El esperado cara a cara entre Harry y Carlos III, en el aire por las tres exigencias del duque de Sussex
La seguridad, la comunicación o el tratamiento de Meghan Markle son algunos de los temas que se pretenden negociar
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Londres
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Iniciar sesiónEl regreso del Príncipe Harry al Reino Unido, previsto para el próximo 8 de septiembre, ha despertado un interés inusual incluso en una familia acostumbrada a vivir bajo el escrutinio permanente de la opinión pública. Y es que aunque el viaje del duque de ... Sussex responde en principio a una cita de carácter benéfico, los premios WellChild, organización de la que es patrono desde hace años y que apoya a niños gravemente enfermos y a sus familias, la coincidencia con el tercer aniversario de la muerte de Isabel II y la posibilidad de un encuentro privado con el Rey Carlos III han cargado de dramatismo lo que podría haber sido simplemente una visita más en la agenda filantrópica del hijo menor de Diana y Carlos. Lo que convierte esta visita en un acontecimiento de enorme relevancia no es la ceremonia de premios, sino la expectativa de un reencuentro familiar que lleva meses en suspenso.
El Rey no ve a su hijo desde el año pasado cuando fue diagnosticado de cáncer, y mientras su estado de salud sigue siendo objeto de especulación y discreción a partes iguales, la reunión con Harry se percibe como una oportunidad de reconciliación, pero también como un riesgo de que viejas heridas vuelvan a abrirse. Además, según han publicado medios locales, el Príncipe habría planteado tres condiciones muy concretas para que ese encuentro llegue a producirse. Se trata de exigencias que, de confirmarse, pondrían a prueba la disposición del monarca a ceder en cuestiones sensibles, y demuestran hasta qué punto las tensiones entre los Sussex y la Casa Real británica siguen lejos de resolverse.
La primera de esas demandas tiene que ver con la seguridad. Desde que Harry y Meghan renunciaron a su papel como miembros activos de la Familia Real en 2020, perdieron el derecho automático a la protección financiada con fondos públicos, lo que llevó al Príncipe a iniciar una serie de acciones legales en el Reino Unido para intentar mantener algún grado de protección oficial. Hasta ahora, los tribunales le han dado la espalda, argumentando que no corresponde a un ciudadano privado, aunque sea nieto de la difunta Reina, disponer de recursos policiales costeados por el Estado. La condición que habría planteado Harry a su padre es que la seguridad de toda su familia quede garantizada en sus viajes a territorio británico, y, además, que sea sufragada por el propio monarca. La diferencia es fundamental, ya que no sería entonces dinero público, sino fondos privados del soberano, lo que, en teoría, permitiría que Harry y Meghan viajen con sus hijos al Reino Unido sin el temor constante a las amenazas que, según él, siguen presentes.
La segunda exigencia está ligada al terreno de la comunicación, un espacio que desde hace años ha sido fuente de tensiones insalvables. Harry sostiene desde hace tiempo que la Familia Real, a través de sus departamentos de prensa, filtra información a los tabloides británicos. En entrevistas, documentales y en sus propias memorias, ha denunciado repetidamente lo que considera una connivencia tóxica entre Palacio y la prensa sensacionalista. Ahora, según los reportes, habría pedido que todo contacto con los medios sea estrictamente controlado por el Palacio de Buckingham, de manera coordinada y sin espacio para filtraciones, rumores o enfoques parciales que dañen aún más su imagen. Ese «control de prensa» se presenta como una condición indispensable para proteger su privacidad y garantizar que el encuentro con su padre no se convierta en un espectáculo mediático.
Meghan Markle como Alteza Real
Pero la tercera demanda es quizá la más polémica y apunta al protocolo, ya que Harry habría solicitado que su esposa, Meghan Markle, sea tratada durante cualquier eventual visita como Su Alteza Real, con todas las deferencias que ese tratamiento conlleva, incluidas las reverencias y los saludos formales que en su día le correspondían como duquesa de Sussex en activo.
La petición sería, cuando menos, contradictoria, ya que desde 2020, aunque conservan los títulos, Harry y Meghan ya no utilizan el tratamiento de Alteza Real, y de hecho la propia pareja aceptó en su momento que se aplicara esa limitación al abandonar voluntariamente su papel 'senior' dentro de La Firma. Volver ahora a exigir que Meghan sea recibida con el mismo rango y con las fórmulas de respeto propias de la realeza ha sorprendido a más de un observador, y según la prensa británica, habría dejado «perplejos» a algunos miembros de la Casa.
En Buckingham, mientras tanto, guardan silencio. No hay confirmación oficial de los portavoces del Palacio de estas demandas ni del encuentro padre e hijo. El terreno, por tanto, es ambiguo: los rumores son persistentes y repetidos por varios medios internacionales, pero ninguna de las partes directamente implicadas ha corroborado públicamente que esas sean, en efecto, las condiciones establecidas. Aun así, el eco que estas demandas han tenido en la prensa británica e internacional muestra hasta qué punto se perciben como un obstáculo a cualquier reconciliación.
La seguridad supone un gasto significativo y un precedente complejo; el control de prensa choca frontalmente con la naturaleza de la monarquía, que vive bajo la mirada constante de los medios; y la restitución del tratamiento de Alteza Real a Meghan implica retroceder en un acuerdo que fue clave en el divorcio entre la pareja y la familia y que fue bautizado como «Megxit».
En todo caso, el viaje de Harry de la próxima semana se desarrollará en solitario, ya que ni Meghan ni sus hijos, Archie y Lilibet, lo acompañarán. Esta ausencia ha sido interpretada por algunos como una forma de reducir tensiones, mientras que para otros simplemente subraya que, al menos por ahora, el regreso de la duquesa de Sussex a Londres no está en la agenda.
Retorno simbólico
Fuentes cercanas al entorno real citadas por algunos medios creen que «la reconciliación está al alcance», pero advierten de que dependerá en gran medida de que se puedan limar las condiciones que hoy dividen a padre e hijo. El escenario, en todo caso, no podría ser más simbólico. El 8 de septiembre se cumplen tres años de la muerte de Isabel II, una fecha cargada de memoria para la familia y para el país. La Reina fue durante décadas el hilo invisible que mantuvo unida a la institución a pesar de las crisis matrimoniales, los escándalos financieros y los ataques mediáticos, y su ausencia ha dejado al descubierto las costuras de una familia que hoy parece debatirse entre la necesidad de unidad de cara al público y la persistencia de conflictos personales.
El regreso de Harry en esta fecha pone bajo los focos todo lo que se ha perdido y, al mismo tiempo, de lo que aún podría recomponerse, pero la incógnita que permanece abierta es si el Rey estará dispuesto a aceptar esas condiciones o, al menos, a negociar con ellas. Para algunos analistas, la enfermedad ha suavizado su carácter y podría llevarle a priorizar la reconciliación personal sobre los rigores de la institución. Para otros, el riesgo de ceder demasiado a Harry podría ser visto como una concesión que debilitaría el prestigio de la Corona y generaría tensiones internas, en particular con el príncipe Guillermo, heredero al trono, que mantiene una posición mucho más distante con su hermano.
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