Nueva era en Luxemburgo: Guillermo jura como nuevo Gran Duque tras la abdicación de su padre Enrique
El nuevo jefe del estado luxemburgués ha jurado el cargo con una promesa: «Quiero ser el gran duque que construya puentes entre generaciones, entre tradición e innovación»
Las imágenes de Guillermo de Luxemburgo en su proclamación como Gran Duque
La realeza europea se reúne para la subida al trono de Guillermo de Luxemburgo
Enrique de Luxemburgo ha dejado de ser Gran Duque desde este viernes, después de la ceremonia de abdicación en su hijo Guillermo. Después de 25 años, el que hasta ahora era regente de la casa Nassau-Weilbourg ha dado un paso a ... un lado y ha cedido a su primogénito la última jefatura de Estado que queda en manos de una casa ducal reinante en Europa.
Con uniforme militar verde y banda amarilla, Guillermo, de 43 años, accedió formalmente al trono durante una ceremonia celebrada en el Parlamento de la capital. Ante diputados, dignatarios extranjeros —entre otros, la presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, y el presidente del Consejo Europeo, António Costa, el presidente francés Emmanuel Macron o su homólogo alemán Frank Walter Steinmeier— y su propio padre, que, con un uniforme similar, se mostró visiblemente emocionado al escuchar el discurso inaugural de su hijo.
Tras su juramento, el Gran Duque Guillermo de Luxemburgo se ha comprometido a ser un regente «que construya puentes entre generaciones, entre tradición e innovación». «Me esforzaré por tender puentes entre las personas, fortaleciendo así la cohesión de nuestra sociedad», prometió, junto a una firme defensa de «los principios democráticos fundamentales».
«Viviré la vida de mi pueblo, del que no quiero estar separado por ninguna barrera. Compartiré sus alegrías y sus sufrimientos»
Gran Duque Guillermo de Luxemburgo
«La monarquía debe evolucionar con los tiempos y mantenerse orientada hacia el futuro», señaló. «Viviré la vida de mi pueblo, del que no quiero estar separado por ninguna barrera. Compartiré sus alegrías y sus sufrimientos», dijo el Gran Duque, que insistió en la necesidad de que existan «más puentes entre las comunidades, que vivamos realmente juntos y no simplemente uno al lado del otro. Creo en los valores de apertura, diversidad, tolerancia y solidaridad».
En un contexto de guerra como el que hay en las mismas fronteras de Europa, advirtió sobre la «espiral de desinformación que amenaza nuestra democracia» y se refirió en concreto a la inteligencia artificial, que «ofrece muchos beneficios, pero nunca debe sofocar nuestra creatividad ni debilitar nuestro espíritu crítico».
Agradecimiento al Gran Duque Enrique
El primer ministro Luc Frieden agradeció los 25 años de reinado del ya exGran Duque Enrique. «Ha ejercido este cargo con el equilibrio perfecto entre dignidad y cercanía, seriedad y apertura, formalidad y humanidad», destacó Frieden durante el acto de renuncia formal. «No eligió este papel, le fue dado por nacimiento. Pero el pueblo de Luxemburgo —todos nosotros— no podría haber deseado un soberano mejor», elogió.
La monarquía luxemburguesa encara desde este 3 de octubre un relevo histórico tras un cuarto de siglo de reinado. Enrique, gran duque desde el año 2000, culmina un proceso cuidadosamente planificado que sigue la tradición de la Casa Gran Ducal: antes de abdicar, el soberano delega progresivamente sus funciones en el sucesor como lugarteniente representante, una figura clave para su preparación.
El anuncio se fue gestando durante todo 2024. En junio, con motivo de la fiesta nacional, Enrique confirmó que comenzaría a transferir poderes a Guillermo en octubre, decisión que Luc Frieden calificó como «el comienzo de un nuevo capítulo». El 8 de octubre, el heredero juró su cargo y asumió parte de las tareas institucionales, en un paso decisivo hacia el trono.
En su tradicional discurso navideño, Enrique confirmó la fecha definitiva de su abdicación y expresó su «profunda gratitud y humildad» tras 25 años en el poder. «Ha llegado el momento», admitió, confiado en que Guillermo y su esposa, la Princesa Estefanía, «harán todo lo posible por el bienestar del país».
Reinado de Enrique y el cambio constitucional
Enrique de Luxemburgo subió al trono el 7 de octubre de 2000. Su relación con el resto de monarquías europeas ha sido muy cercana, tanto por sus lazos familiares —es primo hermano de Felipe de Bélgica— como por amistad. El primer viaje de estado que realizó él junto a su esposa, la Gran Duquesa María Teresa, fue a España en 2001, invitados por Don Juan Carlos y Doña Sofía.
Desde entonces, su reinado ha sido el que se establece dentro de toda monarquía parlamentaria, si bien un episodio ha marcado sus 25 años en el trono.
El Gran Duque se negó a sancionar la ley que legalizaba la eutanasia, aprobada ese mismo año por la Cámara de Diputados. Alegando motivos de conciencia, el jefe del Estado decidió no estampar su firma en el texto, lo que desencadenó una reforma institucional sin precedentes: el Parlamento optó por reducir sus prerrogativas y eliminar la necesidad de la firma del monarca para la promulgación de las leyes.
Una nueva era con Guillermo
Luxemburgo se ha volcado con la coronación de su nuevo Gran Duque. Un espectáculo de drones, conciertos, una cena de gala y el tradicional saludo desde el balcón del Gran Palacio Ducal serán los platos fuertes de un fin de semana en el que Guillermo quiere empezar acercándose a sus súbditos de una manera mucho más real.
La nación luxemburguesa, de unos 680.000 habitantes, se ha engalanado para la ocasión con todo el boato propio por la llegada de decenas de mandatarios. Cientos de personas siguieron la ceremonia y el desfile de invitados que recorrieron la alfombra roja entre el palacio y el Parlamento.
Pero no solo quieren que se quede en los detalles puramente protocolarios. Se han incluido detalles como que la parada de tranvía de Theatre se ha rebautizado como Trounwiessel —nombre oficial del acontecimiento en idioma luxemburgués—, y será la voz del nuevo Gran Duque Guillermo la que anuncie la llegada de los viajeros a esta estación hasta el próximo lunes.
El séptimo soberano de la Casa de Nassau-Weilburg no pretende realizar grandes cambios en la manera de llevar la monarquía, sino que intentará ayudar a mantener la estabilidad democrática en Luxemburgo, a imagen de lo que realizó su padre y previamente su abuelo Juan.
Guillermo de Luxemburgo y su esposa, al Gran Duquesa Estefanía, tienen dos hijos: los príncipes Carlos, de 5 años, y Francisco, de dos.
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