistas», explica la revista 'Point de vue'.

Su romance más famoso fue con Alice Keppel, antepasada precisamente de la Reina Camila. Ese sarcasmo que muchas veces propone el destino. Pero antes de eso, el Príncipe de Gales disfrutaba pasando el tiempo a su gusto con otra de sus amantes, Lillie Langtry, en las profundidades de esta coqueta cabaña de madera enclavada en la finca de Sandringham, que se había convertido en su nidito de soltero. Casada, como él, Lillie pronto se convertiría en una de las actrices más glamurosas de su época.

«Originalmente construida como un lugar donde las damas venían a tomar el té, esta joya con torrecillas, rodeada de un amplio balcón, se ha transformado en un lujoso refugio que invita a los huéspedes a vivir en el corazón de una de las residencias reales más emblemáticas de Gran Bretaña», afirma la agencia inmobiliaria que ahora ofrece en alquiler esta localización histórica. «Una oportunidad única para disfrutar de una escapada privada en un entorno majestuoso», destaca Oliver's Travels.

Carlos III, siempre decidido a abrir y gestionar palacios y residencias reales, ha puesto en alquiler esta antigua casa de campo y sus establos, completamente renovados y equipados para convertirse en un lujoso alojamiento para seis personas. Además de los tres dormitorios, el salón, el comedor, la cocina y el vestidor, dos torres de cristal ofrecen vistas panorámicas a los magníficos terrenos de la finca y a sus árboles centenarios.

Este es, junto a las historias que se esconden en sus interioridades, el extraordinario atractivo del alquiler: se encuentra ubicado en el inmenso parque de la finca de Sandringham, 8.000 hectáreas de naturaleza donde las diferentes generaciones de los Windsor han paseado desde la época victoriana.

«Redecorada con el estilo rústico y chic de las casas de campo, esta residencia, que antaño albergó romances prohibidos, ahora ofrece todas las comodidades modernas e incluso algunos extras», indica 'Point of vue'. Se trata de objetos reales de la colección privada que se encuentran distribuidos por la mayoría de las habitaciones. Entre las piezas de la colección real privada que decoran las instalaciones se encuentra un barril de madera cedido por el mismísimo Carlos III cuando era Príncipe de Gales.

Naturalmente, el alquiler no está al alcance de cualquiera y para disfrutar de esta experiencia única de dormir en un antiguo piso de soltero real, y nada menos que el nidito de soltero de Eduardo VII, se necesita disponer de un presupuesto de entre 6.300 y 7.500 euros para una semana de alquiler para seis personas. A la hora de engordar ahorros, nada parece ser suficiente para Carlos III.