La inesperada traición de Kiko Matamoros a Antonio David Flores

Aunque fueron los momentos más duros de su vida, la hija de 'la más grande' reconoció el lado hermoso de la tragedia: «Aunque parezca paradójico, a mi madre le hubiera encantado ese día, porque estaba todo el mundo en la calle mostrándole su cariño y su respeto».

Rocío reconoció que fue una decisión familiar unánime tapar el ataúd en la capilla ardiente: «A ella no le hubiera gustado que la vieran.» Los estragos de la enfermedad quedaron ocultos para dejar en la memoria el recuerdo de una Jurado poderosa. Además, se volvió al tema de las mentiras de Rosa Benito, Amador Mohedano, entre otros: «Es más fácil ponerse en contra de una persona, es decir, de mí, que de enfrentarse a toda la familia. Por eso hacen frente común, comparten la misma estrategia.»

Los líos del testamento, las últimas horas de vida de Rocío Jurado, la dura vuelta a casa… Todo quedó eclipsado ante uno de los momentos más esperados: cuando Kiko Matamoros, uno de los 'brazos armados mediáticos' de Antonio David Flores, se vio obligado a reconocer el papel del ex Guardia Civil en el drama de Rocío Carrasco: «Se decía que en esta historia la víctima solo eras tú y yo lo que veo es que hay más de una. Y en este caso es tu hija», explicó tras hablarse de la posible manipulación de Rocío Flores por parte de su propio padre, que le había 'dado instrucciones' a la muerte de su abuela.

«Lo que hemos visto es incontestable. Es muy dramático este episodio,» reconocía ante un Jorge Javier que aprovechó la ocasión: «Cuando hay víctimas siempre hay un verdugo. Para ti, ¿quién sería el verdugo?» preguntó el presentador. Tuvo que insistir hasta que Kiko dio su brazo a torcer: «Si las cosas se producen como se da a entender y como se puede entender, el verdugo aquí es el padre, evidentemente.

Me conmueve el hecho de que a una niña de nueve años se la utilice para obtener información de este tipo.» Kiko y Rocío se enzarzaron a cuenta de todas las mentiras que el colaborador le habría 'comprado' a Antonio David («Que tenía buena relación, con mi madre, con mi padre, que yo trataba mal a mis hijos»), antes de éste reconociera que ya no refrendaba «todo lo que había dicho, pero tampoco todo lo que decían ahora los demás.»