Así es Alejandra, la discreta hija de Alberto Cortina y Elena Cué
La joven, de carácter reservado, cumplió la mayoría de edad el pasado año y su educación, su puesta de largo en Mallorca y otros detalles de su discreta vida han despertado el interés público
Emma Suárez: «No sabemos gestionar una relación, el amor no es suficiente»
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEn el último año, el nombre de Alejandra Cortina ha comenzado a aparecer con más frecuencia, aunque no por decisión personal. Su mayoría de edad activó la curiosidad mediática habitual en torno a los hijos de familias conocidas, especialmente cuando han pasado su ... infancia y adolescencia lejos de la exposición pública. Aun así, Alejandra ha mantenido intacto ese perfil reservado que la ha acompañado desde niña y que sus padres han protegido con cuidado.
Alejandra es la hija menor de Alberto Cortina, una figura histórica del panorama empresarial español, y de Elena Cué, empresaria y divulgadora cultural con presencia habitual en el mundo del arte. Aunque ambos han tenido visibilidad mediática, han procurado que sus hijas crecieran en un ambiente donde la privacidad fuera una prioridad. Por eso, Alejandra no es una joven habituada a cámaras o titulares. Su día a día se ha desarrollado en un entorno cuidado, donde lo importante ha sido su formación y su libertad para construir una identidad propia al margen del apellido que lleva.
-
Máxima preocupación por la salud de Charly, marido de Lydia Lozano
Rocío F. de Buján
Uno de los aspectos que más ha llamado la atención sobre ella es su educación. Alejandra ha cursado sus estudios en un colegio internacional francés, un centro privado que sigue el sistema educativo galo y que combina una formación académica exigente con un perfil global.
Este tipo de educación no solo le ofrece una base sólida, sino que le abre opciones para continuar sus estudios tanto en España como en universidades internacionales. Ha escogido seguir sus estudios en la prestigiosa IE University de Madrid, tras lo que podrá continuar su camino en otros países.
Otro error frecuente ha sido decir que Alejandra es hija única. No lo es. Sus padres tienen hijos de relaciones anteriores, por lo que Alejandra ha crecido en una familia amplia, diversa y bien estructurada, aunque siempre en un entorno que ha buscado proteger su desarrollo personal.
Su puesta de largo fue uno de los pocos momentos en los que Alejandra ocupó espacio en la crónica social. Se celebró el verano de 2024 en Mallorca, concretamente en una finca familiar situada en la sierra de Tramuntana, un enclave muy ligado a los veranos de la familia Cortina-Cué. El evento, preparado con discreción, reunió a amigos y personas cercanas en un ambiente natural y familiar, pero con muchos rostros conocidos de la alta sociedad. Aunque fue un acontecimiento especial, la celebración no marcó un cambio en su manera de relacionarse con el entorno público: Alejandra sigue prefiriendo el anonimato.
La joven mantiene una relación especial con la naturaleza y el campo. Es un entorno que forma parte de su vida, tanto por tradición familiar como por gusto personal. Además, ha heredado el interés cinegético que ha acompañado a su madre desde joven, aunque en su caso lo vive más como una conexión con la vida rural y los espacios abiertos. Su personalidad tranquila encaja con esta forma de ver el tiempo libre: sin prisa, sin exposición y sin la necesidad de compartirlo públicamente.
La fotografía ha sido una de sus aficiones, e incluso llegó a iniciar un pequeño proyecto personal relacionado
Junto a su vínculo con el campo, Alejandra también muestra inclinación por la cultura y las disciplinas creativas. La fotografía ha sido una de sus aficiones más constantes. No se trata de una vocación profesional, al menos por ahora, pero sí de una actividad que la acompaña desde niña. Le interesan los detalles y las escenas cotidianas. Antes de cumplir los dieciocho llegó a iniciar un pequeño proyecto personal en torno a esta afición.
Era un conjunto de imágenes en las que mostraba su manera de mirar el mundo, una combinación de sensibilidad y discreción muy acorde con su carácter. El proyecto quedó aparcado con el tiempo, sin una explicación pública, aunque quienes lo conocieron lo describen como una iniciativa muy cuidada y prometedora.
Alejandra también disfruta de otras actividades culturales como la música, la pintura y ciertos ámbitos creativos que se conocen únicamente por comentarios en su entorno. No ha mostrado la intención de profesionalizar ninguno de ellos ni de convertirlos en una vía pública de expresión. Más bien se trata de intereses que complementan su formación y su personalidad, y que encajan en ese estilo de vida reservado que parece elegir de forma natural.
Entre dos mundos
Su entorno familiar ha sido determinante en su forma de estar en el mundo. Alberto Cortina y Elena Cué han convivido con la notoriedad durante décadas. Pese a esa exposición, la pareja ha sido firme en separar la esfera pública de la privada, especialmente cuando se trataba de la educación de sus hijas. Esa decisión permite hoy que Alejandra se mueva entre dos mundos: el de la relevancia externa que rodea a su familia y el de la vida discreta que ha podido construir.
Cumplir dieciocho años no ha modificado ese equilibrio. La mayoría de edad, en su caso, no ha traído anuncios, proyectos ni cambios visibles. Alejandra continúa estudiando, explorando intereses y construyendo su propio ritmo de vida. Hay expectativas externas inevitables cuando se pertenece a una familia conocida, pero también un respeto evidente hacia su privacidad. Ella no parece dispuesta a dejarse arrastrar por una exposición que no ha buscado nunca.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete